El Foro Mundial de Educación, a
realizarse en Corea del Sur en mayo de 2015, deberá solventar la deuda que
Unesco y otros organismos culturales del establecimiento global tienen respecto
al concepto de Alfabetización. Esto es así, porque el concepto tradicional en
el cual se basa el objetivo Número Cuatro de la Educación Para Todos (EPT), con
el impetuoso desarrollo de las fuerzas productivas en los campos de la ciencia,
la tecnología y la informática, como decimos en buen nicaragüense, “se ha
quedado chingo”.
En efecto,
el Cuarto Objetivo de la EPT propone, para todos los países del mundo,
“aumentar de aquí (año 2000) al año 2015 el número de adultos alfabetizados en
un 50 por ciento, en particular tratándose de mujeres, y facilitar a todos los
adultos un acceso equitativo a la educación básica y a la educación
permanente”. En este orden, si el concepto de alfabetización se asume como
sinónimo de la simple lecto-escritura, es probable que muy a inicios del
período 2000-2015, la totalidad de los países latinoamericanos y caribeños
hubiera alcanzado la meta del cincuenta por ciento de adultos alfabetizados.
Por ese
motivo, recientemente, la Unesco (2012), camino a una reconceptualización más
amplia del concepto, ha reconocido que a la alfabetización “se le ha de concebir
no solo como el aprendizaje del lenguaje a nivel escrito y oral, sino como la
adquisición de la capacidad más general de comunicarse y ser parte de la
sociedad, tanto en el ámbito de la comunicación social cotidiana como del
trabajo”. Por su parte, la OECD (2009) ha formulado su propio concepto de
Alfabetización, al afirmar que “es la capacidad de comprender, evaluar,
utilizar y comprometerse con textos escritos para participar en la sociedad,
alcanzar los propios objetivos y desarrollar el propio potencial y
conocimiento”.
Una
lectura cuidadosa de los dos conceptos conduce a pensar en al menos dos temas
asociados y derivados del proceso de la lecto- escritura, y fundamentalmente de
la comprensión lectora.
El primero
de estos temas es el de la posalfabetizacion y la educación de adultos. Esta es
una de las preocupaciones centrales de los formuladores de políticas de
alfabetización en todos los países, en tanto no se trata solamente de pensar en
la organización y ejecución de las campañas de alfabetización, sino que también
en el paso o pasos siguientes un día después de finalizadas las mismas, a fin
de evitar el retorno del analfabeto a su situación anterior. En Nicaragua, los
sandinistas como gobierno tienen mucha experiencia en este campo, en tanto les
ha tocado planificar y realizar dos grandes Campañas de Alfabetización, una en
1980 y otra entre el 2007 y 2009. Este proceso, durante treinta y cinco años,
independiente del tropezón neoliberal del período 1990-2006, ha permitido crear
en Nicaragua un verdadero subsistema de Educación Básica de Adultos, paralelo
al de la Educación Básica y Media regular de once grados divididos en cuatro
ciclos.
El segundo
de los temas relacionados con el proceso de aprender a leer y escribir se
refiere al de la educación permanente o de la educación a lo largo de la vida,
preconizados por Unesco en sus Informes Aprender a Ser (1972) y la Educación
encierra un Tesoro (1996). Respecto a este tema y con la vista puesta en el pos
2015, Unesco (Santiago) dice que el concepto de educación permanente “supone
una visión enriquecida de la alfabetización y de la educación de adultos.
Integra a ambas, pero les asigna un sentido distinto al tradicional, al
incorporarlas a los esfuerzos de creación y desarrollo de un sistema de aprendizaje
continuo para las personas”.
La
concepción ampliada y más contextualizada de la alfabetización como sinónimo de
simple lecto-escritura, y su conexión con la educación a lo largo de toda la
vida , obliga a pensar igual en la reconceptualización y refundación de los
sistemas educativos como sistemas de educación permanente, camino a una
educación para la “ciudad educativa”, más allá de la educación formal y las
escuelas, lo que significa más que una dificultad, una oportunidad de oro para
la reforma a profundidad la educación en nuestros países, debiendo incluir
otras alfabetizaciones como la informática y la científica, y a la ubicación en
su justo lugar, de la Educación Preescolar y de los cuatro primeros grados de
la Educación Básica, como el lugar en que habrán de descansar en el futuro los
restos mortales del analfabetismo.