El objetivo número cinco de la
Educación para Todos (EPT) se refiere a un tema que cruza hoy transversalmente
amplias y muy complejas regiones de la cultura contemporánea de todos los
países, tal es la igualdad entre hombres y mujeres y su relación con la educación.
Cuando se
habla hoy de equidad de género, la expresión se refiere fundamentalmente a las
múltiples desventajas de las mujeres frente a los hombres en todo el mundo. En
los países de alta renta, las mujeres por lo general se desempeñan en cargos de
menor nivel y remuneración. En los países asiáticos y africanos, debido a
tradiciones culturales, las mujeres y las niñas reciben trato discriminatorio
tanto respecto a su educación como a otros derechos. En América Latina y el
Caribe, las mujeres tienen bajos niveles de representación política y
usualmente son quienes llevan la peor parte en la violencia escolar y
doméstica.
Por ser un
problema global y por ser la educación una función fundamental del proceso de
reproducción social, el tema de la relación hombre-mujer y educación no es
preocupación solamente de la Unesco como organismo responsable del seguimiento
y monitoreo de la Educación Para Todos (EPT) a nivel mundial, sino que también
de otras agencias de Naciones Unidas, tal es el caso, por ejemplo, de las que
patrocinan los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En el objetivo número tres
estas proponen: "Eliminar las desigualdades entre los sexos en todos los
niveles de la educación, preferiblemente antes del 2015". No obstante, el
objetivo número cinco de la EPT es más duro, directo y específico, al demandar:
"Suprimir las disparidades entre los géneros en la enseñanza primaria y
secundaria de aquí (año 2000) al año 2005, y lograr antes del año 2015 la
igualdad entre los géneros en relación con la educación, garantizando a las
jóvenes un acceso pleno y equitativo a una educación básica de buena calidad,
así como un buen rendimiento".
Las
relaciones sociales hombre-mujer atraviesan toda la vida en sociedad, y en
ella, a toda educación como función social y proceso de socialización en los
usos y costumbres de la vida en comunidad. Sea de la educación informal
producto de las relaciones en el seno de las familias, donde el niño y la niña
comienzan a aprender a identificar y diferenciar su ubicación y roles según sexo
y género, sea de la educación formal, sistemática y escolarizada, en donde
varones y mujeres inician su vida fuera de la institución familiar, y deberán
enfrentar una administración escolar y un currículo, que podría reforzar los
estereotipos y roles dominantes y hegemónicos aprendidos en el seno familiar, o
por el contrario, podría enfrentarlos de cara a su transformación y superación.
El tema de
la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres en la educación escolarizada,
obviamente, no se agota con el simple acceso pleno y equitativo de las niñas y
jóvenes a la educación básica, sino que avanza y debe avanzar a todos los
escenarios, procesos y mecanismos de la administración escolar y el currículo.
Respecto
al acceso a la educación primaria y secundaria en América Latina y el Caribe,
de acuerdo a Unesco – Santiago, en 2012: “la tasa neta de matrícula en
educación primaria alcanzó valores muy cercanos a uno, de igualdad perfecta”…
“solo en un país persistían disparidades de género en contra de las mujeres y
solo en dos disparidades en contra de los hombres”. Caso contrario, en
educación secundaria, la inequidad se inclina en contra de los hombres en 19 de
31 países" de América Latina y el Caribe.
En
Nicaragua, la situación de las mujeres respecto a los hombres, con algunas
variantes, es parecida a la del promedio de países de América Latina y el
Caribe, con paridad casi cercana a uno entre hombres y mujeres en la Educación
Preescolar, disparidad en contra de las mujeres en Educación Primaria, y
disparidad en contra de los hombres en Educación Secundaria. La información
para el 2013, en detalle, es la siguiente: la matrícula inicial en Educación
Preescolar, en ese año, fue de 236,591 estudiantes, de ellos 117,053 fueron
niñas y 119,538 niños; en Educación Primaria de 877,549 estudiantes, 423,284
fueron mujercitas y 454,265 varones, y en Educación Secundaria de 464,220
estudiantes, 236,131 fueron mujeres y 228,089 hombres.
La
igualdad entre hombres y mujeres es una asignatura pendiente en todas las
sociedades, respecto a todos los derechos.