De los seis Objetivos de la
Educación Para Todos (EPT) previstos para las educaciones de todos los países,
el último se refiere al tema de la Calidad. Los Objetivos del Uno al Cinco
tienen que ver con la exigencia primera de toda educación como derecho humano
fundamental, esto es: el Acceso a la Educación, y el Sexto Objetivo, con el
atributo contraparte del Acceso, este es, la Calidad de la Educación. La idea
es, que no basta, promover y ofrecer las facilidades para el acceso a las
escuelas de los estudiantes, y una vez ahí, sentado o sentada, cara a cara con
sus maestras y maestros, reciban una educación poco pertinente, aburrida,
lenta, repetitiva y falta de creatividad.
El
Objetivo número seis de la EPT, cierra el círculo virtuoso de los Objetivos de
este Programa global coordinado por Unesco, pidiendo Calidad para la Educación
de la Primera Infancia y la Educación Preescolar (Primer Objetivo); Calidad
para la Educación Primaria (Segundo Objetivo); Calidad para la Educación
Secundaria y la Educación Superior (Tercer Objetivo); Calidad para los
Programas de Alfabetización (Cuarto Objetivo) y Calidad de la educación para
hombres y mujeres (Quinto Objetivo). La Calidad como Eje Transversal vertical
del continum educativo, desde la base en la Educación Inicial y el Preescolar,
hasta el último grado de la Educación Media y la Educación Superior y más allá
de la Educación Escolarizada, la Calidad de la Educación para Toda la vida.
El
Objetivo número Seis de la EPT, reza así: “Mejorar todos los aspectos
cualitativos de la educación, garantizando los parámetros más elevados, para
conseguir resultados de aprendizaje reconocidos y mensurables, especialmente en
lectura, escritura, aritmética y competencias prácticas esenciales”.
El
concepto de Calidad de la Educación es relativo y particular respecto a la
persona o grupos de personas que preguntan por ella, la reclaman como usuarios
de los servicios educativos escolarizados, o la ofrecen según su posición como
directivos o docentes en los mismos, no existiendo un concepto que por su
generalidad y significado, se acomode a todos los gustos y pedidos en todos los
climas y lugares. En este contexto, no es lo mismo calidad de la educación para
un empresario o una cámara empresarial, que para los defensores del derecho de
la educación; igual no es lo mismo calidad de la educación para un padre de
familia de estudiantes en un colegio privado de Managua, que para una madre con
hijos estudiando en una escuela rural de Matagalpa. No es lo mismo calidad de
la educación en Honduras que en Bolivia, todos y todas tendrán diferentes
percepciones, posiciones y opiniones.
Esta falta
de acuerdo y consenso, provoca una gran dispersión de puntos de vista y posiciones,
respecto a los factores y circunstancias que contribuyen y participan
articulada y permanentemente, en el proceso de elaboración de esa construcción
social llamada Calidad de la Educación.
Precisamente
esta situación de desencuentro y falta de acuerdo respecto a un concepto único
sobre calidad de la educación, fue la que, como ministro de Educación
(2007-2010) nos indujo a proponer, organizar y realizar en el año 2007 una gran
Consulta Nacional, que proporcionara los insumos para identificar los temas
comunes propuestos por la población consultada, que permitieran darle
legitimidad y certeza al nuevo Currículo de la Educación Básica y Media que
habría de elaborarse a partir de esa actividad en el año 2008, y ponerse en
práctica desde febrero del 2009.
Además del
currículo, el otro factor que reiteradamente se menciona como fundamental para
la construcción de la Calidad de la Educación, es la formación inicial y
continua del personal docente que dará vida al mismo en las aulas. Por ello es
que las actividades de elaboración, evaluación y perfeccionamiento de los
currículos nacionales y las actividades de formación y capacitación docente en
las Escuelas Normales y Facultades de Educación, deben conformar un único y
mismo proceso sin pausa ni ruptura, el que al final se va a concretar en los
aprendizajes relevantes de los estudiantes.
Nicaragua
cuenta con el único Currículo para la Educación Básica y Media de América
Latina producto de un proceso de consulta a educadores, estudiantes, padres y
madres, académicos, empresarios, etc., y cuenta con un mecanismo mensual de
evaluación y programación curricular; sin embargo, no cuenta con políticas de
seguimiento, evaluación y perfeccionamiento del currículo, ni de articulación
entre este y la formación y capacitación docente.