En el contexto de la lucha
política en Nicaragua, la matrícula escolar junto a los resultados de los
procesos de evaluación educativa, son periódicamente convertidos en temas de
atención mediática, al postular negativamente que el no logro de las metas en estos
campos, son producto de la ineficiencia gubernamental respecto a los mismos.
La
conversión de esos tópicos en temas políticos, probablemente se debe al
énfasis que durante los períodos de matrícula, tanto para la Educación General
Básica y Media como para todas las actividades de formación y capacitación en
la Educación Técnica, el Gobierno de la República como un todo, y no solo el
Ministerio de Educación e Inatec, a la par de las organizaciones políticas y
sociales vinculadas al sandinismo, convocan e invitan a toda la población, en
especial a padres y madres de familia, a matricular a sus hijos e hijas en los
centros educativos del país. Igual experiencia se vive en comarcas y
alejadas montañas durante los procesos de convocatorias para inscribirse y
asistir a las unidades y puestos de alfabetización en todo el país. Para uno y otro
proceso se establecen metas, hojas de ruta y estrategias. Es la suma de
una voluntad política que apuesta a la educación como requisito fundamental
para salir del túnel del hambre, el analfabetismo, la falta de techo seguro y
la desnutrición infantil.
No obstante una cosa es la voluntad gubernamental,
expresada de múltiples maneras en iniciativas, proyectos, alianzas, políticas,
estrategias y programas, y otra cosa es la profundidad de la fosa de la
pobreza, pacientemente construida a través de la historia nacional, no
solamente observable y mensurable en sus múltiples manifestaciones objetivas
que a diario aparecen en las estadísticas sociales, sino que también en sus
manifestaciones subjetivas, terreno en el cual la pobreza funciona como
una cultura, que en círculos a diario aprende de sí misma, para
reproducirse en la mente y las acciones de la población empobrecida, y que
construyendo mil excusas y justificaciones, se transforma en obstáculo para
demandar o exigir educación o acceder a las ofertas educativas.
No se
confía en las voces que promueven la educación, ni se percibe a la educación
como una necesidad para las personas, las familias y la sociedad. La
escuela se califica como una pérdida de tiempo y la pobreza se concibe como un
castigo o un designio divino y del destino. Es la pobreza aprendida como una
sistema de valores y saberes, que se aprenden desde la cuna en los primeros
días y mediante múltiples procesos de socialización, va transformándose, poco a
poco, en una manera de ser y una filosofía de vida hasta llegar a la edad
adulta y conformar grupos familiares estables, y que cuando se interroga a sus
miembros, acerca del porqué no envían a sus hijos e hijas a la escuela,
responden que sus padres no necesitaron ir a la escuela para mantenerlos a
ellos y a ellas y ser los hombres y las mujeres que son en la actualidad.
A este
hecho de carácter cultural producto del proceso de reproducción social del
capitalismo en el subdesarrollo, se suman otros hechos de carácter objetivo
como lo es la dispersión de la población rural en el territorio nacional en
especial en los departamentos y municipios más alejados, y la pobreza en
barrios y comarcas que obligan a las familias empobrecidas a enviar a sus hijos
a plazas, semáforos y plantaciones en lugar de ir a la escuela, es la
misma pobreza que, desde otra dirección, impide contar con una economía de
mayores tamaños y calidad y al Gobierno de la República ofrecer los recursos
financieros que necesita la educación para elevar la formación, capacitación y
el sueldo de los maestros; ampliar los sistemas de becas entre la
población empobrecida; perfeccionar permanentemente los currículos y los libros
de texto; ampliar las plantas físicas de los centros de estudio y entregar a
cada estudiante su computadora y accesorios tecnológicos.
Todo lo
anterior dice y quiere decir, que junto a interrogar a la institucionalidad
escolar y/o gubernamental sobre el cumplimiento de metas de matrícula como las
que proponen los objetivos No. 2 de los ODM y de la EPT, de igual manera y con
igual énfasis, en países empobrecidos como Nicaragua, hay que buscar esa
información en el entorno económico y social de los mismos. ¿Qué
porcentaje de niños y niñas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua,
Perú, Paraguay o Bolivia no lograrán alcanzar las Metas mundiales de matrícula
universal en la Educación Básica en este año 2015, cuya causa fundamental no
está en el interior del conjunto de factores que construyen la escolaridad,
(currículo, maestros, edificios escolares, computadoras), ni siquiera en las
políticas educativas propiamente dichas, sino en las mismas estructuras y
procesos económicos y sociales del capitalismo a través de la historia de estos
países?