Con motivo del inicio
del año escolar 2015, El Nuevo Diario, durante tres días, entre el lunes 9 y el
miércoles 11 de febrero pasado, publicó un amplio reportaje sobre los
orígenes del fracaso educativo en
Nicaragua, escrito por los periodistas Matilde Córdoba y Yader Luna, con base
en entrevistas a un amplio y variado conjunto de respondientes, entre los que
sobresalen expertos(as) y estudiosos(as) del hacer educativo nicaragüense y
educadores con amplia experiencia de aula. El tema seleccionado no sólo saludaba el
inicio del año escolar, sino que de alguna manera cerraba el ciclo iniciado mediáticamente en diciembre del año 2014, con la publicación
de los resultados de los exámenes en español y matemáticas, del Tercer Estudio
Regional Comparativo y Explicativo TERCE, del LLECE, UNESCO-Santiago, y de los
desfavorables resultados de los exámenes de admisión del presente año en estas
mismas materias, en la UNI y la UNAN-Managua, dados a conocer en enero pasado.
No obstante, los
conocimientos en matemáticas y español medidos por esas pruebas,
independientemente de su importancia según sus objetivos, son apenas una
pequeña porción de los conocimientos y aprendizajes
relevantes que necesitan los seres humanos
para su vida en sociedad. De ahí
que es probable que cuando los expertos hablan de estimulación temprana, la
importancia de los preescolares y de lectura comprensiva, se refieren a la
educación que va más allá de las simples pruebas de conocimientos, es decir de una
educación que es consustancial al ser humano y le acompaña permanentemente
durante toda la vida.
Provisionalmente
aclarado este aspecto, queda pendiente otro aún más complejo. Se trata del tema acerca de los orígenes del
éxito o el fracaso educativo. El análisis educativo común y corriente en
Nicaragua, casi siempre separa lo que sucede a lo interno de los muros
escolares, de las circunstancias y avatares de su entorno social y cultural. El hecho educativo según esta manera de
concebir la educación, aparece como un hecho individual desprovisto de su
carácter social, y al y a la estudiante, que es en quienes se realiza el éxito
o el fracaso educativo, es decir la calidad de la educación, rara vez son concebidos y concebidas en su
totalidad social y cultural más allá de su dimensión meramente escolar.
Esta manera de abordar
la cuestión educativa nicaragüense se encuentra presente en las entrevistas
que sirven de fundamento al reportaje que
comentamos. Esto es posible
visualizarlo, cuando a manera de síntesis extraemos las ideas fuerzas del
mismo, a saber: a) la importancia del nivel preescolar para el éxito educativo;
b) los maestros(as) y en especial la formación de los maestro(as); c) la
lectura y la memorización como método de
aprendizaje; d) el currículo y d) la educación rural y las escuelas multigrado.
Como es posible
observar, los cinco temas y otros secundarios que podrían derivarse de los
mismos, tienen que ver con la vida interna de los centros educativos. No obstante, esta concepción hacia adentro,
internalista reduccionista y escolarizada de la educación y los aprendizajes es
una verdad a medias, toda vez que el o la estudiante que llega a la escuela en
busca de educación, no llega de afuera de la física, sino que es un ser situado
en la historia y circunstancias de su país, su familia, su barrio, su comarca,
su cuadra o callejón. Por ello, no es lo
mismo hablar de éxito o fracaso educativo de estudiantes hijos e hijas de los
sectores pudientes de nuestras sociedades que tienen la oportunidad de asistir
a los grandes colegios privados y en sus hogares cuentan de manera individual y
personalizada con biblioteca, computadora, tableta, televisión por cable y
profesores de reforzamiento escolar para todas las asignaturas del currículo,
que hablar de éxito o fracaso educativo de estudiantes hijos de los sectores
empobrecidos, cuyas familias con muchos esfuerzos logran matricular a sus hijos
e hijas en las escuelas e institutos públicos de barrios populares o las zonas
rurales, y hacen mil malabares por salir bien en las pruebas y no abandonar las
escuelas.
En este contexto, por
causas obvias, el éxito o fracaso en la vida escolar y social del estudiante,
muchas veces en países empobrecidos como el nuestro, va a depender más del
origen social y de la ubicación del o de la estudiante y su familia en la
estructura social de clases, que del nivel de formación de los docentes, de los
niveles de colesterol y grasa del currículo o del modelo pedagógico de uso en
las escuelas.
La investigación
científica sobre la matriz de la relación escolar: interno-externo y la
formulación consecuente de políticas educativas sobre la misma, podría ser de mucha
importancia para el éxito educativo de los estudiantes de nuestros países.