Por lo general cuando nos referimos a legados, casi siempre pensamos en hechos que marcaron una época o ideas que contribuyeron a cambiar para mejorar la vida en sociedad, rara vez pensamos en grupos de personas como el legado de otra u otras personas. Los noventa años de Guillermo Rothschuh Tablada son una excelente circunstancia no solo para celebrar la vida de este extraordinario nicaragüense, sino para reflexionar sobre este tema y situar en perspectiva histórica lo que ha sido, entre muchos, su mejor legado, me refiero a su magisterio, del cual somos deudores un amplio grupo de intelectuales, educadores y darianos de nuestro país.
Algunos compañeros ya han homenajeado al poeta y especialmente al dariano Guillermo Rothschuh Tablada. Por mi parte, yo quisiera dar testimonio de gratitud por su influencia en mi vida como chontaleño, educador, escritor e investigador de la realidad educativa de Nicaragua. Mi aprendizaje se origina en su ejemplo, que para mí es la esencia más radical de la palabra maestro. Yo aprendí del ejemplo de Guillermo Rothschuh Tablada en mis días de inicio de maestro normalista y de estudiante universitario, en los primeros años del decenio de los sesenta del siglo pasado. De su ejemplo como educador y como escritor de temas educativos.
La obra de Guillermo Rothschuh Tablada titulada Escritos Pedagógicos marcó mi vida como investigador y escritor de temas educativos. La lectura en 1968 de los 35 textos de esta obra, se mezcló dialécticamente con las conversaciones que sostenía en esos días con Guillermo, José Santos Rivera Siles y Luis Alberto Cabrales, todos los sábados, en la Dirección de Extensión Cultural del Ministerio de Educación, en el sexto piso del Edificio Cerna, en el corazón de la vieja Managua. De esa mezcla, pero fundamentalmente de esa obra, vino la decisión que orientaría mis estudios futuros en Panamá, Chile, Costa Rica y México en los terrenos de la sociología de la educación. Hoy, cuando un amplio sector de la intelectualidad nicaragüense celebra los noventa años de Guillermo Rothschuh Tablada, siento una gran satisfacción de ofrecer ese testimonio, que tiene que ver con lo que ha sido mi vida profesional como educador y escritor desde mi primer artículo sobre temas educativos en el Diario La Prensa, en 1965, y mi primer libro en 1968, hasta el día de hoy.
Escritos Pedagógicos es una obra diagnóstica de una época en Nicaragua y especialmente de la vida entre rural y provinciana de Juigalpa y de Chontales de los años sesenta del pasado siglo.
En esa obra se presenta una fotografía móvil de las ideas y de la precariedad de la política de la época, así como de la posición del poeta Rothschuh como liberal de izquierda frente a los conservadores y conservadurismos de su pueblo natal y del país. En ella están las instituciones educativas y culturales que Guillermo fundó o ayudó a fundar; y fundamentalmente sus dicotomías sociopedagógicas: Reformas sociales antes, después las pedagógicas; Primero caminos, después escuelas; El analfabetismo hijo del Latifundismo; Salario Mínimo y Alfabetismo; y con Dantón: Después del pan la Educación es la primera necesidad del pueblo.
Hasta 1968, año de publicación de Escritos Pedagógicos y de mi graduación como Licenciado en Pedagogía en la UNAN, todas mis lecturas sobre la temática educativa estaban orientadas a cuestiones técnicas y procedimentales sobre temas de carácter didáctico, psicología educativa, organización escolar, evaluación de los aprendizajes, etc. En ninguna asignatura del proceso de mi formación normalista y universitaria había estudiado a la educación como una función social relacionada con la economía, el desarrollo social, las relaciones de poder y el proceso de reproducción social, tal como se presentaba en Escritos Pedagógicos.
Podría decirse que hace cuarenta y ocho años, de la mano de ese librito de 118 páginas, transité del conocimiento y adhesión a una pedagogía boba e ingenua, cuyo destino era convertirme en un tornillo más de la máquina de dominación pedagógica del capitalismo, al conocimiento y adopción de una pedagogía crítica, científica y rebelde, al servicio, como lo habría querido hace medio siglo Guillermo Rothschuh Tablada, de los pobres y humillados de la tierra.