En la
presente semana se realiza en nuestro país el Foro Iberoamericano sobre
Educación y Cultura en la Era Digital.
La circunstancia es oportuna para recordar que frente a la
Revolución Informacional que en la actualidad atraviesa transversalmente a la
sociedad contemporánea, la educación como función social, se encuentra
conmovida y sujeta a múltiples influencias y presiones. En el centro de esta
tensión están principalmente los centros educativos de los sistemas escolares
públicos, que es el lugar en donde las carencias y privaciones son de mayor
tamaño y profundidad y cuya matrícula está integrada fundamentalmente por los
hijos e hijas de las poblaciones empobrecidas del sur capitalista
subdesarrollado.
Es en un contexto de tal naturaleza, en donde las escuelas de
nuestros países se encuentran prisioneras entre los brazos de una formidable
tenaza, por un lado están las exigencias de mercados orientados hacia el
consumismo capitalista y de las interfaces de culturas en proceso de transición
y transformación, y por el otro, las urgencias de los propios estudiantes, como
sujetos de aprendizajes, que con celular en mano han asaltado las aulas de
clase y enfrentan hoy los legados de las pedagogías y las didácticas de tiza y
pizarrón.
En este contexto, las demandas a las escuelas de parte de la
economía global y sus expresiones locales tienen que ver directamente con las
calificaciones de la fuerza de trabajo necesarias para incrementar la
productividad, la competitividad y las ganancias, lo que implica poner al día
los currículos, especialmente los relacionados con saberes informáticos,
comercio y banca electrónica, valores empresariales y la formación de los
profesores en sintonía con los mismos.
Respecto a los reclamos estudiantiles a las escuelas y la
relación de estas con las Tecnologías de la Información y la Comunicación como
medios para aprender a aprender, los estudiantes no las conocieron ni
obtuvieron de mano de sus maestros en las aulas de clase, sino que ese
conocimiento lo obtuvieron en la calle, de la mano de la propaganda, la moda y
las ofertas del mercado de bienes y servicios informáticos. Este hecho ha
creado múltiples zonas de desencuentro entre los intereses y necesidades de los
estudiantes signados por la inmediatez, la flexibilidad y su vocación por lo
novedoso, y las condiciones y atributos de los currículos y las
administraciones escolares caracterizadas por la lentitud, la pesadez y la
resistencia a lo nuevo y al cambio.
Esta situación obliga a países como el nuestro, a crear
programas académicos de investigación en las Facultades de Educación, el Mined
y las Escuelas Normales, para identificar y caracterizar esas regiones en
conflicto y formular programas de docencia para la formación y capacitación de
los docentes, a fin de reducir las distancias entre las necesidades de
aprendizaje de los estudiantes y las posibilidades y fortalezas de la educación
escolar.
Sea cual sea el brazo de la tenaza que ejerza más presión sobre
los centros educativos, los estudiantes, que con celular en mano cuestionan al
currículo tradicional, o el mercado con su poder de convencimiento y de
imposición psicosocial, lo cierto es que todo comienza y todo termina en la
necesidad del cambio y transformación del sentido y propósito de los currículos
y la profesión magisterial y por ende de los centros formadores de docentes en
las Facultades de Educación y las Escuelas Normales.
De esta manera, a la propuesta constructivista que centra su
atención en los estudiantes y el proceso de sus aprendizajes y ubica a los
educadores como los facilitadores del mismo, ahora hay que agregar
dialécticamente a ese discurso, las extraordinarias posibilidades de la
informática educativa, a fin de avanzar hacia otros modelos de educación y de
aprendizaje no formales más allá de la educación escolar y de las aulas,
aprovechando no solo la masiva proliferación de dispositivos informáticos en
manos de los estudiantes, sino que también las facilidades brindadas por un
Gobierno de naturaleza popular como el nuestro, al instalar infraestructuras de
Zonas Wifi en los parques municipales, lo que abre las posibilidades para crear
verdaderas aulas móviles y Ciudades Educativas en esos espacios públicos.
(*) Secretario Permanente de la Comisión Nicaragüense de
Cooperación con la Unesco.