jueves, 20 de junio de 2013

El concepto neoliberal de Calidad de la Educación

En nuestro artículo del seis de junio pasado, concluíamos que en la actualidad sobresalen dos maneras de concebir la calidad de la educación, la del mercado que todo lo que toca lo convierte en mercancía, incluidas la educación y la fuerza de trabajo, y la que sostiene que la educación es un derecho humano fundamental.

Respecto de la primera, la concepción que prevalece tanto en las Cámaras empresariales, como en algunos círculos de economistas, sociólogos e intelectuales del campo educativo, es la que reclama a la educación competencias y valores de disciplina y lealtad laboral empresarial, para hacer producir y elevar la productividad de las empresas, y centros comerciales privados, y por ende, si los centros educativos, en especial las universidades e Inatec, no les están entregando los recursos humanos con las calificaciones que estas necesitan, entonces se acusa a la educación y sus instituciones de estarle ofreciendo al país una educación de baja calidad. La calidad de la educación entendida y conceptualizada según la cantidad y calidad de habilidades y saberes que la educación formal ofrece a sus empleados, para que estos eleven las ganancias y rentabilidad de sus empresas.

Así cada sector empresarial en su día, en fechas de aniversario o cuando se sacan cuentas de pérdidas y ganancias, uno de los factores puestos en cuestión respecto de estas últimas, es el personal profesional egresado de las universidades y de los centros de educación técnica. Los juicios no solo están dirigidos a los bajos niveles de productividad de la fuerza de trabajo, sino a la ausencia de especialistas que las empresas requieren y estas instituciones están llamadas a ofrecer. De esas conclusiones particulares, a la conclusión general final, sobre la baja calidad de la educación en Nicaragua y de adjudicarle esa condición a los educadores, solo hay un paso, como que si la educación solamente fuese aprender destrezas para “hacer” carreteras, puentes y casas, extraer apendicitis y sacar cuentas, ignorando sus otras dimensiones y atributos sociológicos, antropológicos, pedagógicos y filosóficos, y como que si los educadores fuesen los únicos que participan en el proceso de aprendizaje de los estudiantes.

Según esta concepción, al dejar por fuera a los seres humanos y sus necesidades vitales de educabilidad para su desarrollo, el rol de la educación es ofrecer fuerza de trabajo entrenada, para que esta funcione como un complemento de las máquinas, las computadoras o las registradoras de dinero de bancos y supermercados, y que si no cumple con este rol, o lo cumple mal, es material descartable, no comprable o comprable a bajo precio en el mercado laboral.

A partir de esta simple relación, después vendrán los economistas, las ONG del sector educativo de la empresa privada y los líderes empresariales, a pedir una profunda transformación del sistema educativo, a fin de que este se adecúe a las demandas prioritarias de las empresas, y por eso, sin ninguna mediación, el énfasis se pone en el currículo de las asignaturas y en la capacitación de los docentes, suponiendo falsamente que de la manipulación docente de esos contenidos curriculares, van a surgir, como si fuese de un sombrero, las destrezas y los valores que demandan las empresas.

Desgraciadamente, esta manera instrumental, reduccionista y excluyente de concebir la función social de la educación, seguramente por el bajo nivel de interpretación de la realidad de nuestras ciencias sociales, y los problemas de empleo estable en nuestra sociedad, fácilmente ha encontrado terreno fértil para ganar adeptos y convertirse en la manera cuasi oficial de concebir la calidad de la educación, por ello y no por otra cosa, es que la Universidad nicaragüense lucha denodadamente en la actualidad por convertirse y ser imagen y semejanza del mercado. A eso le llaman Pertinencia, y a la función de Extensión o Proyección social universitaria, que en su concepto sociológico más puro significa poner a la Universidad al servicio de la transformación social y de los sectores empobrecidos, hoy sin ningún recato, en nuestras Universidades Públicas a eso se le llama Vinculación Universidad-Empresa.

* Profesor UNAN-Managua

jueves, 6 de junio de 2013

La calidad de la educación: múltiples interpretaciones

A la par que la calidad de la educación es una construcción social compleja, multicausal y multivariable, imposible de definir solamente en función de uno de sus factores, como son los maestros y maestras, propuestos falsamente por la ideología que llamamos magisteriocentrista, también y quizás por lo mismo, es una categoría de difícil conceptualización, no existiendo ninguna definición que por su generalidad, se acomode a todos los intereses, visiones o expectativas de todas las personas y todos los sectores e instituciones de un país.

En este orden, por ejemplo, la posición de los estudiantes respecto de la calidad de la educación que reciben, y de la cual ellos participan activamente, es probable que sea diferente a la posición de sus profesores. Quizás lo que pase, es que según sean los resultados, unos y otros se echarán las flores y las culpas. Igual pasa con la opinión y expectativas de los padres y madres de familia y la posición de los empleadores, unos y otros, es probable tengan visiones y exigencias diferentes a la educación y sus instituciones. Para los primeros, la calidad de un centro educativo o de una maestra o maestro, y por ende de la calidad de la educación que reciben sus hijos e hijas, será el resultado de observar y comparar la relación entre los adelantos en sus aprendizajes y las calificaciones obtenidas por estos.

En cambio, la calidad de la educación para un empresario o el encargado de una oficina gubernamental, se medirá tanto por la cantidad y calidad de las destrezas, habilidades y conocimientos relacionados con un campo de saberes determinado, sea en los terrenos de las ingenierías, la economía, la salud o la educación, como por los valores y actitud frente al trabajo, puestos en práctica en el desempeño de las mismas y adecuadas a los intereses y necesidades de ganancia y acumulación de quien compra esa fuerza de trabajo y paga por esos conocimientos y esos valores.

La relatividad del concepto de la calidad de la educación, no lo es solamente respecto de las personas que en un momento dado, en una encuesta por ejemplo, opinan sobre este tema según sea su rol social, sino que también las diferencias son respecto de los diferentes países, tiempos o épocas, o respecto de los diferentes lugares o instituciones educativas de un mismo país.

Respecto de los países, las diferencias son muy grandes. En Costa Rica, por ejemplo, se reafirma la necesidad de una educación integral, que incluya a la par de las Ciencias, la enseñanza de la educación cultural, las artes y los deportes. En Nicaragua las urgencias son en matemáticas y español, y en Panamá, Uruguay y Chile el idioma inglés y la computación, son las condiciones para que la educación pueda ser considerada de buena calidad.

Respecto de las épocas, no es igual hablar de calidad de la educación en Nicaragua en los años de la revolución sandinista, que hablar de esta construcción social hoy en los años del neoliberalismo, los referentes de análisis y comparación son radicalmente diferentes. Valores patrióticos y de solidaridad en la primera vs. valores del dinero en la segunda. Igual pasa con las instituciones, no es igual hablar de calidad de la educación en el Colegio Americano o el Centroamérica, que en el Instituto Ramírez Goyena o la escuela rural Piedras Grandes, de la comarca de Amerrisque de Juigalpa, las Misiones, Visiones, Principios y Objetivos y las condiciones objetivas y subjetivas de cada institución son diferentes.

En este contexto de múltiples interpretaciones, en Nicaragua como en la mayoría de los países, dos concepciones de educación y de calidad de la educación se encuentran enfrentadas, la del mercado que privilegia valores mercantiles, que todo lo que toca lo convierte en mercancía y le pide a la educación que enseñe destrezas, habilidades y competencias, y la que pregona que la educación es un derecho que privilegia los valores de las personas, su autonomía, su capacidad de reflexión crítica y su libertad.

* Profesor UNAN-Managua