jueves, 23 de febrero de 2012

El Banco Mundial y las Universidades (1990 - a.n.d) La universidad neoliberal en Nicaragua

El capitalismo desarrollista de los años sesenta, signado por la sustitución de importaciones de bienes y servicios, y la importación de capitales, conocimientos y tecnología, y para el cual se edificó un tipo específico de Universidad que le sirviera como aparato de reproducción científica e ideológica, desde mediados de los ochenta ha virado hacia un nuevo tipo de capitalismo, el neoliberal, cuyo fundamento es el libre mercado y las mercancías.

Durante los años cincuenta, sesenta y setenta del pasado siglo, los Estados, como parte de la impronta desarrollista, crearon complejas empresas en los campos de la energía, aguas, comunicaciones, salud, educación etc., este modelo entró en crisis con la nueva apuesta capitalista, cuyas características eran (y son) la privatización de toda empresa pública, la conversión de todo lo social en mercancía, reducción del Estado, apertura comercial y financiera, énfasis en el mercado externo, flexibilización de las relaciones laborales, etc.

La Educación y en especial la Educación Superior y las Universidades, por causas obvias, no han estado fuera de este proceso radical del capitalismo. Por el contrario, el Banco Mundial, líder de la política educativa neoliberal a nivel planetario, desde el inicio ofreció algunas recomendaciones para este nuevo tipo de Universidad, en especial para las Universidades Públicas  en proceso de mercantilización y su relación con los Estados. Estas fueron las siguientes:
•  Si los Estados proveen a las Universidades recursos públicos, deben estar condicionados al uso transparente de los mismos y para el fortalecimiento de la eficiencia y la calidad.
•  Los Estados deben proveer a las Universidades de autonomía, pero también deben propiciar la creación de mecanismos de monitoreo, evaluación y acreditación de su calidad y desempeño.
•  Los Estados deben favorecer ambientes para la fundación de Universidades privadas.
•  Se deben establecer sistemas de préstamos o de becas sobre la base del desempeño estudiantil.
•  Se debe controlar el acceso a la Educación Superior sobre la base de criterios de eficiencia.
•  Sobre el financiamiento, se recomienda el incremento de los aportes al sector privado, la elevación de los aranceles estudiantiles a la par del establecimiento de sistemas de crédito educativo; la contribución de los graduados con el pago de cuotas; la organización de la venta de servicios, etc.”.

Como se observará, los énfasis son: liberalización de las instituciones educativas abiertas al mercado; el financiamiento educativo versus eficiencia y transparencia y el monitoreo de la calidad de la educación superior. El Banco Mundial como gendarme financiero universal, recomienda a los Estados cómo y en qué condiciones debe ofrecerse el financiamiento universitario, e impone a las Universidades Públicas un conjunto de condiciones y tareas obviando que la lucha por la eficiencia, la transparencia, la democracia y la calidad de los procesos y los productos de la Universidad Pública en el mundo, y la creación de mecanismos de evaluación, monitoreo y acreditación, deben ser el resultado del debate interno de las comunidades universitarias en pleno gozo de su autonomía y no porque un organismo del establecimiento capitalista internacional se lo recomiende e imponga.

El otro gran tema de la relación del Banco Mundial con los subsistemas de Educación Superior es la formulación de las bases para la fundación y desarrollo en cada uno de nuestros países del Sector Empresarial de Universidades Privadas, basado en el apoyo estatal, sistemas de préstamos y créditos estudiantiles, aportes del sector privado, la administración de aranceles, ventas de servicios, etc.
Las recetas del Banco Mundial, y esto es lo peligroso, no sólo han servido de plataforma de lanzamiento de las Universidades Privadas, que eso está muy bien porque ese es su terreno y vocación, sino que han contaminado e impregnado el discurso y perspectiva de las Universidades Públicas de la región, las que, muchas Universidades hoy, ante el estancamiento de los aportes fiscales de parte de los gobiernos, viven hoy una permanente y profunda crisis de identidad, moviéndose entre dudas y certezas, entre el derecho a la educación de la población estudiantil en situación de pobreza y la competencia con la Universidades privadas por el pastel financiero de los mercados estudiantiles en nuestros países.

* El autor es educador, exministro de educación.

lunes, 20 de febrero de 2012

El CNES, el CNU y la investigación científica 1979 – 1990: La Universidad Popular en Nicaragua

El pueblo y Gobierno de Cuba no solo apoyaron a la Revolución Sandinista en los campos de la alfabetización, la lucha contra la malaria y la organización del ejército y la policía, sino también en la organización y fundación del subsistema de Educación Superior en nuestro país, teniendo como órgano rector al Consejo Nacional de la Educación Superior, CNES, una especie de Ministerio de Educación Superior, similar y con igual status a los ministerios de este tipo en Cuba y los países socialistas, que agruparían a las universidades públicas creadas durante el decenio de los 80, y dos universidades privadas: la UCA, (1960) y la Upoli, (1967).

Como parte de este proceso de fundación integral del subsistema de la Educación Superior Pública, el Gobierno Revolucionario a través del CNES, creó la UNAN-Managua y la UNAN-León en 1982, la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI, en 1983 y la Universidad Nacional Agraria, (UNA) en marzo de 1990. Así, las cuatro universidades públicas miembros del actual Consejo Nacional de Universidades, CNU, fueron creadas por el Gobierno Revolucionario Sandinista.

Respecto a los modelos académicos de las etapas Napoleónica y Desarrollista, la nueva Universidad Popular mantuvo las viejas estructuras venidas de la Universidad Napoleónica, divididas en facultades y decanatos, se eliminaron los Estudios Generales y se mantuvieron los Departamentos Académicos de origen norteamericano, y como en Francia en tiempos de Napoleón, se crearon, por primera vez en las universidades nicaragüenses, centros de investigación separados del quehacer profesionalizante de las facultades y las carreras universitarias, y tanto a nivel central como en todas las universidades, se crearon las direcciones de Investigación y Posgrado, las que promovieron múltiples actividades de promoción de la investigación estudiantil y docente y de superación del personal académico.

En este orden, la acción fundadora de la revolución en el campo de la Educación Superior, no lo fue solo en el terreno organizativo, sino que, con la asesoría y cooperación cubana, el modelo académico universitario tradicional dio un salto de calidad hacia adelante, con la introducción en el complejo sistémico funcional universitario, de la función de investigación científica, y de la creación, por primera vez en la historia de la educación nacional, del nivel posuniversitario con la creación de los Estudios de Posgrado.   

Hasta inicios de los años 80 del Siglo XX, solo se habían logrado instalar dos de las tres funciones que Ortega y Gasset había propuesto en los años 30 para este tipo de instituciones educativas, en su ensayo La Misión de la Universidad. Estas funciones eran: la Función Docente o enseñanza de las profesiones, y la Función de Extensión o de conservación y transmisión cultural.

Para completar el tríptico orteguiano, faltaba crear la Función de Investigación o de ampliación y desarrollo de los conocimientos, y la Revolución la creó.

Por tales motivos, es acertado afirmar que el subsistema público de la Educación Superior y la Universidad Pública nicaragüense, tal como la conocemos hoy, entre tantas, es una creación de esa extraordinaria matriz cultural que fue la Revolución Popular Sandinista.  Fue con la Revolución, con el Frente Sandinista a la cabeza, y esto hay que decirlo en alta voz, independientemente que duelan muchos oídos, que la Universidad Nicaragüense, 180 años después de fundada, por fin alcanza el verdadero status de universidad en el sentido pleno del concepto y la palabra, al lograr por fin completar su sistema funcional, integrado por los subsistemas de investigación, docencia y extensión universitaria.

Esto es así, porque la Investigación, la docencia y la extensión (o vinculación con el entorno), integran un conjunto sistémico en el que sus partes interactúan entre sí, complementándose, dando y recibiendo, articulándose.

La Investigación ofrece sus resultados tanto al currículo universitario y a la docencia para convertirse en aprendizajes en el salón de clases, como a la Extensión para su aplicación en la vida social y productiva, y a su vez, la Docencia y la Extensión ofrecen a la Investigación sus escenarios, sus preguntas e hipótesis. Esa es, en síntesis, la institución que conocemos como universidad

* El autor es profesor titular de la UNAN-Managua.
migueldecastilla68@hotmail.com

jueves, 9 de febrero de 2012

1979-1990: La Universidad Popular y la Autonomía Universitaria

Toda autonomía en el campo de lo social es una construcción histórica que va a depender, no sólo de los factores temporo-espaciales en que esta se da, sino que también de múltiples circunstancias, determinaciones y hasta de personalidades que influyen en una u otra dirección. Por eso es que no se puede hablar de autonomía en términos absolutos, ni como un artefacto congelado en el tiempo; siempre toda autonomía es relativa y está en movimiento respecto de los factores y referentes que contribuyen a construirla.

Así, con la Autonomía Municipal, la de la Costa Caribe y la Autonomía Universitaria, cada una de ellas, no surgió espontáneamente, sino que fue producto de un proceso prolongado de maduración y desarrollo.

En este contexto, hoy que tanto se habla de este tema, surgen múltiples preguntas: ¿Autonomía de la Universidad? ¿Autonomía respecto de quién, o respecto de quiénes? ¿Respecto del Gobierno y del Estado? ¿Respecto del mercado? ¿Respecto de las clases sociales? ¿Una institución educativa autártica aislada de su entorno? Eso no existe, por lo menos en el terreno de la historia.

Quizás en el terreno de la metafísica, pero en el de la historia no. El caso de la Autonomía Universitaria en Nicaragua y de las relaciones entre el sandinismo y las Universidades Públicas, que tanto molesta a algunos, es un ejemplo concreto de esta complejidad.

El lapso entre marzo de 1958, cuando la Universidad Nacional de Nicaragua, fundada en 1947, alcanza su autonomía, y julio de 1961, mes de la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional, es un espacio de tiempo muy pequeño, en el que a través de diferentes factores y circunstancias, van a incubarse los gérmenes de la relación de más de medio siglo entre las universidades públicas nicaragüenses (en especial del movimiento estudiantil revolucionario) y el Frente Sandinista.

Eso explica por qué, entre el momento de la fundación del FSLN y del 19 de julio de 1979, las fuerzas políticas sandinistas que lideraron las luchas insurreccionales, incluso en las montañas, estuvo integrada en su mayoría por amplios contingentes de miembros de las comunidades universitarias (estudiantes, profesores y trabajadores administrativos) de la UNAN de León y Managua y de la UCA, lo que provocó, como un hecho absolutamente lógico y hasta natural, que una vez finalizada la lucha armada contra la dictadura, muchos de esos universitarios guerrilleros retornaran a sus aulas a continuar sus estudios o a impartir clases.

Con los cambios y transformaciones en toda la sociedad en los ámbitos político, social y cultural, el modelo académico de universidad nicaragüense, en boga desde inicios de los años sesenta del siglo XX, igual que pasara con la Universidad Colonial en los años setenta del Siglo XIX, entra en crisis, dando lugar a un nuevo tipo de universidad, cuyas características, por causas obvias, van a ser las mismas del proceso social sobre el cual se levantaría y al cual serviría como aparato de reproducción ideológica y cultural. Esto es una universidad popular al servicio de los sectores populares y de la Revolución Popular Sandinista. Lo contrario hubiera sido antinatural, antihistórico, y contradictorio.

Lo mismo pasó en los años sesenta con el capitalismo desarrollista y la universidad que le servía de agencia de reproducción, una universidad diferente a la que creció y se desarrolló en aquella época, hubiera sido, igual: antinatural, antihistórica y contradictoria.

Por ello, sin que nadie se lo propusiera, entre el Estado Revolucionario y la Universidad, se incubó, y poco a poco, se fue desarrollando una relación que más que de dependencia de la universidad respecto del Estado, o de intervención e imposición del Estado respecto de la Universidad, lo que se dio fue un proceso dinámico de mutua complementariedad entre el Estado y todos sus aparatos y ministerios y las universidades y todas sus carreras, laboratorios y espacios académicos.

La relación entre el Frente Sandinista y las universidades públicas en Nicaragua continuó durante los diez y seis años neoliberales, no sólo dotándola de la Ley de Autonomía antes de entregar el poder en abril del 2000, sino que acompañando las luchas de los universitarios en las calles y la Asamblea Nacional por su 6% constitucional. El partido de los revolucionarios nicaragüenses y las universidades públicas, cada quien según su rol y especificidad, caminando juntas hacia el futuro.

* El profesor De Castilla es autor de Universidad y Sociedad en Nicaragua (1980, dos tomos); La Universidad contra la Universidad (1998) y La Reforma Universitaria: Troya y mi idea de Universidad (2008)

jueves, 2 de febrero de 2012

1963-1979: La Universidad Desarrollista en Nicaragua

El extraordinario crecimiento y desarrollo de las fuerzas productivas en los Estados Unidos de América pasada la Segunda Guerra Mundial, por su propia necesidad y contando conque su periferia al sur del continente había iniciado un tímido proceso de sustitución de importaciones, son factores que incidirán para que a partir de la década de los años cincuenta, capitales y tecnología comiencen a tomar asiento en los países latinoamericanos de mayor desarrollo relativo. La tecnología y las matemáticas, ya no hubo necesidad de ir a comprarlas al extranjero, sino que ellas junto al capital, se vinieron a instalar en los sectores estratégicos de las economías de la región, las que poco a poco fueron siendo controladas por las agencias financieras e industriales venidas de la metrópoli capitalista.

A este proceso respondieron los estados y las universidades latinoamericanas, convirtiéndose en verdaderos aparatos de reproducción de la dependencia económica, política y cultural de los países de la región, lo que implicó un amplio conjunto de cambios en la vida de los mismos.

A esta fase del capitalismo en América Latina se le conoció como Desarrollismo, y a la Universidad que le sirvió como medio de reproducción científica e ideológica: Universidad Desarrollista.

El desarrollismo es una categoría de la economía política capitalista que define las relaciones dependientes entre los países centrales y la periferia capitalista subdesarrollada, postulando para nuestros países la ampliación de la matrícula escolar camino a ser incorporados a la producción industrial, y que deberá seguir (así se postulaba en el discurso desarrollista) las mismas etapas y procesos que hasta entonces hubieran seguido esos países, siempre y cuando se adoptaran los mismos objetivos económicos y políticos de aquellos.

Para el caso de la Universidad nicaragüense, con el logro de su autonomía, en marzo de 1958, la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua --con sede en León-- inicia el proceso de fundación de la Universidad contemporánea en nuestro país, en consonancia con el proceso de modernización del capitalismo dependiente en Nicaragua, de las manos del cultivo algodonero (1951-1959), el Mercado Común Centroamericano y la Alianza para el Progreso. Nacía así la Universidad capitalista Desarrollista en Nicaragua, heredada de la Universidad Napoleónica (dispersa, desarticulada y fragmentaria), de los años setenta del siglo XIX y de la modernización capitalista de los años sesenta del siglo XX.

En efecto, el 5 de enero de 1963, por primera vez en la Universidad nicaragüense, la UNAN presenta su Anteproyecto de Desarrollo de la Universidad para el período 1963-1966. A semejanza del Decreto Zavala del 3 de abril de 1879 para la Universidad Napoleónica, este documento inaugura la idea de Universidad Desarrollista en Nicaragua. Características de este tipo de Universidad fueron: se continuó con la organización de la Universidad dividida en Facultades y Decanatos, pero se introducía “el principio de la departamentalización”, referido al Departamento Académico de origen norteamericano, como unidad básica para que la Universidad cumpliera su misión, y se creó el ciclo de los llamados Estudios Generales obligatorios para los estudiantes al iniciar sus estudios universitarios.

Pero el carácter desarrollista de la Universidad que recién estrenaba su autonomía, no lo definía el que conservara intactas las características de la Universidad Napoleónica iniciada en 1879, sino que este se determinaría empíricamente, por la relación cara a cara entre la institución educativa y la economía capitalista dependiente de la época,  la que se va a expresar en las relaciones de mutua complementariedad entre el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social 1965-1969, del Gobierno somocista, y el Plan de Desarrollo de la Universidad Nacional 1966-1972.

Como producto del proceso de modernización, un hecho de importancia en el largo tiempo de construcción del Modelo Académico de la Universidad nicaragüense, tal como se le conoce en la actualidad, fue el surgimiento en la vida universitaria de actividades de vinculación con la vida social nicaragüense, diferentes a las actividades de enseñanza en las carreras, venidas como legado de la Universidad Colonial, tal como la publicación de revistas literarias, creación de grupos de teatro, y la realización de Cursos de Verano en diferentes lugares del país. Era Mariano Fiallos Gil, nuestro santo laico liberal, en todo su esplendor humanista, creando a inicios de los años sesenta del siglo pasado, la función de Extensión Cultural Universitaria en Nicaragua.

* El profesor De Castilla es autor de Universidad y Sociedad en Nicaragua (1980, dos tomos); La Universidad contra la Universidad (1998) y La Reforma Universitaria: Troya y mi idea de Universidad (2008).