lunes, 30 de marzo de 2015

Matrícula escolar, pobreza y pretextos mediáticos

En el contexto de la lucha política en Nicaragua, la matrícula escolar junto a los resultados de los procesos de evaluación educativa, son periódicamente convertidos en temas de atención mediática, al postular negativamente que el no logro de las metas en estos campos, son producto de la ineficiencia gubernamental respecto a los mismos.
La conversión de esos tópicos en temas  políticos, probablemente se debe al énfasis que durante los períodos de matrícula, tanto para la Educación General Básica y Media como para todas las actividades de formación y capacitación en la Educación Técnica, el Gobierno de la República como un todo, y no solo el Ministerio de Educación e Inatec, a la par de las organizaciones políticas y sociales vinculadas al sandinismo, convocan e invitan a toda la población, en especial a padres y madres de familia, a matricular a sus hijos e hijas en los centros educativos del país.  Igual experiencia se vive en comarcas y alejadas montañas durante los procesos de convocatorias para inscribirse y asistir a las unidades y puestos de alfabetización en todo el país. Para uno y otro proceso se establecen metas, hojas  de ruta y estrategias. Es la suma de una voluntad política que apuesta a la educación como requisito fundamental para salir del túnel del hambre, el analfabetismo, la falta de techo seguro y la desnutrición infantil. 
No obstante una cosa es la voluntad gubernamental, expresada de múltiples maneras en iniciativas, proyectos, alianzas, políticas, estrategias y programas, y otra cosa es la profundidad de la fosa de la pobreza,  pacientemente construida a través de la historia nacional, no solamente observable y mensurable en sus múltiples manifestaciones objetivas que a diario aparecen en las estadísticas sociales, sino que también en sus manifestaciones subjetivas, terreno en el cual la pobreza  funciona como una cultura, que  en círculos a diario aprende de sí misma, para reproducirse en la mente y las acciones de la población empobrecida, y que construyendo mil excusas y justificaciones, se transforma en obstáculo para demandar o exigir educación o acceder a las ofertas educativas.
No se confía en las voces que promueven la educación, ni se percibe a la educación como una necesidad para las personas, las familias y la sociedad.  La escuela se califica como una pérdida de tiempo y la pobreza se concibe como un castigo o un designio divino y del destino. Es la pobreza aprendida como una sistema de valores y saberes, que se aprenden desde la cuna en los primeros días y mediante múltiples procesos de socialización, va transformándose, poco a poco, en una manera de ser y una filosofía de vida hasta llegar a la edad adulta y conformar grupos familiares estables, y que cuando se interroga a sus miembros, acerca del porqué no envían a sus hijos e hijas a la escuela, responden que sus padres no necesitaron ir a la escuela para mantenerlos a ellos y a ellas y ser los hombres y las mujeres que son en la actualidad.
A este hecho de carácter cultural producto del proceso de reproducción social del capitalismo en el subdesarrollo, se suman otros hechos de carácter objetivo como lo es la dispersión de la población rural en el territorio nacional en especial en los departamentos y municipios más alejados, y la pobreza en barrios y comarcas que obligan a las familias empobrecidas a enviar a sus hijos a plazas, semáforos y plantaciones en lugar de ir a la escuela,  es la misma pobreza que, desde otra dirección, impide contar con una economía de mayores tamaños y calidad y al Gobierno de la República ofrecer los recursos financieros que necesita la educación para elevar la formación, capacitación y el sueldo de los  maestros;  ampliar los sistemas de becas entre la población empobrecida; perfeccionar permanentemente los currículos y los libros de texto; ampliar las plantas físicas de los centros de estudio y entregar a cada estudiante su computadora y accesorios tecnológicos.

Todo lo anterior dice y quiere decir, que junto a interrogar a la institucionalidad escolar y/o gubernamental sobre el cumplimiento de metas de matrícula como las que proponen los objetivos No. 2 de los ODM y de la EPT, de igual manera y con igual énfasis, en países empobrecidos como Nicaragua, hay que buscar esa información  en el entorno económico y social de los mismos. ¿Qué porcentaje de niños y niñas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Perú, Paraguay o Bolivia no lograrán alcanzar las Metas mundiales de matrícula universal en la Educación Básica en este año 2015, cuya causa fundamental no está en el interior del conjunto de factores que construyen la escolaridad, (currículo, maestros, edificios escolares, computadoras), ni siquiera en las políticas educativas propiamente dichas, sino en las mismas estructuras y procesos económicos y sociales del capitalismo a través de la historia de estos países?

viernes, 13 de marzo de 2015

SOBRE LOS ORIGENES DEL ÉXITO O EL FRACASO EDUCATIVO

Con motivo del inicio del año escolar 2015, El Nuevo Diario, durante tres días, entre el lunes 9 y el miércoles 11 de febrero pasado, publicó un amplio reportaje sobre los orígenes  del fracaso educativo en Nicaragua, escrito por los periodistas Matilde Córdoba y Yader Luna, con base en entrevistas a un amplio y variado conjunto de respondientes, entre los que sobresalen expertos(as) y estudiosos(as) del hacer educativo nicaragüense y educadores con amplia experiencia de aula.  El tema seleccionado no sólo saludaba el inicio del año escolar, sino que de alguna manera cerraba  el ciclo iniciado mediáticamente  en diciembre del año 2014, con la publicación de los resultados de los exámenes en español y matemáticas, del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo TERCE, del LLECE, UNESCO-Santiago, y de los desfavorables resultados de los exámenes de admisión del presente año en estas mismas materias, en la UNI y la UNAN-Managua, dados a conocer en enero pasado.

No obstante, los conocimientos en matemáticas y español medidos por esas pruebas, independientemente de su importancia según sus objetivos, son apenas una pequeña porción de los conocimientos  y aprendizajes relevantes que necesitan los seres humanos  para su vida en sociedad.  De ahí que es probable que cuando los expertos hablan de estimulación temprana, la importancia de los preescolares y de lectura comprensiva, se refieren a la educación que va más allá de las simples pruebas de conocimientos, es decir de una educación que es consustancial al ser humano y le acompaña permanentemente durante toda la vida. 

Provisionalmente aclarado este aspecto, queda pendiente otro aún más complejo.  Se trata del tema acerca de los orígenes del éxito o el fracaso educativo. El análisis educativo común y corriente en Nicaragua, casi siempre separa lo que sucede a lo interno de los muros escolares, de las circunstancias y avatares de su entorno social y cultural.  El hecho educativo según esta manera de concebir la educación, aparece como un hecho individual desprovisto de su carácter social, y al y a la estudiante, que es en quienes se realiza el éxito o el fracaso educativo, es decir la calidad de la educación,  rara vez son concebidos y concebidas en su totalidad social y cultural más allá de su dimensión meramente escolar.

Esta manera de abordar la cuestión educativa nicaragüense se encuentra presente en las entrevistas que  sirven de fundamento al reportaje que comentamos.  Esto es posible visualizarlo, cuando a manera de síntesis extraemos las ideas fuerzas del mismo, a saber: a) la importancia del nivel preescolar para el éxito educativo; b) los maestros(as) y en especial la formación de los maestro(as); c) la lectura  y la memorización como método de aprendizaje; d) el currículo y d) la educación rural y las escuelas multigrado.

Como es posible observar, los cinco temas y otros secundarios que podrían derivarse de los mismos, tienen que ver con la vida interna de los centros educativos.  No obstante, esta concepción hacia adentro, internalista reduccionista y escolarizada de la educación y los aprendizajes es una verdad a medias, toda vez que el o la estudiante que llega a la escuela en busca de educación, no llega de afuera de la física, sino que es un ser situado en la historia y circunstancias de su país, su familia, su barrio, su comarca, su cuadra o callejón.  Por ello, no es lo mismo hablar de éxito o fracaso educativo de estudiantes hijos e hijas de los sectores pudientes de nuestras sociedades que tienen la oportunidad de asistir a los grandes colegios privados y en sus hogares cuentan de manera individual y personalizada con biblioteca, computadora, tableta, televisión por cable y profesores de reforzamiento escolar para todas las asignaturas del currículo, que hablar de éxito o fracaso educativo de estudiantes hijos de los sectores empobrecidos, cuyas familias con muchos esfuerzos logran matricular a sus hijos e hijas en las escuelas e institutos públicos de barrios populares o las zonas rurales, y hacen mil malabares por salir bien en las pruebas y no abandonar las escuelas.

En este contexto, por causas obvias, el éxito o fracaso en la vida escolar y social del estudiante, muchas veces en países empobrecidos como el nuestro, va a depender más del origen social y de la ubicación del o de la estudiante y su familia en la estructura social de clases, que del nivel de formación de los docentes, de los niveles de colesterol y grasa del  currículo o del modelo pedagógico de uso en las escuelas. 


La investigación científica sobre la matriz de la relación escolar: interno-externo y la formulación consecuente de políticas educativas sobre la misma, podría ser de mucha importancia para el éxito educativo de los estudiantes de nuestros países.