jueves, 18 de abril de 2013

El pensamiento de la derecha sobre “vivir bonito”

En el contexto de la lucha de clases, la clase social poseedora de los atributos y mecanismos del poder, en ejercicio de su posición y status, organiza según sus necesidades de sobrevivencia e intereses, su sistema de creencias, valores e ideas, que supuestamente le permitirán reproducirse como clase en la conciencia y mentalidad de los futuros electores.

Este fue el caso de la oligarquía libero-conservadora que cuando fue gobierno durante los dieciséis años neoliberales, construyó e implantó desde su Ministerio de Educación, un modelo ideológico-financiero, qué no sólo buscaba exculpar al estado, respecto a sus responsabilidades con la población empobrecida, sino que también instalar en la misma como si fuese natural, una matriz ideológica neoliberal.

Este modelo tuvo dos grandes componentes, por un lado el referido a la administración financiera de las escuelas, conocido como Autonomía Escolar, y por el otro, un conjunto de valores explicitados en lo que se llamó Decálogo del Desarrollo.

Lo explícito del componente referido a la autonomía escolar, era el pago mensual obligatorio por el derecho de los hijos e hijas de las familias empobrecidas a educarse. Esto era lo visible, lo observable con fines de investigación. No obstante lo más importante no era lo que se veía y sufría, sino lo que no se veía y tenía fines subliminales de construcción de un pensamiento profundamente neoliberal, en la conciencia y el pensamiento de maestros, estudiantes y padres de familia de las escuelas públicas del país, que por serlo, eran las únicas a las que podían acceder las familias empobrecidas del país.

Era la búsqueda de construir al dinero en la conciencia de cada miembro de las comunidades educativas empobrecidas, como un valor fundamental para sobrevivir en la selva capitalista, en donde todo se vende y todo se compra, incluso los más elementales derechos humanos, como es el caso de la educación, que como lo dejó dicho Katherina Tomasewski, es la llave para abrir la puerta de todos los demás derechos.

Este componente del modelo ha causado tanto daño a la calidad de la educación nicaragüense y al país, que sus efectos todavía hoy se manifiestan en la memoria colectiva y las inter-fases de la vida de las instituciones escolares, y de las relaciones del día a día entre padres y madres de familia, sólo esperando, como asesino al acecho, una oportunidad para recuperar sus nefastos designios y consecuencias.

La autonomía escolar como estrategia financiera e ideológica del capitalismo neoliberal en Nicaragua, tuvo su contracara en cada aula y oficina de las escuelas y colegios públicos del país con el Decálogo del Desarrollo, que fue una especie de catecismo, escrito por un señor de origen peruano llamado Octavio Mavila Medina, y que con base en la llamada teoría difusionista, propia de la sociología funcionalista norteamericana, nos proponía que el subdesarrollo nicaragüense se sobrepasaría cuando nosotros hayamos copiado de los países desarrollados, su modo de vida.

Para Mavila y sus promotores pinoleros, lo que nos faltaba a los nicaragüenses era aprender de los europeos y norteamericanos sobre la manera de conducirnos, trabajar, organizar las instituciones y hasta hablar. Por ello, el Decálogo manda y obliga a todos los educadores de nuestro país, que crean y que creyendo que es cierto, enseñen a sus estudiantes que la única forma de salir del subdesarrollo es siendo “ordenados, limpios, puntuales, responsables, honrados, trabajadores, ahorrativos, con deseo de superación, respetuosos del derecho de los demás y de las leyes”.

Como se comprenderá, esta ideología enmascara las verdaderas causas del subdesarrollo nicaragüense y latinoamericano, que tienen que ver directamente con el proceso de conformación del capitalismo como sistema planetario a través de su historia, y está relacionada más con las formas y maneras como se conformaron las clases sociales en el país, y las relaciones políticas, económicas y culturales de la oligarquía nicaragüense; con las clases dominantes a nivel internacional a través de nuestra accidentada historia; que con la falta de puntualidad, orden y aseo de los y las nicaragüenses.

lunes, 8 de abril de 2013

Familias y escuelas juntas para vivir bonito

Obligados por las exigencias del entorno, por lo que algunos llaman calidad de la educación, en las escuelas usualmente nos empeñamos por enseñar matemáticas, español o conocimientos instrumentales para enseñar profesiones o a leer y escribir a niños y niñas. Sin embargo hay un área frecuentemente olvidada, y tan o más importante que aquella, ésta es la de los conocimientos-valores.

Los conocimientos instrumentales y científicos, por lo general, enriquecen o califican con destrezas, habilidades y competencias la fuerza viva de trabajo de cada persona. A mayor cantidad y especialización de estos conocimientos, mayor capacidad del individuo para desempeñarse profesionalmente en un ámbito determinado, sea para personal médico, de ingeniería hidráulica o maestros, en cambio los conocimientos-valores, sirven al ser humano para funcionar eficientemente en una sociedad.

En la actualidad observamos en nuestro país y en la mayoría de los países, personas con comportamientos considerados corruptos y deshonestos, vulgares, inhumanos, individualistas, insensibles frente al dolor ajeno, que arrojan la basura a la calle sin importarles el daño al ambiente, egoístas, con actitudes violentas que se reflejan en malos padres, malas madres y malos hijos/as, en fin, en malos ciudadanos. Muchas de estas personas, a veces pueden estar bien preparadas en conocimientos instrumentales, pero tener una frágil formación en conocimientos-valores, al final los conocimientos instrumentales o profesionales para lo que les sirven, es para dañar y hacer mal a otras personas y no para construir y hacer el bien. Casos hay de médicos que inventan enfermedades a sus pacientes para operarles y dejar en la calle a sus familiares, o de abogados, que hacen firmar a sus clientes analfabetas con la yema del dedo, para después quedarse con sus propiedades.

La educación escolarizada, meritocrática, normada y sistematizada, se diferencia de las otras educaciones no formales, desescolarizadas e informales, en que la primera cubre todos los ámbitos de la educación, tanto el de los conocimientos instrumentales orientados a las calificaciones de la fuerza de trabajo, como el ámbito de los conocimientos-valores, orientados a los procesos de reproducción de la vida en sociedad, de acuerdo a las tradiciones, cultura identitaria, usos y costumbres de cada país.

Caso contrario, la educación en valores es tarea de toda la sociedad, sus instituciones y organizaciones, en especial de las familias. El niño y la niña, aprenden en el seno familiar, todo lo bueno y lo malo, que después pondrán en práctica cuando sean adolescentes, jóvenes y adultos. El niño, la niña y los jóvenes, vienen a la escuela con toda una carga de fortalezas o debilidades axiológicas, que en ese pequeño mundo que es el aula de clases, encontrarán el lugar propicio para desarrollarse, negativa o positivamente, no sólo por la práctica y el ejemplo de sus maestros, sino que también, y esto es de la mayor importancia, por la acción e influencia educativa de sus compañeras y compañeros de clase. Esto explica el alto nivel de importancia estratégica de la unidad en la acción y la práctica educativa, entre la familia y la escuela, entre los padres y madres y los maestros o maestras de sus hijos e hijas.

Esta problemática es de la mayor importancia en la actualidad en el contexto de la Gran Campaña Nacional para Vivir Bonito, Vivir Bien, toda vez que la misma, junto a ser una jornada en defensa del ambiente, es una Campaña de Educación en Valores, y a la misma han sido convocadas los Gabinetes de la familia, las escuelas y los educadores, y todos los actores sociales e institucionales productores y reproductores de valores en nuestro país. Una extraordinaria oportunidad para acercar la escuela a las familias, o viceversa, no sólo para que padres y madres vengan a la escuela a revisar los boletines de sus hijos y conocer cómo van en matemáticas o español, sino también para intercambiar y negociar criterios y estrategias comunes en el proceso de educación en valores de sus hijos e hijas.

* Profesor