miércoles, 19 de agosto de 2015

La Educación Multigrado en Nicaragua: los pobres en la mira

En los días de mi formación como Maestro Normalista a inicios de los años sesenta del pasado siglo, en la Escuela Normal de Varones “Franklin Delano Roosevelt”, de Jinotepe, había una escuelita en La Paz de Carazo que todos conocíamos como la Escuela Unitaria de Dulce Nombre de Jesús y de la cual el doctor Alejandro Covarrubias, asesor de la Unesco en nuestra Escuela Normal, hablaba maravillas, y a la cual, por tal razón, todos queríamos ir a hacer nuestra práctica docente. El nombre de Escuela Unitaria, en aquellos días buscaba designar a escuelas con estudiantes de varios grados con un solo maestro o maestra. Eran las escuelas que hoy conocemos como unidocentes o multigrado y en las cuales un o una docente se encarga de administrar los procesos de enseñanza aprendizaje, para estudiantes matriculados en diferentes grados del nivel primario.
La Educación Multigrado es la educación típica de países con alta dispersión demográfica, en cuyos territorios existen estudiantes de diferentes grados escolares, pero cuya cantidad no amerita el nombramiento de un docente por grado, motivo por el cual se nombra a un maestro o maestra para atender a todos los estudiantes de todos los grados.
Como se podrá comprender, si para que un docente atienda un solo grupo de un mismo grado las dificultades metodológicas pedagógicas, didácticas y sociológicas que hay que afrontar y solucionar son muchas y complejas, el que un docente trabaje simultáneamente con diferentes grupos de diferentes grados multiplica las complejidades y las dificultades, en circunstancias que lo que se recomienda es la personalización del proceso de enseñanza aprendizaje.
En muchos países de América Latina y el Caribe la Educación Multigrado por la cantidad de escuelas de este tipo respecto al número de escuelas primarias, es la manera de ser del nivel primario de los sistemas escolares. La dispersión de la población en amplios espacios de las zonas rurales, como residuos tardíos de los  procesos de migración campo-ciudad, obliga a los gobiernos a ofrecer educación a las poblaciones en edad escolar en esos territorios. En este contexto, el debate acerca de esta modalidad educativa en diferentes países, se mueve entre quienes sin comprender las dinámicas demográficas, proponen la desaparición de la Educación Multigrado y los que oponiéndose a esta posición recomiendan especializar y mejorar la misma de cara a elevar su calidad en términos de aprendizajes.
Convencidos de que la opción correcta es la intervención en este tipo de educación para su perfeccionamiento, el Ministerio de Educación, con el apoyo de AGE, Unicef y la OEI, realizó los días jueves 30 y viernes 31 de julio pasado el Foro Internacional Aprendizaje y Calidad en la Educación Multigrado, con la participación de doscientos cincuenta docentes de escuelas multigrado, asesores pedagógicos, directores de centros, delegados departamentales y municipales, madres y padres de familia y estudiantes de todo el país, teniendo como expositores a especialistas de este tipo de educación originarios de España, Cuba, México, Guatemala, Ecuador, Perú, Jamaica, Colombia, Venezuela y Nicaragua. Un ejemplo de los vientos que soplan para la Educación Nacional en la actualidad, signados por la articulación y participación de todos los actores del proceso educativo nacional.
El interés del Gobierno por esta modalidad educativa y por sus maestros y maestras, es el mismo interés respecto de los maestros de los preescolares comunitarios y de los maestros populares de la alfabetización y la educación de adultos, y también de los maestros y estudiantes de la Educación Secundaria en el campo, es decir de la educación para los hijos de las familias empobrecidas, de los pobres y de los más pobres entre los pobres, que tienen en la educación el medio fundamental, y a veces único, para salir del túnel de la pobreza.
Las recomendaciones del Foro apuntan a la organización escolar en las aulas de clase combinando grados escolares; la revisión del currículo de aula de esta modalidad y la formación de los nuevos maestros; la especialización de metodologías multigrado como el Tema Común y la Clase Única; la adecuación curricular en el aula con enfoque de atención a la diversidad y de desarrollo humano y el acompañamiento pedagógico y estímulo y promoción moral y material para los educadores.
Un verdadero menú de opciones y alternativas para el desarrollo de este tipo de educación, en provecho de las poblaciones empobrecidas de nuestro país.

(*)Secretario Permanente de la Comisión Nicaragüense de Cooperación con la Unesco.

viernes, 7 de agosto de 2015

Juan Bautista Arríen, los libros y yo

Mi homenaje a Juan Bautista Arríen en el primer aniversario de su paso a la inmortalidad el próximo 9 de agosto.
Conocí a Juan Bautista Arríen en noviembre de 1976, en la Universidad Centroamericana, durante el seminario “La Educación en Nicaragua, Situación y Perspectivas”, patrocinado por el Instituto de Promoción Humana (Inprhu), cuyo informe final a manera de libro, Reynaldo Antonio Tefel lo titulara “Educación y Dependencia, El Caso de Nicaragua”. Los autores de este libro, publicado en septiembre de 1977, seríamos Miguel Obando y Bravo, Mariano Fiallos Oyanguren, Juan Bautista Arríen, Guillermo Rosales Herrera, Edgard Macías Gómez, Douglas Stuart Howay y quien escribe. El texto de Juan Bautista se tituló “La Educación Superior en Nicaragua” y el mío, “La Educación en Nicaragua: Un Caso de Educación para el Desarrollo del Subdesarrollo”. A partir de este encuentro, Juan y yo quedamos asociados en comunidad de intereses alrededor del estudio de la Educación Nicaragüense. A septiembre de 1977, Juan Bautista había publicado su libro “Nicaragua en la Educación” en mayo 1977, que escribiera conjuntamente con Rafael Kauffmann, y yo en 1972, había ganado el Premio XXV Aniversario de la Editorial Paidós de Buenos Aires-Argentina, con el libro “Educación para la Modernización en Nicaragua”.
Después vinieron los años de la revolución y de nuevo con Juan Bautista volvimos a compartir trinchera. Esta vez no fue escribiendo libros, sino haciendo la revolución en el terreno educativo en el viceministerio de Planificación y Política Educativa. Él cómo director de la Dirección de Planificación y yo como viceministro. En ese lugar, como en yunta, encabezamos la Consulta Nacional para definir Fines, Principios y Objetivos de la Nueva Educación; la implantación de los Talleres de Evaluación, Programación y Capacitación Educativa (Tepces) y la promoción de un modelo de Planificación Participativa de la Educación.
Años más tarde, en 1995, Xavier Gorostiaga siendo rector de la UCA puso en manos de Juan Bautista la idea de crear en Nicaragua el capítulo nicaragüense del Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina (Preal), organismo que después, por problemas de concepción sobre el papel de la educación como proceso de reproducción social en el capitalismo, sirvió de explicación negativa para crear una entidad ideológicamente diferente, más ligada a una pedagogía para el cambio y la transformación social llamada Instituto de Educación de la UCA (Ideuca).
Mientras el Preal y sus organismos periféricos en cada país de la región promovían la privatización de la educación pública con proyectos similares a la Autonomía Escolar y a la articulación entre la educación y las necesidades empresariales privadas,  especialmente con las instituciones de la Educación Técnica y la Educación Superior; el Ideuca tenía como divisa la defensa del Derecho a la Educación de las poblaciones empobrecidas, por eso es que en su seno surgió un organismo como el Foro de Educación y Desarrollo Humano de la Iniciativa por Nicaragua. Para acompañarle en esas batallas, Juan Bautista quiso recuperar nuestra vieja historia de los años de la revolución en el Ministerio de Educación, invitándome a acompañarle en aquella aventura del espíritu, que significaba fundar un organismo académico dedicado a investigar la educación nacional y dictar cursos de capacitación para maestros en todos los rumbos del país.
En el Ideuca de nuevo los libros volvieron a ser el cemento que sellara nuestra amistad como si de una roca se tratara. En 1997, fue “Nicaragua: la Educación de los noventa: desde el presente pensando el fututo”, obra escrita por Juan Bautista, Xavier Gorostiaga, Carlos Tünnermann, Rafael Lucio y quien escribe. Después entre 1998 y el 2000, Juan Bautista, Rafael Lucio y yo, escribimos y publicamos “La Educación y la Reforma de la Educación en cinco países centroamericanos”; “La Educación en Nicaragua entre siglos, dudas y esperanzas” y “Nuevos modos de pensar y hacer educación”.
A Juan Bautista le gustaba unir su pluma de guerrero a la de sus compañeros de oficio. Así fue con Rafael Kauffmann en los años setenta del siglo pasado y después con Roger Matus Lazo a fines de los años ochenta con la obra “Nicaragua: Diez años de Educación en la Revolución” y también conmigo en los años 2001 y 2002 con nuestras obras “Educación y Pobreza en Nicaragua: las apuestas a la esperanza” y  el libro “Contribución de los organismos de la Sociedad Civil a la transformación de la educación nicaragüense”.
Los libros, siempre los libros, para siempre los libros entre Juan Bautista Arríen y yo.
* Sociólogo nicaragüense.