miércoles, 25 de octubre de 2017

Mariano Fiallos Gil: 53 años de inmortalidad

El pasado 7 de octubre cumplió 53 años de muerto Mariano Fiallos Gil, para mí, el Santo Laico de la universidad y los universitarios nicaragüenses.
A Mariano Fiallos Gil, lo conocí a través de su hijo Mariano Fiallos Oyanguren, cuando este, como rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en 1975, a mi retorno de Panamá, me encargó la tarea de escribir el libro “Universidad y Sociedad en Nicaragua”, obra en la que me propuse investigar la historia de la universidad nicaragüense, desde su fundación en 1812 hasta inicios de los años 70 del siglo XX. Fue así, en ese recuento de días e historias, en que necesariamente me encontré con Mariano Fiallos Gil y su lucha por fundar la universidad nicaragüense, tal a como la conocemos hoy.
Hasta antes de Mariano Fiallos Gil, la Universidad en Nicaragua había cumplido dos etapas perfectamente identificables según sus hechos y significados. La primera etapa inicia el 10 de enero de 1812, con la fundación de la Universidad de León. “Una institución que, como dijera José Coronel Urtecho, era conservadora, tradicionalista, enteramente arraigada a la mentalidad colonial y florecida a la sombra de la iglesia’’.
Con las luchas por la  independencia, la universidad colonial, escolástica y pontificia perdió su base de sustentación y  una nueva universidad debía sucederle. Esa nueva calidad fue la llamada Universidad Napoleónica, la que vino a América como cualquier artefacto cultural, para satisfacer las necesidades de modernización de las clases dominantes, dependientes, económica y culturalmente de la metrópoli europea.
En Nicaragua, el 3 de abril de 1879, el gobierno del general Joaquín Zavala emitió un decreto en el que ponía fin a  la universidad colonial basada en cátedras. El decreto del presidente Zavala de  1879 inaugura así en Nicaragua el modelo académico de Universidad Napoleónica cuyas características, todavía presentes en la universidad nicaragüense, fueron el profesionalismo y la descentralización de la enseñanza. 
Entre 1879 y 1957, año que la Universidad Nacional de Nicaragua alcanza su autonomía, suceden muchas y variadas circunstancias para las universidades en el contexto latinoamericano y nicaragüense. 
En los años cincuenta, previos a 1957, la Universidad Nacional de Nicaragua era como un instituto de secundaria más en manos del Ministerio de Educación. Construir la universidad para ponerla al servicio de las ciencias, las humanidades, la libertad y la nación nicaragüense, necesitaba alcanzar su independencia y autonomía. En este contexto es cuando aparece Mariano Fiallos Gil en Nicaragua, como una personalidad descollante en el contexto entre rural y  provinciano de la universidad nicaragüense de aquellos días. Lo que piensa y propone el rector Fiallos Gil es otra idea de universidad, y para él, necesariamente la materialización de esa idea tenía como requisito previo la autonomía de la universidad respecto al gobierno somocista.
Para Mariano Fiallos Gil, la autonomía de la universidad no era un fin en sí mismo, sino que era el requisito para pensar y hacer otro tipo de universidad, basado en otro tipo de principios y valores. Con otros objetivos y otros fines. Con otra visión del futuro. 
En manos de Mariano Fiallos Gil, la universidad nicaragüense por vez primera en su larga historia de más de un siglo, va a salirse de las aulas de clase a las calles y va a hacer teatro, conferencias y cursos de verano para obreros, va a publicar revistas literarias y comenzará a hablar de investigación, completando por primera vez, hace casi sesenta años, el tríptico orteguiano de investigación, docencia y extensión cultural universitaria. 
Sin embargo, si bien todas estas actividades dan testimonio de un proceso de ruptura y cambio del viejo camino a  lo nuevo, lo verdaderamente importante fue y es, el sentido más profundo de aquellos hechos cargados de una ideología extraña y novedosa en el discurso intelectual de la época, alrededor del concepto de hombre y de humanidad, en virtud del cual Mariano Fiallos Gil pide un nuevo humanismo para el destino de nuestro país y para la salvación del género humano. Un nuevo humanismo cuando la tecnología, los celulares y los negocios amenazan con engullirse toda esperanza. Un humanismo comprometido y militante. Un humanismo beligerante, inacabado e inconcluso, y todavía pendiente para nuestras universidades y nuestra sociedad. 

lunes, 16 de octubre de 2017

Memoria y Elogio de Mariano Fiallos Gil


Miguel De Castilla Urbina


Palabras pronunciadas en homenaje al Cincuenta y tres aniversario del fallecimiento del Rector Mariano Fiallos Gil, en el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua-León, el 09 de octubre del 2017.

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Yo no  conocí personalmente a Mariano Fiallos Gil. La imagen que tengo de él, es la de su fotografía como Rector frente a la Cátedra. Un hombre alto, flaco, semicalvo, de saco negro y corbatín, frente a un micrófono, seguramente dictando una conferencia o pronunciando un discurso. Mi imagen del santo Laico de la universidad y los universitarios nicaragüenses.

Yo no pertenecí  a la Generación de la Autonomía que liderara Mariano Fiallos Gil, conjuntamente con un puñado de estudiantes y profesores a fines de los años 50 del pasado siglo en la ciudad de León, en Nicaragua.

Yo tampoco pertenecí a la Generación de estudiantes de la UNAN aquel 23 de julio de 1958. La de aquel puñado de aguerridos estudiantes que se oponían a la dictadura dinástica de los Somoza. Yo me enteré de la masacre estudiantil, estando en Jinotepe cuando seguía mis estudios de Magisterio en la Escuela Normal Franklin Delano Roosvelt.

A Mariano Fiallos Gil, lo conocí a través de su hijo Mariano Fiallos Oyanguren, cuando éste, como Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en 1975, a mi retorno de Panamá, me contrató para escribir el libro Universidad y Sociedad en Nicaragua, obra en la que me propuse escribir la historia de las universidades nicaragüenses desde su fundación en 1812 hasta inicios de los años 70 del siglo XX.

En ese libro busqué interpretar el recorrido de la Universidad Nicaragüense a través de sus reformas. Fue así, en ese recuento de días e historias, en que necesariamente me encontré con Mariano Fiallos Gil y su lucha por fundar la Universidad tal como la conocemos hoy.

Hasta antes de Mariano Fiallos Gil, la Universidad en Nicaragua había cumplido dos etapas perfectamente identificables a través de sus hechos y significados. La primera etapa que inicia el 10 de enero de 1812, con la fundación de la Universidad de León. Una Universidad que como todas las del nuevo mundo, fue fundada como una institución de enseñanza cuyo modelo académico tenía como base a las cátedras de latín, moral, gramática, teología dogmática, derecho canónico y filosofía. ‘’Una institución que, como dijera Jose Coronel Urtecho, era conservadora, tradicionalista, enteramente arraigada a la mentalidad colonial y florecida a la sombra de la iglesia’’.

Con las luchas por la  independencia la universidad colonial, escolástica y pontificia en América, perdió su base de sustentación y  una nueva calidad debía sucederle. De esta manera la llamada Universidad Napoleónica vino a América como cualquier artefacto cultural para satisfacer las necesidades de modernización de las clases dominantes, dependientes, económica y culturalmente de la metrópoli europea.

La clausura según países de algunas de las universidades coloniales y su conversión a Napoleónica fue así: en 1833 la Universidad de México, en 1839 la Universidad de Chile, en 1854 Argentina, en 1856 Perú, en 1867 Colombia y en 1879 la Universidad de León, de Nicaragua. En Nicaragua el 3 de abril de 1879, el gobierno del General Joaquín Zavala, emitió un decreto en el que ponía fin a  la universidad colonial basado en cátedras.

A partir de entonces la universidad se organizaría en facultades y decanatos. Las facultades serían las siguientes: ciencias y letras, derecho, medicina, farmacia y ciencias naturales, que sustituía a la teología. El decreto del presidente Zavala de  1879, inaugura así en Nicaragua el modelo académico de Universidad Napoleónica cuyas características, todavía presentes en la Universidad Nicaragüense, fueron el profesionalismo y la descentralización de la enseñanza. Cada facultad es una isla que atiende sus propios asuntos.  La universidad es un archipiélago de unidades administrativas y académicas en lugares diferentes y problemáticas diferentes.

La investigación y la extensión universitaria no se mencionan, la administración de la universidad depende del gobierno de la República quien nombra a una junta de cinco miembros con el nombre de Consejo de Instrucción Pública. Entre 1879 y 1958, año que la Universidad Nacional de Nicaragua alcanza su autonomía, suceden muchas y variadas circunstancias e historias en el contexto latinoamericano y de sus universidades.

En Córdoba, Argentina, en 1918 los estudiantes se revelan, iniciando los procesos de reforma universitaria en América Latina, lo que necesariamente implicaba las luchas por la autonomía universitaria. En este contexto es cuando aparece Mariano Fiallos Gil en Nicaragua, como una personalidad descollante en el contexto casi rural y  provinciano de la universidad nicaragüense de aquellos días. Lo que piensa y propone Mariano es otra idea de universidad, y para él, necesariamente la materialización de esa idea tenía como requisito previo, la autonomía de la universidad respecto al gobierno somocista.

En los años cincuenta previos a 1957, la Universidad era como un instituto de secundaria más en manos del Ministerio de Educación. Construir la Universidad para ponerla al servicio de las ciencias, las humanidades, la libertad y la nación nicaragüense, necesitaba dar un salto de calidad hacia adelante y para ello había que alcanzar su independencia y autonomía. La autonomía de la Universidad como una necesidad histórica. Como un requisito histórico.

Para Mariano Fiallos Gil, la autonomía de la universidad no era un fin en sí mismo, sino que era el requisito para pensar y hacer otro tipo de Universidad, basado en otro tipo de principios y valores, con otros objetivos y otros fines. Con otra visión del futuro. En este orden, identificar a Mariano Fiallos Gil, solamente como el fundador de la autonomía universitaria sin reflexionar sobre las consecuencias que trajo consigo ese hecho para la universidad y la sociedad nicaragüense, es reducir su presencia, importancia y trascendencia histórica para la universidad nicaragüense y nuestro país. La autonomía era el requisito, el medio, el mecanismo. La finalidad, era la Universidad y con ella la Nación Nicaragüense.
La Universidad nicaragüense por vez primera en su larga historia de más de un siglo, va a salirse de las aulas de clase a las calles y va a hacer teatro, conferencias y cursos de verano para obreros y va a publicar revistas literarias y comenzará a hablar de investigación, completando por primera vez, hace casi sesenta años, el tríptico orteguiano de investigación, docencia y extensión cultural universitaria. Si los estudiosos de la Universidad nicaragüense de estos días, desean conocer los orígenes de todos los festivales de música, danzas y arte en nuestras universidades públicas, de las jornadas universitarias de desarrollo científico, de los universitarios nicaragüenses volcados a todas las misiones donde necesita nuestro pueblo a su juventud, que vayan a los escritos, discursos y mensajes de Mariano Fiallos Gil  y a las Memorias anuales  de actividades de la Universidad Nacional Autónoma de Mariano Fiallos Gil de inicios de los años sesenta del siglo XX, que busquen las revistas Ventana y Cuadernos Universitarios.

Si todas estas actividades dan testimonio de un proceso de ruptura y cambio de lo viejo hacia lo nuevo, lo importante no fueron sus procesos y resultados administrativos y académicos, lo importante fue y es el sentido de aquellos hechos cargados de una ideología extraña y novedosa en el discurso intelectual de la época, alrededor del concepto de hombre y de humanidad, en virtud del cual Mariano Fiallos Gil pide un nuevo humanismo para el destino de nuestro país y para la salvación del género humano.

‘’Nunca, afirmó hace más de 60 años, tal vez se haya pasado por una época tan tremenda como esta, en donde, con toda urgencia, el hombre requiere un poco de ‘’humanidad’’ para salvarse a sí mismo de la ciencia o de la democracia; para apuntalar ese enorme edificio que se nos está viniendo encima desde sus cimientos’’. ‘’ Reeducar al hombre y liberarlo de la esclavitud en la cual ha caído. Sacarlo de la cárcel que construye con sus propias manos y convertir a su ciencia desnuda, de injusticia, en ciencia de amor y sabiduría’’. ‘’ Y esto no podrá ser nunca posible, si en los laboratorios y gabinetes de las universidades, no se forma el sentido humano de la ciencia en toda su integridad, para salvarnos de la servidumbre’’.

Un nuevo humanismo, es el que pregona Mariano Fiallos Gil, un humanismo para el hombre y la mujer de hoy, comprometido, militante, beligerante.
Un humanismo Beligerante, inacabado inconcluso, y todavía pendiente para nuestras universidades y nuestra sociedad.

Octubre 2017 

jueves, 12 de octubre de 2017

¿Qué son los Geoparques Mundiales de la Unesco?

Uno de los criterios para que la Unesco apruebe e incluya a un Geoparque Nacional como miembro de la Red de Geoparques Mundiales de la Unesco es que estos tengan como mínimo un año de funcionamiento como tales. Por ello, el punto de partida habrá de ser determinar cuáles son los atributos y características de un territorio dentro de un país para ser reconocido como Geoparque.
Para la Unesco, ‘’el concepto de Geoparque surgió a mediados del decenio de 1990 para dar respuestas a la necesidades de conservar y realzar el valor de zonas de importancia geológicas en la historia de la tierra’’; en este orden, para la organización mundial‘’, un Geoparque es una zona protegida que cuenta con un patrimonio de importancia internacional, que cumple con criterios de unidad y estética.   Este patrimonio es utilizado para promover el desarrollo sostenible de las comunidades locales establecidas en el lugar’’.
Por su parte el doctor Guy Martini, experto de la Unesco en esta esfera, expresa que ‘’ los Geoparques son territorios nuevos, amparados por la Unesco, en los que se promueve una apertura al pensamiento, a la investigación y a la reflexión. Los Geoparques están llamados a ser los nuevos territorios naturales del siglo XXI. Cuando hablamos de ellos no debemos fijarnos únicamente en su componente ecológico, sino que hay que analizarlos en su aspecto global’’.
 El ‘’aspecto global’’, al que se refiere Martini, es al ‘’diálogo‘’ que se establece entre aquellos territorios o geositios que ‘’poseen un patrimonio geológico excepcional de valor internacional‘’; la geología y las Ciencias de la Tierra que realizan investigaciones en ese patrimonio;  las comunidades y grupos sociales asentados en su entorno, que basados en el producto de esas investigaciones, identifican sus atributos y los protegen; y el geoturismo que promueve el desarrollo económico y social de los territorios Geoparques, y la educación en todas sus modalidades y niveles, lo que garantiza la continuidad de los Proyectos Geoparques de cara al futuro.
Los geositios, las ciencias geológicas, las comunidades, el turismo y la educación, cada una de acuerdo a sus propias especificidades, en diálogo permanente, avanzado, cumpliendo sus rolles, camino hacia el futuro
De los cinco componentes, sobresalen las comunidades. Sobre este tema Diego Irazabal, coordinador del Geoparque Grutas del Palacio, Intendencia Departamental, de Flores, Uruguay, dice que: ‘’los Geoparques nacen cuando la propia comunidad se concientiza y moviliza entorno a su patrimonio geológico y natural‘’. Esto expresa que la idea de la construcción conceptual y jurídica de un Geoparque no obedece a una decisión o a un mandato de una instancia académica o empresarial impuesto de manera vertical de arriba hacia abajo, sino que por el contrario, como lo afirma la misma Unesco, ’’desde el inicio los Geoparques adoptaron un enfoque ‘’ de abajo hacia arriba ‘’, esto es, impulsado por la comunidad, con el fin de asegurar que se pudiera conservar y promover la importancia geológica de la zona para la ciencia, la educación y la cultura, además de ser utilizada como activo económico sostenible, mediante el fomento del turismo responsable’’. 
Esta condición es de gran importancia, toda vez que no basta la existencia de un accidente geográfico de atractivo escénico (un mirador, una laguna cratérica, un volcán, una isla o un cañón) para que sea considerado Geoparque, sino que este deberá poner en evidencia ‘’los vínculos entre el patrimonio geológico y todos los demás aspectos del patrimonio natural y cultural de la zona, demostrando que la diversidad geológica es el fundamento de todos los ecosistemas y la base de la interacción de los seres humanos con el paisaje’’.
Teniendo a las comunidades como promotoras de las iniciativas Geoparque, en el proceso de su construcción, a la vez que está presente la investigación científica geológica realizada por institutos especializados, lo que le da fundamento y certeza a cada proyecto,  sobresalen sobre todas las cosas, las relaciones culturales y educativas que se establecen como partes de la vida cotidiana y el quehacer diario de los Geoparques, las tres, la ciencia, la cultura y la educación, como una síntesis de las  grandes funciones de la Unesco  a nivel mundial.