jueves, 15 de diciembre de 2016

Con Fidel a las dos de la mañana

A Rosendo Morales González (hermano),
a Carlos Antonio De Castilla Vargas (hijo)
La primera vez que escuché hablar de la educación en Cuba y de su reputación como una de las mejores de América Latina y el Caribe, fue a inicios de los años 70 del pasado siglo en Panamá. Eran los días de la lucha del pueblo panameño encabezados por Omar Torrijos Herrera en contra de la presencia del Ejército norteamericano en la llamada zona del Canal, y cuando quien escribe, era profesor titular de Sociología de la Educación en la  Facultad de Educación de la Universidad de Panamá.  Fue durante un Congreso de la Asociación Centroamericana de Sociología (ACAS), en el que un sociólogo cubano presentó una manera de hacer educación absolutamente diferente a lo que nosotros conocíamos hasta entonces, no solo respecto a las orientaciones de la política educativa y las relaciones entre la educación escolar y la extraescolar, educación y trabajo; educación científica y educación moral,  sino que también, respecto a los resultados de esas relaciones en términos de acceso y cobertura e indicadores básicos de calidad y pertinencia.
El 19 de julio de 1979 triunfa la Revolución sandinista y la Dirección Nacional del FSLN nombra al Dr. Carlos Tünnerman y a quien escribe ministro y viceministro de Educación respectivamente.  Era el momento de la memoria y Cuba y su educación vinieron intactas a nosotros.  La Revolución cubana y la naciente Revolución popular sandinista eran procesos históricos hermanos en la larga historia latinoamericana por su liberación, por lo que una visita de trabajo a Cuba se presentaba obligatoria.  Así las cosas, el ministro Tünnerman gestionó la misma y organizó la comitiva que viajaría a la isla, la que estuvo integrada por funcionarios del Ministerio de Educación y miembros de la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua, la Federación de Estudiantes de Secundaria y la Federación Nacional de Padres de Familia. El viaje se realizó a mediados de octubre de 1979, siendo sus propósitos conocer la experiencia educativa de la Revolución y valorar las posibilidades de colaboración del Gobierno cubano con Nicaragua y su Revolución.
Desde que se estaba organizando el grupo, un objetivo secreto rondaba entre nosotros, este era: poder conocer a Fidel Castro. Así las cosas, un día, o mejor decir una noche, a eso de las 12 de la madrugada, cuando todos dormíamos en nuestras habitaciones de la casa de protocolo en que nos hospedábamos, el doctor Tünnerman y otros compañeros, golpearon a nuestras puertas avisándonos con urgencia que nos levantáramos que pronto llegaría Fidel.  Y así fue, en cinco minutos, todos estábamos listos para recibir, a quien desde siempre, era para muchos de nosotros, símbolo vivo de lucha antiimperialista en nuestra América.
La reunión con Fidel duró casi tres horas.  Fue una conversación con un perfil muy particular y único: Fidel preguntaba, nosotros respondíamos y él hacía cálculos y proyecciones en el tiempo y el espacio de la geografía nicaragüense.  Él nos preguntaba, por ejemplo,  sobre el número de muertes durante la guerra de liberación, mortalidad infantil, las enfermedades más comunes, y al final hacía cálculos de médicos y especialistas; nos preguntaba sobre población en edad escolar, cobertura y abandono, y también sobre tasas de analfabetismo, hacía cálculos en el aire y al final nos decía cuántos maestros enviaría Cuba a Nicaragua.  Un mes después, el Gobierno cubano convocó a médicos y educadores de toda la isla para venir a Nicaragua, se presentaron 25,000 candidatos,  al final vinieron 3,000 médicos y maestros.
Hoy cuando Fidel es  juramento, promesa y compromiso, bandera e himno, y cuando millones en Cuba y todo el mundo son (somos) Fidel, contamos la historia de esa madrugada que dice de un hombre venido de otro mundo posible y de una historia sin tiempo, que no preguntaba por medios de producción para venir a saquear: tierras, bosques, lagos, playas, minas, sino por seres humanos a quienes venir a ayudar: ancianos, mujeres, discapacitados, analfabetas y principalmente niños y niñas, todo con el simple propósito de hacer cálculos acerca del tamaño del amor y la solidaridad de Cuba con la naciente Revolución nicaragüense.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Importancia y urgencia de la orientación vocacional y profesional

En mis dos artículos anteriores sobre el caso de las famosas 24 carreras para las cuales la UNAN-Managua ha eliminado el también famoso examen de admisión, he mencionado la necesidad e importancia de la orientación vocacional y profesional, tanto para los estudiantes de manera individual, como social para el sector productivo y de servicios y  de los centros educativos de la educación superior y de la educación técnica y profesional.
La orientación vocacional es una función curricular compleja en la que intervienen un conjunto de variables relacionadas tanto con las cualidades personales de los estudiantes, como con la realidad presente y futura de la economía y de los sistemas escolares de los países, en especial de las demandas de fuerza de trabajo de los sectores económicos y de la oferta de carreras de parte de los subsistemas de educación superior y educación profesional y técnica.
Lo común para la mayoría de los países ha sido que los servicios de orientación vocacional sean ofrecidos por instancias con funciones especiales de asesoría vocacional en centros de educación secundaria para los estudiantes de los últimos años, o que sean ofrecidos por oficinas especializadas de las vicerrectorías de atención a estudiantes de determinadas universidades; o por institutos privados de asesoramiento vocacional, existentes en las grandes ciudades al servicio de estudiantes de los sectores acomodados.
En Nicaragua la mejor y más extendida experiencia sobre este tema se produjo durante los años 80 en el contexto de la Revolución Sandinista.  En esa época, en el Ministerio de Educación, se creó una dirección especializada cuyo nombre era  de Formación Vocacional y Orientación Ocupacional, la que tenía contrapartes en todas las delegaciones departamentales y los principales centros de educación secundaria del país y en las Universidades Nacionales miembros del Consejo Nacional de la Educación Superior (CNES).
Hoy que se debate y reflexiona en nuestro país sobre la oferta y demanda de carreras, y por la elevada importancia que tienen para la calidad de la educación las decisiones que se tomen en este campo, es de mucha utilidad recuperar algunos de los aprendizajes de aquellos días, que como tantas otras innovaciones en el terreno educativo, fueron eliminadas de raíz por el  Gobierno neoliberal a inicios de los años 90 del pasado siglo.
Con base en aquellas experiencias, el primer deslinde que hay que hacer entre estas y las de las tradicionales oficinas de orientación, es considerar a la vocación  como una cualidad del comportamiento humano de carácter cultural, que se construye a través del tiempo y a la orientación vocacional como el eje transversal del currículo global de un país, camino a que a través de su recorrido, los estudiantes vayan, poco a poco, construyendo esa cualidad, identificando y definiendo sus intereses, inclinaciones y fortalezas. Esto habrá de significar, por ejemplo, que el eje vocacional avance en el interior de determinadas asignaturas desde el quinto hasta el noveno grado para las carreras técnicas y hasta el undécimo grado para las carreras de nivel superior universitario.
A la par de la realización del currículo en las aulas de clases en cada grado,  múltiples actividades se podrían hacer, tanto sobre las ofertas de carreras de parte  del sistema escolar, como de las necesidades de los sectores productivos y de servicios de fuerza de trabajo calificada.  En este orden las instancias de consejería escolar, simultáneamente con la administración de test vocacionales, podrían promover conferencias y talleres motivacionales, ferias vocacionales y visitas a centros productivos y de servicios para orientar los intereses de los estudiantes hacia empleos que demandan fuerza de trabajo, y a centros de educación profesional y de educación superior para conocer la complejidad de las cargas curriculares de las carreras.
La puesta en marcha de una estrategia de este tipo, en concordancia con el actual discurso sobre el emprendedurismo en las escuelas y las demandas de fuerza de trabajo calificada para la industria, la agricultura y los servicios, ayudaría a arreglar el desencuentro entre demanda y oferta de carreras existente en la actualidad, lo que obviamente contribuiría a elevar la pertinencia y la calidad de la educación y la satisfacción de las necesidades de la juventud nicaragüense.

jueves, 1 de diciembre de 2016

El laberinto de la oferta y la demanda de carreras

El debate sobre las 24 carreras para las cuales la UNAN-Managua no realizará examen de admisión para el año 2017 tuvo la virtud de situar en primer plano un conjunto de temas relacionados con la oferta y demanda (o viceversa) de carreras ofrecidas por la educación superior y la educación técnica y profesional nicaragüenses. 
Dos son las puertas de entrada al abordaje de esta problemática, sea con propósitos de análisis o de planificación y programación.  La primera de ellas está relacionada con la demanda de fuerza de trabajo calificada de parte de los diferentes sectores de la economía a las instituciones de educación profesional y técnica y universitaria.  La segunda es la referida a la oferta de carreras y/o de fuerza de trabajo graduada de parte de los centros educativos para ser empleada en las unidades productivas o de servicios.
El enfoque relacionado con la demanda de fuerza de trabajo calificada es el más común respecto a esta relación social en el terreno educativo.  En su interior se debaten y contraponen los intereses empresariales y los de las unidades educativas, en especial los de las universidades.  Debido a que los procesos productivos empresariales y los procesos educativos de las universidades y  centros de formación profesional tienen diferente ritmo, tiempos y velocidades, la coincidencia entre ambos, salvo en el caso de la llamada educación dual, es casi imposible. Este desencuentro de carácter técnico se ve fortalecido por otro de carácter conceptual e ideológico, referido a la diferencia entre las visiones privadas orientadas y las ganancias, y las de las universidades públicas, cuya característica es la autonomía académica y su vocación es la investigación, la educación y la extensión cultural y social. En el interior de esta falta de acuerdo es que surge históricamente la necesidad e insurgencia de la universidad privada como un servicio que compite en el mercado, y que en la actualidad, con la impronta de la globalización neoliberal y la internet , se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos a nivel planetario.  
El enfoque referido a la oferta de carreras de parte de los centros educativos, debido a su complejidad, para su estudio puede ser dividido en dos ámbitos, el de la oferta de carreras para las cuales no hay demanda estudiantil y el de la oferta de carreras para las cuales se presenta abundante demanda estudiantil.
La oferta de carreras para las cuales no hay demandas es el caso de las 24 carreras a las que la UNAN-Managua ha eliminado los exámenes de admisión.  Para este caso lo  aconsejable sería crear las condiciones a fin de que la medida tomada por el Consejo Universitario de la UNAN-Managua, sea acompañada por un conjunto de otras acciones culturales e institucionales que estimulen la demanda y permitan modificar la misma. Tanto para estas carreras, como para todo el universo de carreras que  demandan y ofertan las empresas y las universidades, debiera de construirse una amplia estrategia de orientación vocacional y profesional para ser realizada permanentemente como un eje transversal en la educación básica, de cara a construir un amplio conjunto de coincidencias entre las necesidades individuales de los estudiantes y las necesidades sociales del sector empresarial y del institucional universitario y de los centros de educación técnica y profesional.  
En el polo opuesto de las carreras sin demanda están las carreras con mucha demanda. En Nicaragua este es el caso de carreras como Derecho, Turismo, Administración, etc. Las hipótesis más plausibles sobre este hecho están referidas a una variable de difícil abordaje empírico, como es lo cultural.  Desde el preescolar, el currículo de la educación básica nicaragüense está orientado más a las asignaturas humanísticas que a las científicas, lo que influirá obviamente para que los estudiantes a la hora de decidir qué carrera estudiar, orienten su destino hacia profesiones que no impliquen conocimientos matemáticos. Para este caso, el abordaje debe ser integral y total para todo el sistema escolar y para todas las educaciones, y sus consecuencias, obviamente, deberán ir más allá de la demanda y oferta de carreras.