domingo, 31 de diciembre de 2017

La universidad estatista y popular en Nicaragua

En julio de 1979, la insurrección de amplios sectores de la población nicaragüense liderados por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, da al traste con la dictadura militar somocista, iniciándose para el país una época de profundas transformaciones.
Con los cambios en el orden social, cultural y jurídico producto de la Revolución Sandinista, el modelo académico de la universidad desarrollista, en boga desde inicios de los años sesenta, entra en crisis, dando lugar a un nuevo tipo de universidad, el que para los propósitos de esta revisión histórica podríamos llamar estatista y popular. Estatista en tanto la universidad asumió las mismas características del Estado y el proceso revolucionario perdiendo su carácter de institución autónoma, y popular por el carácter y composición clasista de la matrícula, abierta a los sectores populares empobrecidos de la sociedad nicaragüense. Para alcanzar este propósito fue que se crearon en la Unan de León y Managua las llamadas Facultades Preparatorias, cuya matrícula estaba integrada por estudiantes de secundaria de origen campesino, que al egresar continuaban sus carreras universitarias en estas casas de estudio.
El gobierno revolucionario creó el Consejo Nacional de la Educación Superior (CNES), una especie de Ministerio de la Educación Superior, común en esa época en los países socialistas, cuyo ministro era nombrado por el presidente de la República, y éste  a su vez nombraba a los rectores de las universidades y Centros de Educación Técnica Superior. Al CNES pertenecieron no solo las universidades públicas que se crearon en el período, sino que también universidades privadas de servicio público como la UCA y la Upoli y universidades comunitarias como la Bicu y Uraccan, siendo su característica principal que todas recibían financiamiento público.
Respecto a los modelos académicos venidos de la herencia napoleónica y desarrollista, la universidad estatista y popular, mantuvo las viejas estructuras divididas en facultades y decanatos, y como en Francia, en tiempos de Napoleón (1808), se crearon, por primera vez en las universidades públicas nicaragüenses, centros de investigación separados del quehacer profesionalizante de las facultades y las carreras universitarias y se eliminaron los estudios generales, pero se mantuvieron los departamentos académicos.
Hasta 1979,  la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (Unan) con su sede en León y sus núcleos de Managua y Jinotepe, cumplía su misión en dos escenarios diferentes: en el de la enseñanza de las profesiones y marginalmente en el de la vinculación con sus entornos económicos y sociales, con actividades de extensión y promoción cultural. A partir de la fundación del CNES en 1980, se crearon tanto a nivel central como en todos los Centros de Educación Superior, las direcciones de Investigación y Posgrado, separadas del quehacer profesionalizante de las facultades tradicionales, como una facultad más, con propósitos, planes,  programas,  personal y presupuesto propios.
Las principales tareas desempeñadas durante el decenio de los años ochenta por las Direcciones de Investigación y Posgrado fueron: la creación de Centros de Investigación especializados, la organización y ejecución de las Jornadas Universitarias de Desarrollo Científico (JUDC) para la promoción de la investigación estudiantil, y la organización  y  ejecución de Programas de capacitación y formación posgraduada, para la superación profesional del personal docente de las Universidades y Centros de Educación Técnica Superior.
En este orden, entre 1980 y 1989, por primera vez en la historia de la Educación Superior Nicaragüense, se lograba completar la propuesta de José Ortega y Gasset, sobre el modelo funcional universitario integrado por tres funciones a saber: la ampliación del conocimiento (función de investigación); enseñanza de las profesiones (función docente) y conservación y transmisión de la cultura (función de extensión), no obstante, la función principal continuó siendo la enseñanza de las profesiones, igual que lo había sido para la Universidad desde su fundación en 1812. Se perdió así  la oportunidad que ofreciera un contexto tan propicio como el de la revolución, para transformar el modelo académico tradicional fincado en la enseñanza, cuando para esos años,  ya tenía casi dos siglos de que Wilhelm Von Humboldt propusiera su idea de una educación basada en la búsqueda del conocimiento (investigación) para las Universidades alemanas.
Como parte de estas reformas, en el periodo de los años ochenta, el Gobierno de la Revolución, convirtió a la UNAN- Núcleo de Managua en 1981, en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-Managua, como una universidad autónoma separada de la UNAN-León; en 1984 fundó la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y en 1990 fundó la Universidad Nacional Agraria (UNA).

jueves, 14 de diciembre de 2017

La universidad desarrollista en Nicaragua

Con el cambio de la universidad colonial a la universidad napoleónica, cambiaron el tipo de conocimientos que se enseñaban las Ciencias Naturales, por ejemplo,  sustituyeron a la Teología, no obstante la universidad continuaba siendo la misma: una institución elitista, con igual administración académica e igual manera de hacer y concebir la enseñanza. Frente a esta situación es que se rebelaron los Estudiantes de la Universidad de la Provincia de Córdoba, Argentina,  en 1918, iniciando para nuestra región el movimiento conocido como de la Reforma Universitaria de Córdoba. Producto de este singular hecho, la universidad latinoamericana asume una manera extraña para la época y que va a marcar el futuro de la institución cultural en la región, tal fue la autonomía universitaria, respecto a cualquier otro tipo de entidad religiosa o  política, tal a como lo había sido en las etapas anteriores.
Coincidiendo con los cambios que se estaban dando en el interior de las universidades, múltiples cambios se producían en los entornos económicos y sociales de las mismas, como consecuencia de las nuevas relaciones que se establecieron entre la metrópoli y los países de la periferia capitalista, pasada  la Segunda Guerra Mundial, logrando consolidarse estas en el modelo conocido como de  ‘’ sustitución de importaciones de bienes de consumo’’, cuya principal característica fue el ingreso a los países de la región, de una mezcla de capitales, más tecnologías, más fábricas, más bancos, los que obviamente demandaron cambios en la esfera educativa, especialmente de las universidades, productoras  del  personal necesario para facilitar los cambios que se estaban dando. A este proceso respondieron los Estados convirtiéndose en verdaderos aparatos de reproducción de la dependencia económica, política y cultural, lo que implicó un conjunto muy amplio de cambios en la vida de los mismos y de nuestras sociedades, especia
lmente en el terreno educativo. A esta fase del capitalismo en América Latina las Ciencias Sociales la llamaron capitalismo desarrollista, o simplemente desarrollismo, y a la universidad que le sirvió de medio de reproducción cultural: se le llamó universidad desarrollista. 
Para el caso de Nicaragua, con el logro de su autonomía el 25 de marzo de 1958, la Universidad Nacional Autónoma, inicia el proceso de fundación de la universidad contemporánea en nuestro país, en consonancia con el proceso de modernización del capitalismo dependiente, a través del cultivo algodonero (1951-1959). Nacía así la universidad desarrollista en Nicaragua, mezcla de la universidad napoleónica (dispersa, desarticulada y fragmentada), de los años setenta del siglo XIX y de la modernización capitalista y la Alianza para el Progreso de los años sesenta del siglo XX. 
Algunos hitos de  este proceso fueron los siguientes: a inicios de 1960, la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) con sede en León, crea dos nuevas filiales una en Managua  y otra en   Jinotepe. El 15 de enero de 1963, por primera vez en este tipo de instituciones, la UNAN presenta su Anteproyecto de Desarrollo de la Universidad para el período de 1963-1966. A semejanza del Decreto Zavala del 3 de abril de 1879 para la Universidad Napoleónica, este documento inaugura la idea de la Universidad Desarrollista en Nicaragua. Características de la Universidad Desarrollista, según su formato nicaragüense  fueron: se continuó con la organización de la Universidad dividida en Facultades y Decanatos,  pero se introdujo “el principio de la departamentalización”, a imagen y semejanza del Departamento académico de origen norteamericano, como unidad básica para que la Universidad cumpliera su Misión, y se creó el Ciclo de los llamados Estudios Generales, obligatorios para todos los estudiantes al iniciar sus es
tudios universitarios. 
La Universidad Desarrollista en Nicaragua, igual que la Universidad Napoleónica venida de Francia y en boga en América Latina y el Caribe desde mediados del siglo XIX, no surgió de manera autónoma, como conclusión y acuerdo del debate y el  desarrollo del pensamiento universitario nicaragüense, sino que la misma fue producto de la influencia externa para todas las universidades de la región, organizada por el Consejo Superior Universitario Centroamericano (Csuca), con el patrocinio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Fundación Rockefeller. Así, las facultades y la descentralización (más precisamente la desarticulación entre investigación y docencia en la Universidad) vinieron a Nicaragua de España y Francia en el siglo XIX, y los Estudios Generales y los Departamentos Académicos, vinieron de los Estados Unidos de América en el Siglo XX.

lunes, 27 de noviembre de 2017

La Universidad Napoleónica en Nicaragua

Causas de tipo político, expresión directa de la independencia de los países latinoamericanos y del Caribe, provocaron abruptos y radicales cambios no sólo en la administración de las Universidades Coloniales, sino que también en el contenido y  estructura de las mismas. Si las relaciones con el centro dominante cambiaban, por consecuencia refleja, también cambiaría la naturaleza y calidad de la Universidad. La clase dominante colonial (criolla) como clase dominante-dependiente, estaba incapacitada para crear una Nación al estilo de la burguesía europea, y eso daría lugar a que las naciones latinoamericanas nacieran políticamente independientes, pero económicamente dependientes del capitalismo europeo, lo que redundaría – como fértil semilla-  en un nuevo tipo de dependencia política.

Los nuevos Estados independientes, abolieron y nacionalizaron todas las formas de enseñanza, en especial la de las Universidades, dando origen al Modelo de Universidad conocido como Napoleónico. Cambió el régimen de propiedad  de la Iglesia a los Estados y cambiaron el tipo de conocimientos que se enseñaban.

La Universidad Napoleónica vino a América de cara a satisfacer las necesidades de modernización de las clases dominantes, dependientes económica y culturalmente de las metrópolis europeas. Fue el trasplante de un modelo académico que en Francia pudo haber tenido alguna justificación política o técnica, pero que en América, dado el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas de la época (primera mitad del Siglo XIX) se presentó en situación contradictoria y de ruptura con las necesidades objetivas de las poblaciones a que estaba destinada.

La clausura o nacionalización según países de algunas de las Universidades Coloniales y su conversión a Napoleónicas, fue así: 1833 México, 1854 Argentina, 1856 Perú, 1867 Colombia, 1868 Ecuador, 1879 NICARAGUA y 1888 Venezuela.
Muchas de las características de las Universidades Napoleónicas todavía están presentes en la Universidad Latinoamericana y nicaragüense de estos días. La Universidad venida de la Colonia perdió su carácter unitario siendo organizadas en Facultades y Escuelas, presentándose dispersas de acuerdo al formato profesionalista  napoleónico, las que estaban exclusivamente destinadas a formar profesionales liberales. La enseñanza a diferencia de la Universidad Colonial era laica y su sustento filosófico era la ciencia positiva. La investigación y la promoción y difusión cultural, estaban institucionalmente separadas de las Facultades y Escuelas y por ende de la función de la enseñanza. El lugar de estos era el de las academias e Institutos científicos o artísticos, que lograron alcanzar un gran desarrollo, poniendo en evidencia las diferencias entre científicos y artistas y los actores sociales dedicados a las actividades de la enseñanza.

Respecto al cambio de modelo universitario en Nicaragua, el 3 de abril de 1879 el Gobierno del General Joaquín Zavala, emitió un Decreto mediante el cual se reformaba el Modelo Académico de la Universidad Colonial basado en Cátedras. A partir de entonces la Universidad se organizaría en Facultades y Decanatos. Las Facultades eran las siguientes: Ciencias y Letras, Derecho, Medicina y Farmacia y Ciencias Naturales. Esta última sustituía a la Teología. El Decreto del Presidente Zavala de 1879, inauguraba así el Modelo Académico de la Universidad Napoleónica en nuestro país, cuyas características todavía presentes en la Universidad Nicaragüense, fueron: ‘’ el profesionalismo’’, la enseñanza continuaba siendo la función fundamental de la Universidad; ‘’ la descentralización de la enseñanza’’, cada Facultad es una isla que atiende sus propios problemas; la Universidad es un archipiélago de unidades en lugares diferentes y con problemáticas diferentes. Se erradica la Teología de la vida universitaria y se inaugura el culto a las instituciones jurídicas

Como es posible observar la desarticulación del constructo ideal investigación-docencia-extensión preconizado por Ortega y Gasset para nuestras Universidades, no es de creación reciente, sino que por el contrario ésta tiene su origen en el modelo de relevo de la Universidad Colonial venido a nuestro país desde fines del siglo XIX.

Lo expresado no es un dato sin importancia en el contexto del análisis de la naturaleza de la Educación Superior contemporánea en Nicaragua y América Latina y el Caribe, sino que por el contrario, es una de las causas del atraso de nuestras Universidades, cuando se establecen ranking a nivel mundial o regional,  o cuando se comparan nuestras instituciones de Educación Superior con sus similares de los países altamente desarrollados o de las propias universidades centroamericanas.

viernes, 10 de noviembre de 2017

La universidad nicaragüense y su historia

En mi libro “Universidad y Sociedad en Nicaragua”, publicado en 1979, al procurar explicar el recorrido histórico de la universidad nicaragüense entre 1812 y 1970, propusimos la periodización siguiente: de 1812 a 1879, la Universidad colonial; de 1879 a 1957, la Universidad napoleónica; de  1957 a 1970 (y hasta 1979), la Universidad desarrollista. En mi otro libro, “La Reforma Universitaria, Troya y mi idea de Universidad”,  publicado en el año 2008, agregué dos etapas a las mencionadas, una la del periodo revolucionario entre 1979  y 1990 y que nombré la Universidad estatista y popular,  y la otra que va del año 1990 hasta nuestros días, la etapa de la llamada Universidad neoliberal.
Como obsequio a las nuevas generaciones de investigadores de la educación superior nicaragüense y a los formuladores de políticas universitarias en nuestro país, a partir de este artículo procuraré explicar el origen y porqué de esa periodización y las características de cada periodo, especialmente las referidas a sus modelos académicos y administrativos.
1. La Universidad colonial (1812 – 1879).
La incorporación de América Latina y el Caribe a la historia y al capitalismo mundial, se realiza a través de relaciones de dominación. Las culturas originarias reciben de la cultura extranjera que llega y se impone, sus instituciones, leyes y contradicciones básicas, pero no tal cual se producen y manifiestan en su país de origen, sino adaptadas a las concretas y particulares condiciones de las culturas invadidas y penetradas, constituyéndose al afecto en una nueva calidad histórico estructural en el interior del modo de producción capitalista, es decir, la propia y particular manera de participación de la América recién descubierta y conquistada, en el proceso de expansión de la economía y la cultura mundial capitalista.
La Universidad colonial fundada en América como producto de la Conquista Española (1538-1812), se convierte con el pasar del tiempo, en el mejor ejemplo de esta conclusión, el de la Universidad Latinoamericana con características propias y diferentes de las de sus modelos originales, las Universidades Españolas de Salamanca y de Alcalá de Henares.
Las Universidades coloniales latinoamericanas, tanto en sus Modelos Académicos como en sus contenidos programáticos, sus métodos pedagógicos y el tipo de profesores y estudiantes que la integraron, fueron unas universidades típicamente españolas en territorio extranjero. Al respecto existe consenso acerca de las causas que dieron origen a la fundación de las universidades en los territorios recién descubiertos y en proceso de conquista, siendo la causa principal ofrecer educación a los hijos de los peninsulares nacidos en América con  características parecidas a la que se ofrecía en la metrópoli, con el propósito de mantenerlos ligados culturalmente a la ideología del imperio, y preparar los recursos humanos de relevo para llenar los cargos de menor rango de la burocracia colonial. También se menciona como causa, la necesidad de formar al personal que debía ocupar los cargos de contrapartes del personal burocrático, religioso  y militar representante de la corona.
Algunas características de la estructura y el modelo académico y administrativo de la Universidad de Salamanca, que sirvieron de modelo a las universidades fundadas por la Corona Española en el Nuevo Mundo y por ende a la Universidad de León en Nicaragua fueron las siguientes: la cátedra era el fundamento sobre el cual descansaba la institucionalidad universitaria. El latín era el idioma universitario. El método de enseñanza consistía en la  lectura a viva voz por el catedrático. Era autónoma en su constitución interna, en su gobierno y en su docencia, pero esa autonomía estaba sujeta a estrictas normas en  materia religiosa. Era autártica en cuanto a su régimen económico, disponiendo de rentas en cada una de sus cátedras, entre otras.
Entre 1538, que es fundada la Universidad de Santo Domingo, en la isla La Española, y 1812 que es fundada la Universidad de León, en Nicaragua, treinta y dos universidades fueron fundadas en territorio americano.  En Nicaragua, el 10 de enero de 1812, 142 años después de la fundación del Colegio Tridentino, el 15 de diciembre de 1670, es fundada en León de Nicaragua, la Universidad de León. El 18 de abril de 1814, se nombra como rector de la universidad al presbítero Francisco Ayerdis, y el 24 de agosto de 1816 la universidad inicia sus actividades, después de completar el número de ocho doctores, requisito para la apertura de la misma.

La universidad nicaragüense y su historia

En mi libro “Universidad y Sociedad en Nicaragua”, publicado en 1979, al procurar explicar el recorrido histórico de la universidad nicaragüense entre 1812 y 1970, propusimos la periodización siguiente: de 1812 a 1879, la Universidad colonial; de 1879 a 1957, la Universidad napoleónica; de  1957 a 1970 (y hasta 1979), la Universidad desarrollista. En mi otro libro, “La Reforma Universitaria, Troya y mi idea de Universidad”,  publicado en el año 2008, agregué dos etapas a las mencionadas, una la del periodo revolucionario entre 1979  y 1990 y que nombré la Universidad estatista y popular,  y la otra que va del año 1990 hasta nuestros días, la etapa de la llamada Universidad neoliberal.
Como obsequio a las nuevas generaciones de investigadores de la educación superior nicaragüense y a los formuladores de políticas universitarias en nuestro país, a partir de este artículo procuraré explicar el origen y porqué de esa periodización y las características de cada periodo, especialmente las referidas a sus modelos académicos y administrativos.
1. La Universidad colonial (1812 – 1879).
La incorporación de América Latina y el Caribe a la historia y al capitalismo mundial, se realiza a través de relaciones de dominación. Las culturas originarias reciben de la cultura extranjera que llega y se impone, sus instituciones, leyes y contradicciones básicas, pero no tal cual se producen y manifiestan en su país de origen, sino adaptadas a las concretas y particulares condiciones de las culturas invadidas y penetradas, constituyéndose al afecto en una nueva calidad histórico estructural en el interior del modo de producción capitalista, es decir, la propia y particular manera de participación de la América recién descubierta y conquistada, en el proceso de expansión de la economía y la cultura mundial capitalista.
La Universidad colonial fundada en América como producto de la Conquista Española (1538-1812), se convierte con el pasar del tiempo, en el mejor ejemplo de esta conclusión, el de la Universidad Latinoamericana con características propias y diferentes de las de sus modelos originales, las Universidades Españolas de Salamanca y de Alcalá de Henares.
Las Universidades coloniales latinoamericanas, tanto en sus Modelos Académicos como en sus contenidos programáticos, sus métodos pedagógicos y el tipo de profesores y estudiantes que la integraron, fueron unas universidades típicamente españolas en territorio extranjero. Al respecto existe consenso acerca de las causas que dieron origen a la fundación de las universidades en los territorios recién descubiertos y en proceso de conquista, siendo la causa principal ofrecer educación a los hijos de los peninsulares nacidos en América con  características parecidas a la que se ofrecía en la metrópoli, con el propósito de mantenerlos ligados culturalmente a la ideología del imperio, y preparar los recursos humanos de relevo para llenar los cargos de menor rango de la burocracia colonial. También se menciona como causa, la necesidad de formar al personal que debía ocupar los cargos de contrapartes del personal burocrático, religioso  y militar representante de la corona.
Algunas características de la estructura y el modelo académico y administrativo de la Universidad de Salamanca, que sirvieron de modelo a las universidades fundadas por la Corona Española en el Nuevo Mundo y por ende a la Universidad de León en Nicaragua fueron las siguientes: la cátedra era el fundamento sobre el cual descansaba la institucionalidad universitaria. El latín era el idioma universitario. El método de enseñanza consistía en la  lectura a viva voz por el catedrático. Era autónoma en su constitución interna, en su gobierno y en su docencia, pero esa autonomía estaba sujeta a estrictas normas en  materia religiosa. Era autártica en cuanto a su régimen económico, disponiendo de rentas en cada una de sus cátedras, entre otras.
Entre 1538, que es fundada la Universidad de Santo Domingo, en la isla La Española, y 1812 que es fundada la Universidad de León, en Nicaragua, treinta y dos universidades fueron fundadas en territorio americano.  En Nicaragua, el 10 de enero de 1812, 142 años después de la fundación del Colegio Tridentino, el 15 de diciembre de 1670, es fundada en León de Nicaragua, la Universidad de León. El 18 de abril de 1814, se nombra como rector de la universidad al presbítero Francisco Ayerdis, y el 24 de agosto de 1816 la universidad inicia sus actividades, después de completar el número de ocho doctores, requisito para la apertura de la misma.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Mariano Fiallos Gil: 53 años de inmortalidad

El pasado 7 de octubre cumplió 53 años de muerto Mariano Fiallos Gil, para mí, el Santo Laico de la universidad y los universitarios nicaragüenses.
A Mariano Fiallos Gil, lo conocí a través de su hijo Mariano Fiallos Oyanguren, cuando este, como rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en 1975, a mi retorno de Panamá, me encargó la tarea de escribir el libro “Universidad y Sociedad en Nicaragua”, obra en la que me propuse investigar la historia de la universidad nicaragüense, desde su fundación en 1812 hasta inicios de los años 70 del siglo XX. Fue así, en ese recuento de días e historias, en que necesariamente me encontré con Mariano Fiallos Gil y su lucha por fundar la universidad nicaragüense, tal a como la conocemos hoy.
Hasta antes de Mariano Fiallos Gil, la Universidad en Nicaragua había cumplido dos etapas perfectamente identificables según sus hechos y significados. La primera etapa inicia el 10 de enero de 1812, con la fundación de la Universidad de León. “Una institución que, como dijera José Coronel Urtecho, era conservadora, tradicionalista, enteramente arraigada a la mentalidad colonial y florecida a la sombra de la iglesia’’.
Con las luchas por la  independencia, la universidad colonial, escolástica y pontificia perdió su base de sustentación y  una nueva universidad debía sucederle. Esa nueva calidad fue la llamada Universidad Napoleónica, la que vino a América como cualquier artefacto cultural, para satisfacer las necesidades de modernización de las clases dominantes, dependientes, económica y culturalmente de la metrópoli europea.
En Nicaragua, el 3 de abril de 1879, el gobierno del general Joaquín Zavala emitió un decreto en el que ponía fin a  la universidad colonial basada en cátedras. El decreto del presidente Zavala de  1879 inaugura así en Nicaragua el modelo académico de Universidad Napoleónica cuyas características, todavía presentes en la universidad nicaragüense, fueron el profesionalismo y la descentralización de la enseñanza. 
Entre 1879 y 1957, año que la Universidad Nacional de Nicaragua alcanza su autonomía, suceden muchas y variadas circunstancias para las universidades en el contexto latinoamericano y nicaragüense. 
En los años cincuenta, previos a 1957, la Universidad Nacional de Nicaragua era como un instituto de secundaria más en manos del Ministerio de Educación. Construir la universidad para ponerla al servicio de las ciencias, las humanidades, la libertad y la nación nicaragüense, necesitaba alcanzar su independencia y autonomía. En este contexto es cuando aparece Mariano Fiallos Gil en Nicaragua, como una personalidad descollante en el contexto entre rural y  provinciano de la universidad nicaragüense de aquellos días. Lo que piensa y propone el rector Fiallos Gil es otra idea de universidad, y para él, necesariamente la materialización de esa idea tenía como requisito previo la autonomía de la universidad respecto al gobierno somocista.
Para Mariano Fiallos Gil, la autonomía de la universidad no era un fin en sí mismo, sino que era el requisito para pensar y hacer otro tipo de universidad, basado en otro tipo de principios y valores. Con otros objetivos y otros fines. Con otra visión del futuro. 
En manos de Mariano Fiallos Gil, la universidad nicaragüense por vez primera en su larga historia de más de un siglo, va a salirse de las aulas de clase a las calles y va a hacer teatro, conferencias y cursos de verano para obreros, va a publicar revistas literarias y comenzará a hablar de investigación, completando por primera vez, hace casi sesenta años, el tríptico orteguiano de investigación, docencia y extensión cultural universitaria. 
Sin embargo, si bien todas estas actividades dan testimonio de un proceso de ruptura y cambio del viejo camino a  lo nuevo, lo verdaderamente importante fue y es, el sentido más profundo de aquellos hechos cargados de una ideología extraña y novedosa en el discurso intelectual de la época, alrededor del concepto de hombre y de humanidad, en virtud del cual Mariano Fiallos Gil pide un nuevo humanismo para el destino de nuestro país y para la salvación del género humano. Un nuevo humanismo cuando la tecnología, los celulares y los negocios amenazan con engullirse toda esperanza. Un humanismo comprometido y militante. Un humanismo beligerante, inacabado e inconcluso, y todavía pendiente para nuestras universidades y nuestra sociedad. 

lunes, 16 de octubre de 2017

Memoria y Elogio de Mariano Fiallos Gil


Miguel De Castilla Urbina


Palabras pronunciadas en homenaje al Cincuenta y tres aniversario del fallecimiento del Rector Mariano Fiallos Gil, en el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua-León, el 09 de octubre del 2017.

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Yo no  conocí personalmente a Mariano Fiallos Gil. La imagen que tengo de él, es la de su fotografía como Rector frente a la Cátedra. Un hombre alto, flaco, semicalvo, de saco negro y corbatín, frente a un micrófono, seguramente dictando una conferencia o pronunciando un discurso. Mi imagen del santo Laico de la universidad y los universitarios nicaragüenses.

Yo no pertenecí  a la Generación de la Autonomía que liderara Mariano Fiallos Gil, conjuntamente con un puñado de estudiantes y profesores a fines de los años 50 del pasado siglo en la ciudad de León, en Nicaragua.

Yo tampoco pertenecí a la Generación de estudiantes de la UNAN aquel 23 de julio de 1958. La de aquel puñado de aguerridos estudiantes que se oponían a la dictadura dinástica de los Somoza. Yo me enteré de la masacre estudiantil, estando en Jinotepe cuando seguía mis estudios de Magisterio en la Escuela Normal Franklin Delano Roosvelt.

A Mariano Fiallos Gil, lo conocí a través de su hijo Mariano Fiallos Oyanguren, cuando éste, como Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en 1975, a mi retorno de Panamá, me contrató para escribir el libro Universidad y Sociedad en Nicaragua, obra en la que me propuse escribir la historia de las universidades nicaragüenses desde su fundación en 1812 hasta inicios de los años 70 del siglo XX.

En ese libro busqué interpretar el recorrido de la Universidad Nicaragüense a través de sus reformas. Fue así, en ese recuento de días e historias, en que necesariamente me encontré con Mariano Fiallos Gil y su lucha por fundar la Universidad tal como la conocemos hoy.

Hasta antes de Mariano Fiallos Gil, la Universidad en Nicaragua había cumplido dos etapas perfectamente identificables a través de sus hechos y significados. La primera etapa que inicia el 10 de enero de 1812, con la fundación de la Universidad de León. Una Universidad que como todas las del nuevo mundo, fue fundada como una institución de enseñanza cuyo modelo académico tenía como base a las cátedras de latín, moral, gramática, teología dogmática, derecho canónico y filosofía. ‘’Una institución que, como dijera Jose Coronel Urtecho, era conservadora, tradicionalista, enteramente arraigada a la mentalidad colonial y florecida a la sombra de la iglesia’’.

Con las luchas por la  independencia la universidad colonial, escolástica y pontificia en América, perdió su base de sustentación y  una nueva calidad debía sucederle. De esta manera la llamada Universidad Napoleónica vino a América como cualquier artefacto cultural para satisfacer las necesidades de modernización de las clases dominantes, dependientes, económica y culturalmente de la metrópoli europea.

La clausura según países de algunas de las universidades coloniales y su conversión a Napoleónica fue así: en 1833 la Universidad de México, en 1839 la Universidad de Chile, en 1854 Argentina, en 1856 Perú, en 1867 Colombia y en 1879 la Universidad de León, de Nicaragua. En Nicaragua el 3 de abril de 1879, el gobierno del General Joaquín Zavala, emitió un decreto en el que ponía fin a  la universidad colonial basado en cátedras.

A partir de entonces la universidad se organizaría en facultades y decanatos. Las facultades serían las siguientes: ciencias y letras, derecho, medicina, farmacia y ciencias naturales, que sustituía a la teología. El decreto del presidente Zavala de  1879, inaugura así en Nicaragua el modelo académico de Universidad Napoleónica cuyas características, todavía presentes en la Universidad Nicaragüense, fueron el profesionalismo y la descentralización de la enseñanza. Cada facultad es una isla que atiende sus propios asuntos.  La universidad es un archipiélago de unidades administrativas y académicas en lugares diferentes y problemáticas diferentes.

La investigación y la extensión universitaria no se mencionan, la administración de la universidad depende del gobierno de la República quien nombra a una junta de cinco miembros con el nombre de Consejo de Instrucción Pública. Entre 1879 y 1958, año que la Universidad Nacional de Nicaragua alcanza su autonomía, suceden muchas y variadas circunstancias e historias en el contexto latinoamericano y de sus universidades.

En Córdoba, Argentina, en 1918 los estudiantes se revelan, iniciando los procesos de reforma universitaria en América Latina, lo que necesariamente implicaba las luchas por la autonomía universitaria. En este contexto es cuando aparece Mariano Fiallos Gil en Nicaragua, como una personalidad descollante en el contexto casi rural y  provinciano de la universidad nicaragüense de aquellos días. Lo que piensa y propone Mariano es otra idea de universidad, y para él, necesariamente la materialización de esa idea tenía como requisito previo, la autonomía de la universidad respecto al gobierno somocista.

En los años cincuenta previos a 1957, la Universidad era como un instituto de secundaria más en manos del Ministerio de Educación. Construir la Universidad para ponerla al servicio de las ciencias, las humanidades, la libertad y la nación nicaragüense, necesitaba dar un salto de calidad hacia adelante y para ello había que alcanzar su independencia y autonomía. La autonomía de la Universidad como una necesidad histórica. Como un requisito histórico.

Para Mariano Fiallos Gil, la autonomía de la universidad no era un fin en sí mismo, sino que era el requisito para pensar y hacer otro tipo de Universidad, basado en otro tipo de principios y valores, con otros objetivos y otros fines. Con otra visión del futuro. En este orden, identificar a Mariano Fiallos Gil, solamente como el fundador de la autonomía universitaria sin reflexionar sobre las consecuencias que trajo consigo ese hecho para la universidad y la sociedad nicaragüense, es reducir su presencia, importancia y trascendencia histórica para la universidad nicaragüense y nuestro país. La autonomía era el requisito, el medio, el mecanismo. La finalidad, era la Universidad y con ella la Nación Nicaragüense.
La Universidad nicaragüense por vez primera en su larga historia de más de un siglo, va a salirse de las aulas de clase a las calles y va a hacer teatro, conferencias y cursos de verano para obreros y va a publicar revistas literarias y comenzará a hablar de investigación, completando por primera vez, hace casi sesenta años, el tríptico orteguiano de investigación, docencia y extensión cultural universitaria. Si los estudiosos de la Universidad nicaragüense de estos días, desean conocer los orígenes de todos los festivales de música, danzas y arte en nuestras universidades públicas, de las jornadas universitarias de desarrollo científico, de los universitarios nicaragüenses volcados a todas las misiones donde necesita nuestro pueblo a su juventud, que vayan a los escritos, discursos y mensajes de Mariano Fiallos Gil  y a las Memorias anuales  de actividades de la Universidad Nacional Autónoma de Mariano Fiallos Gil de inicios de los años sesenta del siglo XX, que busquen las revistas Ventana y Cuadernos Universitarios.

Si todas estas actividades dan testimonio de un proceso de ruptura y cambio de lo viejo hacia lo nuevo, lo importante no fueron sus procesos y resultados administrativos y académicos, lo importante fue y es el sentido de aquellos hechos cargados de una ideología extraña y novedosa en el discurso intelectual de la época, alrededor del concepto de hombre y de humanidad, en virtud del cual Mariano Fiallos Gil pide un nuevo humanismo para el destino de nuestro país y para la salvación del género humano.

‘’Nunca, afirmó hace más de 60 años, tal vez se haya pasado por una época tan tremenda como esta, en donde, con toda urgencia, el hombre requiere un poco de ‘’humanidad’’ para salvarse a sí mismo de la ciencia o de la democracia; para apuntalar ese enorme edificio que se nos está viniendo encima desde sus cimientos’’. ‘’ Reeducar al hombre y liberarlo de la esclavitud en la cual ha caído. Sacarlo de la cárcel que construye con sus propias manos y convertir a su ciencia desnuda, de injusticia, en ciencia de amor y sabiduría’’. ‘’ Y esto no podrá ser nunca posible, si en los laboratorios y gabinetes de las universidades, no se forma el sentido humano de la ciencia en toda su integridad, para salvarnos de la servidumbre’’.

Un nuevo humanismo, es el que pregona Mariano Fiallos Gil, un humanismo para el hombre y la mujer de hoy, comprometido, militante, beligerante.
Un humanismo Beligerante, inacabado inconcluso, y todavía pendiente para nuestras universidades y nuestra sociedad.

Octubre 2017 

jueves, 12 de octubre de 2017

¿Qué son los Geoparques Mundiales de la Unesco?

Uno de los criterios para que la Unesco apruebe e incluya a un Geoparque Nacional como miembro de la Red de Geoparques Mundiales de la Unesco es que estos tengan como mínimo un año de funcionamiento como tales. Por ello, el punto de partida habrá de ser determinar cuáles son los atributos y características de un territorio dentro de un país para ser reconocido como Geoparque.
Para la Unesco, ‘’el concepto de Geoparque surgió a mediados del decenio de 1990 para dar respuestas a la necesidades de conservar y realzar el valor de zonas de importancia geológicas en la historia de la tierra’’; en este orden, para la organización mundial‘’, un Geoparque es una zona protegida que cuenta con un patrimonio de importancia internacional, que cumple con criterios de unidad y estética.   Este patrimonio es utilizado para promover el desarrollo sostenible de las comunidades locales establecidas en el lugar’’.
Por su parte el doctor Guy Martini, experto de la Unesco en esta esfera, expresa que ‘’ los Geoparques son territorios nuevos, amparados por la Unesco, en los que se promueve una apertura al pensamiento, a la investigación y a la reflexión. Los Geoparques están llamados a ser los nuevos territorios naturales del siglo XXI. Cuando hablamos de ellos no debemos fijarnos únicamente en su componente ecológico, sino que hay que analizarlos en su aspecto global’’.
 El ‘’aspecto global’’, al que se refiere Martini, es al ‘’diálogo‘’ que se establece entre aquellos territorios o geositios que ‘’poseen un patrimonio geológico excepcional de valor internacional‘’; la geología y las Ciencias de la Tierra que realizan investigaciones en ese patrimonio;  las comunidades y grupos sociales asentados en su entorno, que basados en el producto de esas investigaciones, identifican sus atributos y los protegen; y el geoturismo que promueve el desarrollo económico y social de los territorios Geoparques, y la educación en todas sus modalidades y niveles, lo que garantiza la continuidad de los Proyectos Geoparques de cara al futuro.
Los geositios, las ciencias geológicas, las comunidades, el turismo y la educación, cada una de acuerdo a sus propias especificidades, en diálogo permanente, avanzado, cumpliendo sus rolles, camino hacia el futuro
De los cinco componentes, sobresalen las comunidades. Sobre este tema Diego Irazabal, coordinador del Geoparque Grutas del Palacio, Intendencia Departamental, de Flores, Uruguay, dice que: ‘’los Geoparques nacen cuando la propia comunidad se concientiza y moviliza entorno a su patrimonio geológico y natural‘’. Esto expresa que la idea de la construcción conceptual y jurídica de un Geoparque no obedece a una decisión o a un mandato de una instancia académica o empresarial impuesto de manera vertical de arriba hacia abajo, sino que por el contrario, como lo afirma la misma Unesco, ’’desde el inicio los Geoparques adoptaron un enfoque ‘’ de abajo hacia arriba ‘’, esto es, impulsado por la comunidad, con el fin de asegurar que se pudiera conservar y promover la importancia geológica de la zona para la ciencia, la educación y la cultura, además de ser utilizada como activo económico sostenible, mediante el fomento del turismo responsable’’. 
Esta condición es de gran importancia, toda vez que no basta la existencia de un accidente geográfico de atractivo escénico (un mirador, una laguna cratérica, un volcán, una isla o un cañón) para que sea considerado Geoparque, sino que este deberá poner en evidencia ‘’los vínculos entre el patrimonio geológico y todos los demás aspectos del patrimonio natural y cultural de la zona, demostrando que la diversidad geológica es el fundamento de todos los ecosistemas y la base de la interacción de los seres humanos con el paisaje’’.
Teniendo a las comunidades como promotoras de las iniciativas Geoparque, en el proceso de su construcción, a la vez que está presente la investigación científica geológica realizada por institutos especializados, lo que le da fundamento y certeza a cada proyecto,  sobresalen sobre todas las cosas, las relaciones culturales y educativas que se establecen como partes de la vida cotidiana y el quehacer diario de los Geoparques, las tres, la ciencia, la cultura y la educación, como una síntesis de las  grandes funciones de la Unesco  a nivel mundial.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Oportunidades de la educación en el Geoparque Río Coco

Las actividades de construcción conceptual y científica del Geoparque Río Coco, quizás por su flexibilidad, tienen un alto componente educativo, no solo referido a  la educación formal de la educación básica y media y superior, sino que también para la educación informal y no formal. Este se da en el proceso de enseñar y aprender, pero también en el de producir nuevos conocimientos mediante la investigación científica. Así,  investigar, enseñar y aprender, junto al proceso de elaboración de documentos normativos, son actividades propias del proceso de construcción del Proyecto Geoparque Río Coco que se realizan en la actualidad en el departamento de Madriz.
De esta manera, la función educativa cruza transversalmente todo el proyecto, por un lado produciendo los saberes que sirven de justificación al mismo, y que convertidos en contenidos de aprendizaje se enseñarán en las aulas de clase de todos los niveles de la enseñanza en los municipios de Madriz concernidos en el proyecto y más allá, para que estos sean utilizados en el presente del desarrollo económico social-regional y local, como para la formación ideológica de las nuevas generaciones de madricenses, garantizando la sustentabilidad del proyecto en el futuro.
Las oportunidades de la educación en este contexto son vastas. Cada geositio en cada municipio es una página en blanco para la investigación, los aprendizajes y la extensión social y cultural.  En Somoto los estudiantes de todos los niveles educativos tienen al Monumento Nacional Cañón de Somoto, pero también tienen otros sitios tales como cerro Guiliguisca, la Cueva del Toro, Piedras Pintadas, Aguas Calientes, cerro El Jiñote,  la montaña Tepesomoto y el Cañón Seco. En San Lucas tienen al cerro Malacate, el Perfil del Río Ilaní  y el Salto Negro. En Totogalpa tienen a las Minas de Cuje, Poza la Mula y al Tres Señoritas. En San José de Cusmapa tienen a Cueva Aserrío, Mangas Verdes y Piedra Orocuina y en Las Sabanas a La Laguna, La Bruja, el Caracol, la Rueda y el Parque de árboles petrificados.
En el terreno de la educación formal, paralelo al proceso de elaboración de los módulos curriculares especializados sobre lo atingente al geoparque, que elaboran los especialistas de la UNAN-Managua a través de su Facultad Regional Multidisciplinaria (Farem-Estelí) y de la Delegación del Ministerio de Educación de Madriz, los docentes de estos municipios eventualmente pueden utilizar, articular y mezclar los conocimientos sobre cada geositio que produzca la investigación estudiantil y docente, con los tópicos propios de los Programas de Estudio de cada grado o asignatura en Matemáticas, Español, Ciencias Sociales y Naturales. De igual manera los temas referidos a cada geositio en cada municipio, convertidos en geotemas, podrían ser transformados en ejes transversales de las asignaturas de manera vertical desde el preescolar hasta los niveles superiores de la educación universitaria y/o horizontales para cada grado o curso. Para la educación superior se abren muchas oportunidades no solo para las carreras de turismo y de idiomas, como el inglés y el francés, sino que también en ámbitos referidos a la geología, arqueología y medioambiente.
En lo referido a la investigación científica social, cultural, natural y ambiental, cada geositio es una cantera inagotable de temas, enfoques y entradas para los estudiantes y profesores de la educación básica y media, y fundamentalmente universitaria. Las actividades económicas, las tradiciones culturales y religiosas y las organizaciones sociales en cada municipio son ámbitos ricos para la investigación. Las prácticas del modelo de alianza, diálogo y consenso alrededor de los problemas propios de los  municipios. Las características debilidades, fortalezas y oportunidades de cada geositio. Los mitos, leyendas y cuentos de camino de cada municipio son una fuente extraordinaria de saberes populares. 
El producto de todas estas investigaciones con el apoyo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, de uso común en el sistema escolar actualmente, deberán alimentar en el futuro a la actividad de la enseñanza, pero también a todo lo referido a las actividades de extensión cultural a nivel de la educación informal y no formal a través de concursos, ferias, foros, conferencias, paneles o programas radiales y televisivos. El ambiente educativo y sicosociológico en derredor de los temas geoparque será  en el futuro tan nutrido y envolvente, que cada niño o niña de esta región de nuestro país será un guía turístico para los visitantes propios y extraños, atraídos por las novedades que ofrecerá este parque de la tierra, cruzado por el río Coco de Nicaragua. 

jueves, 17 de agosto de 2017

El proceso de construcción del Geoparque Río Coco

En artículo anterior en El Nuevo Diario del día miércoles 19 de julio del 2017, titulado “Los seres humanos y su entorno natural, social y cultural”, procuramos construir el deslinde conceptual entre Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, Reservas de la Biosfera y Geoparques, las tres categorías ambientales y socioculturales acreditadas por la Organización de las Nacionales Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco. Nicaragua cuenta con un conjunto de bienes naturales y culturales reconocidos por la Unesco como Patrimonios Culturales y Reservas de la Biosfera, estos son los casos de Las Ruinas de León Viejo, la Catedral de León y el Guegüense,  y Bosawas, Río San Juan y Ometepe. No obstante, Nicaragua no cuenta actualmente con ningún sitio reconocido por la Unesco como Geoparque. En realidad, la existencia de Geoparques es más común en Europa y el Sudeste asiático, que en otras partes incluida América Latina y el Caribe, en donde solamente en Brasil, Uruguay, Perú y México existen este tipo de territorios reconocidos por la Unesco.
Como lo expresamos en el artículo mencionado, un “Geoparque es el reconocimiento internacional que otorga la Unesco a un territorio, que posee un patrimonio geológico importante y que lo gestiona adecuadamente, promoviendo su conservación difusión y  aprovechamiento como recurso para el desarrollo económico local. El patrimonio geológico forma parte de un concepto integral de protección, educación y desarrollo sostenible, donde además se incluye la biodiversidad y la cultura”.
En este contexto, para que la Unesco reconozca a un sitio como miembro del Programa Mundial de Geoparques (GMU) deberá cumplir con tres criterios fundamentales, a saber: 1) la existencia de un patrimonio geológico de importancia que sirva de eje conductor, 2) la puesta en marcha de iniciativas de geoconservación y divulgación del mismo y 3) que favorezca el desarrollo socioeconómico y cultural del territorio al que pertenece.
En nuestro país, en cinco municipios del departamento de Madriz, (Somoto, Totogalpa, Las Sabanas, San Lucas y San José de Cusmapa) desde hace dos años se vive una experiencia organizativa y de investigación extraordinaria, que deberá culminar próximamente con la elaboración del Expediente de Candidatura para ser presentado ante la oficina correspondiente en la sede de la Unesco en París, para su estudio y evaluación camino a su aprobación e inscripción en la Lista de Geoparques Mundiales  (GMU), como Geoparque Río Coco-Nicaragua.
La idea de un Geoparque con las exigencias como los que propone la Unesco, tiene excelentes posibilidades en un país como la Nicaragua de estos días, tanto por la geografía nicaragüense tachonada de lagos, lagunas, volcanes, bosques y montañas, como del estilo de relaciones sociales y políticas que se promueven desde los órganos de Gobierno, basadas en el protagonismo de los líderes,  las familias y las comunidades locales, con base en el modelo de alianza, diálogo y consenso, de cara a la promoción y desarrollo autosostenible de los municipios.
Este es el caso del Geoparque Río Coco en el departamento de Madriz, en donde las cinco alcaldías de los municipios mencionados, con la compañía de órganos de Gobierno como Inturismo, el Instituto de Cultura, Marena, Inifom, Ineter, el Ejército de Nicaragua, Mined, Cooperativas de entidades artesanales y turísticas de los cinco municipios, la Asamblea Nacional, la UNAN-Managua a través de la Farem-Estelí y el Cigeo, la UNAN-León y la Secretaría Permanente de la Comisión Nicaragüense de la Unesco, se han asociado, no solo para preparar la documentación de carácter geológico, arqueológico, antropológico y sociológico del proyecto mencionado, sino que también para crear las condiciones subjetivas y organizativas de cara al futuro, en la etapa de gestión y ejecución del proyecto, una vez que la oficina respectiva de la Unesco haya aprobado e inscrito al Geoparque Río Coco como miembro de la Red Mundial de Geoparques.
La relevancia turística y económica del proyecto Geoparque Río Coco, para el departamento de Madriz y la región norte-seca de nuestro país, podría llegar a ser de extraordinaria importancia para esos territorios, igual que podría serlo para otros departamentos de Nicaragua con sitios geológicos, arqueológicos y comunitarios excepcionales como la Cordillera de Amerrisque y su riqueza arqueológica en Juigalpa, las Isletas de Granada, Ometepe, o algunas lagunas cratéricas del país. La experiencia del proceso de elaboración del expediente del Río Coco, en curso actualmente, será fundamental de cara a ese propósito.

martes, 15 de agosto de 2017

El pensamiento pedagógico de Juan Bautista Arríen

El pasado 9 de agosto cumplió el tercer año de fallecido el Dr. Juan Bautista Arríen, ex-Secretario Permanente de la Comisión Nicaragüense de Cooperación con la UNESCO.

Como un homenaje a su memoria, envío a Ustedes este artículo sobre el Pensamiento Pedagógico de Juan Bautista, escrito por el suscrito y presentado originalmente en el Instituto Juan B. Arríen de la Universidad Paulo Freire, el pasado día del Maestro nicaragüense.

Miguel De Castilla Urbina

El pensamiento pedagógico de Juan Bautista Arríen

En la historia del último entre siglos de la educación nicaragüense sobresalen un reducido grupo de educadores e intelectuales ya fallecidos, que siendo maestros de aula combinaron su práctica docente con el estudio de la educación y fueron investigadores, dirigentes y teóricos de la educación nacional. A ese grupo pertenecen entre otros: Miguel Ramírez Goyena, Josefa Toledo de Aguerri, Mariano Fiallos Gil, Guillermo Rosales Herrera, Raúl Quintanilla Jarquín, Fernando Cardenal Martínez y Juan Bautista Arríen.

Juan Bautista nacido en el País Vasco, España, en mayo de 1931 y muerto en Nicaragua el 09 de agosto del 2014, a los 83 años de edad, es el caso típico del educador e intelectual comprometido con la educación y todo lo que ella significa, tanto para la misma como función social con toda su complejidad de procesos e ingenierías, como respecto a sus consecuencias e impacto en la vida social.

Juan Bautista llegó a Nicaragua en 1956 cuando cifraba 25 años de vida, transitando todo el periplo de su vida adulta en nuestro país, por lo que podría afirmarse que él se hizo educador y pedagogo con nosotros y entre nosotros como un nicaragüense más.

No es que su formación académica la realizara en Nicaragua, el desarrollo cultural y educativo de nuestro país no daba para tanto. Cuando Juan Bautista llega a Nicaragua en 1956 para ser profesor del Colegio Centroamérica ya había alcanzado el grado de doctor en Filosofía pero todavía no era maestro en las aulas de clase.

Su vocación de maestro la va a descubrir en el Colegio Centroamérica. El mismo lo dice en su obra autobiográfica La vida más allá de uno: “por primera vez en la vida estaba dando clases, dice, tenía una Licenciatura en humanidades clásicas, un doctorado en filosofía pero no había dado clases” confiesa.

La práctica docente en el Colegio Centroamérica y posteriormente en la Universidad Centroamericana y su contacto con los problemas políticos del país siendo Vice-Rector y Rector de la UCA, van a ir poco a poco construyendo en su espíritu, su amor por la educación y por nuestro país como un todo. En suma: La educación de los nicaragüenses.

Acerca de la vida y obra y de su tránsito por la vida, el mismo Juan Bautista habla de sí mismo en su obra autobiográfica La vida más allá de uno. En esta obra no solo describe  los días de su vida, desde la explicación de su propio nombre, hasta los días de inicio del actual Gobierno Sandinista en el año 2007, sino que formula, discute y propone el sentido de su propia Vida.

Filósofo al fin, para construir el concepto sobre su vida, Arríen toma lo esencial del Constructivismo de Lev Vigotsky, del Existencialismo de Kieerkegaard y Sartre y de la Antropología Filosófica de Max Scheler para con esos insumos concluir que la Vida (su vida) es una construcción social.  “La vida, dice,  es a la vez de Uno pero con los otros.  Mi vida es una, pero no solo mía, sencillamente porque la he hecho con multitud de personas que se han conectado con ella.  Es una vida compartida sin dejar de ser absolutamente mía”.

De su amigo, el sacerdote jesuita y poeta Ángel Martínez Baigorri, toma el siguiente verso como síntesis de su concepción sobre la vida y de su conexión con Dios: “Doy gracias a Dios, decía el padre Ángel, por la atroz felicidad de haber nacido, daré gracias a Dios porque me ha amado”, a lo que Juan Bautista responde y completa: “Doy gracias a Dios y a la vida, por la multitud de personas que han compartido conmigo su construcción.”

Con fundamento en esta idea filosófica y sociológica, acerca de que la vida no es de uno si no es con  las otras personas de su entorno con quienes se ha construido la misma, Juan Bautista va hilvanando los siete capítulos del recorrido de su obra y su vida.

En el primer capítulo, nos cuenta sobre su nacimiento el 13 de mayo de 1931, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial en Durango-España y de su adolescencia y juventud;  su ingreso a la Compañía de Jesús, su venida a América Latina, El Salvador, Ecuador y Nicaragua y sus encuentros con la educación,  la política y los nicaragüenses.  El segundo y tercer capítulo de su obra  se lo dedica a la Universidad Centroamericana (UCA).  Ahí están las raíces de la UCA de hoy como institución educativa y cultural.  Léase: la Revista Encuentro, la Editorial, el Bufete Popular, el Instituto Juan XXIII.  La UCA durante el período insurreccional de los años setenta, siendo Juan Bautista Vicerrector Académico y Rector.

El capítulo IV Juan Bautista se lo dedica a la Revolución Sandinista y a su roll como Director de Planificación en el Ministerio de Educación.  En este período coordinó en compañía de Róger Matus Lazo la elaboración colectiva del  libro Nicaragua: Diez años de Educación en la Revolución, sin duda la mejor y más completa obra sobre la experiencia educativa de la Epopeya.  Igual en este capítulo relata como  inició sus primeros contactos con la UNESCO, para finalizar siendo hasta el último día de su vida Secretario Permanente de la Comisión Nicaragüense de Cooperación con esta Organización.

En los capítulos V, VI y VII,  relata sobre su retorno a la UCA, sobre la fundación del Instituto de Educación de la UCA (IDEUCA) y de las principales tareas cumplidas con otros compañeros en los campos de la educación nacional, en los días de las múltiples luchas en contra del proceso de privatización de la educación pública nicaragüense, en los años finales del siglo XX en Nicaragua.  En el capítulo VI Juan nos cuenta sobre sus otras luchas frente al dolor producto del cáncer, la hepatitis C y la muerte de su hijo Xabier Ignacio.  Nos habla del amor y sus amores y de sus familias de Nicaragua.

El pensamiento pedagógico de Arríen nos ha quedado diseminado en muchos libros y textos escritos y publicados desde los años sesenta del siglo pasado hasta el reciente presente. El último de ellos titulado Las Triadas de la Educación, desde la persona,  es una pequeña obra producto de la práctica, la investigación y la reflexión filosófica, sociológica y antropológica, en la que va descubriendo, desentrañando, hilvanando y sistematizando múltiples relaciones y asociaciones, logrando agruparlas en diez triadas que avanzan desde lo más general, de los tipos de educación hasta lo más específico del para qué de la educación, pasando por el origen y etimología del termino educación; el proceso educativo cuyo origen y fin es el ser humano; la familia, la escuela y la sociedad como espacios en los que se realiza la educación;  el centro educativo y la triada de subsistemas que lo integran; el proceso de aprendizaje de la persona que aprende; el ciclo biológico de la persona durante toda la vida; el maestro y la maestra y sus roles; el saber, saber hacer, los valores y actitudes, y al final en la cúspide, el sentido y finalidad de la educación como formadora de ciudadanía.

La educación formal, no formal e informal.

La tríada inaugural es la que se refiere a la educación según los modos o maneras como se realiza ésta en el contexto de las relaciones sociales, esto es: la educación formal, la educación no formal y la educación informal.

Este deslinde es de la mayor importancia, toda vez que por lo general es común identificar a la educación solamente con lo que sucede y acontece en el interior de las escuelas y los muros escolares, ignorando a las otras educaciones que surgen espontaneas en las relaciones sociales no estructuradas en un curriculum escolar.

La educación formal o sistemática,  está organizada conforme objetivos y reglamentos y está orientada a cumplir con un conjunto de normas que avanzan desde la matricula hasta la graduación escolar y está estructurada según niveles y modalidades desde el nivel prescolar hasta los niveles superior universitario. La Educación no formal, se diferencia de la formal en que es “más flexible, más variable, más puntual, más concentrada en temas y tiempos específicos”. Es la educación típica de los seminarios, talleres o cursos cortos.

La Educación informal es la que se despliega e influye en múltiples lugares, formas y tiempos en todas partes de la vida en sociedad, teniendo como agencias educativas desde el ámbito familiar hasta la televisión y todos los medios de comunicación, incluidas hoy la internet y todas las redes sociales.

La etimología del término educación.

La segunda triada se refiere a la etimología del vocablo educación. Aquí Arríen despliega todos sus saberes de filosofo al afirmar que “el ser humano se encarna en cada persona haciendo que todos seamos iguales como seres humanos y diferentes como personas. Cada persona es una realidad, dice, única, irrepetible, insustituible, tiene identidad, sin embargo la única forma de realizarnos y desarrollarnos como persona es la comunicación, la interacción con otras personas”.

Desde este punto de vista, cada persona posee un enorme potencial espiritual, físico, psicológico que para su desarrollo necesita sacarlo hacia el exterior de su ser e-inducere  a través de un proceso progresivo que llamamos educación. La educación consiste en sacar hacia afuera todo ese potencial e inducirlo, in-ducere apoyado por un sujeto mediador y facilitador, sea unas veces la familia o sea otras veces los maestros, quienes cumplen la función de guías y orientadores con-ducere dando sentido al accionar de la persona en la vida social. De esta manera para Juan Bautista, “la triada derivada del verbo ducereeducere, inducere y conducere, conforma la triada procesual educativa de la construcción del ser humano como persona”.

El proceso educativo se origina en la persona, termina en ella y la trasciende en la vida social.

La tercera triada ofrece mayor claridad al referirse a la educación como un proceso que inicia y finaliza en la persona y la trasciende en la vida social. “Es una triada dinámica – dice – Juan Bautista  - desde la persona, con la persona y para la persona como ser social”.

La familia, la Escuela y la Sociedad.

La cuarta triada está integrada por tres instituciones que son fundamentales como espacios y motores del proceso educativo, estos son la familia, la escuela y la sociedad.

“La familia, influye en todos los aspectos físicos, emocionales y sociales que acompañarán prácticamente siempre a la persona. Todo lo que se elija de valores actitudes, hábitos, preferencias, imitaciones, equilibrios y desequilibrio se van gestando y desarrollando en la convivencia con la familia”.

La familia es el espacio fundamental de socialización, donde los seres humanos aprenden los valores, usos y costumbres que se transmiten de generación en generación en el seno familiar. Mucho de lo bueno, lo malo y lo feo que serán las prácticas en la vida adulta de las personas, lo aprendieron en la mesa familiar. La familia es el terreno de la Educación informal, pero también es el momento de la articulación entre las triadas de Arríen. Un conector moderno entre familia y educación informal es ese pariente cercano llamado televisor.

Otro miembro de esta triada es la escuela. La escuela completa la educación que se inicia en la familia. En la familia se aprenden valores, o antivalores, en la escuela se aprenden destrezas y habilidades en matemáticas, lenguaje y ciencias. Igual que la familia se conecta con la educación informal, la escuela es el territorio de la educación sistemática o formal.

Arríen, completa esta triada con la sociedad como entidad educadora. Igual que la familia y la escuela se conectan con las educaciones informal y no formal, la sociedad es territorio privilegiado de la educación informal. Es la educación que reciben los jóvenes de parte de sus pares generacionales en los grupos organizados de barrios, comunidades, clubes deportivos y otros.

Preocupado Juan Bautista por el bien común y el desarrollo de una sociedad sana, expresa que “la educación, sobre todo la informal, está afectada por muchos antivalores los que se manifiestan en forma de corrupción, mentira, avaricia, irrespeto y violencia, lo que nos obliga a educar a la propia educación, a proteger y liberar a la educación de la posible contaminación que arrastra en determinadas ocasiones.”

El centro educativo y sus tres subsistemas: el técnico-pedagógico, el administrativo y el psico-social.

De la cuarta triada con propósito de mero análisis y de construcción de la quinta triada, Arríen, separa una de sus partes para reflexionar sobre sus tres subsistemas, a saber: el técnico, pedagógico, el administrativo y el psicosocial.

Lo técnico pedagógico se relaciona con las funciones sustantivas de la escuela como son los aprendizajes de los estudiantes y todos los elementos que los posibilitan, esto es: un currículo, la metodología pedagógica y didáctica, la organización escolar, los textos y recursos didácticos y otros.

El subsistema administrativo se refiere a todos aspectos que apoyan el logro de las tareas técnico – pedagógicas de la escuela. Desde la formulación de las políticas educativas, la planificación, los maestros, hasta el financiamiento de las actividades educativas.

El subsistema psicosocial trata sobre las relaciones humanas en el interior de los centros educativos. Es el terreno de las emociones,   la motivación, la autoestima, la comunicación, el liderazgo y otros.

De los tres subsistemas de la triada escuela, el psico-social es el fundamental. “El proceso educativo, dice Juan Bautista, sea este formal, no formal e informal es un proceso de interacción de personas, en el que todos educamos y somos educados, mediante la acción combinada y armónica de los componentes cognitivos, psicoactivos y psicosociales que la estructuran como persona”.

Lo cognitivo, lo psico-afectivo en el proceso de aprendizaje.

Igual que para construir la quinta triada, Juan Bautista, hace  lo propio con su propuesta de la sexta triada, al dislocar uno de los subsistemas de la triada anterior, este es el psicosocial, integrado por lo cognitivo, lo psico-afectivo y lo psico-social.

Respecto a esta trilogía, Arríen, afirma que: “es fácil constatar que una persona motivada aprende antes y mejor que una desmotivada, que un persona emocionalmente equilibrada, tranquila, aprende mejor que una emocionalmente trabada y desbalanceada; que unas relaciones humanas sanas, fluidas armoniosas y comunicativas, generan un clima psicosocial muy propicio para la formación cualitativa y exitosa que se activa en un centro educativo, que la auto estima personal está acompañada de mucha carga emocional, quizá mayor que la propia cognitiva, y que la comunicación se hace vida compartida entre las personas”.

Niño(a), joven, adulto.

La triada número siete está centrada en el sujeto de la educación, y en el periplo de su desarrollo biológico y psicológico como ser humano, esto es, en el tránsito de niño a joven y de joven a adulto.

Igual que en el caso de las triadas anteriores, los diferentes tramos etarios encuentran correspondencia con los diferentes niveles escolares que avanzan en orden ascendente desde el nivel preescolar, hasta la educación terciaria en todas sus modalidades universitarias y pos-secundarias.

El niño y la niña al salir del seno familiar, la siguiente parada es en las llamadas educación preescolar y educación básica, en donde continúan el proceso de su socialización y de su introducción a la cultura letrada que será de crucial importancia en el recorrido de su educación formal. Al convertirse el niño o niña en adolecente y joven, otro tipo de educación será el relevo de la educación primaria,  la educación secundaria, en esta educación, aumenta el rigor pedagógico y científico de las disciplinas o asignaturas del currículo.

Continúa la madeja de relaciones entre las triadas de la educación propuestas por Juan Bautista, entre niñez y educación preescolar y educación primaria, y entre adolescencia y juventud y educación secundaria y educación terciaria.

La adultez también tiene su propia educación, tanto respecto a la educación formal con las educaciones de posgrado, doctorados y posdoctorados, como con la educación informal en el mundo del trabajo. Juan Bautista afirma: “El aprendizaje del adulto es la vida, el trabajo, su participación en la sociedad, lo que con frecuencia lo lleva a la necesidad de seguir aprendiendo;” es lo que la UNESCO ha llamado educación permanente o  educación para toda la vida.

Sujeto especial y clave: maestro, educador y pedagogo.

La triada número ocho es la referida a la contraparte del estudiante de la educación preescolar, primaria, secundaria y terciaria. Juan Bautista define a la misma como el sujeto especial y clave de la educación: maestro, educador y pedagogo.

Este sujeto es el que logra “conjugar, dice Juan Bautista, cada una de las triadas.” “Es la triada que aprovechará las triadas anteriores para la formación de las personas con las que interactúa en su trabajo siendo a la vez maestro, educador y pedagogo.”

La Educación en competencias: saber, saber hacer, valores y actitudes que le dan sentido.

Analizados a manera de triadas los actores del hecho educativo: estudiantes y maestros, el turno es para el contenido de la educación. Para llenar este vacío, Juan Bautista, selecciona y escoge el concepto moderno de “educación en competencias”, a la que define como “la búsqueda y articulación de tres momentos del proceso educativo: el saber, el saber hacer, y los valores y actitudes que le dan sentido y finalidad a la educación.”

La concepción de Arríen, sobre la educación en competencias tiene su origen en los cuatro aprendizajes del  informe Delors: aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a convivir, lo que para Juan Bautista abrió “la ruta pedagógica innovadora de la pedagogía moderna”.

Educación, Valores y Ciudadanía.

La décima y última triada, a la vez que completa a la triada número nueve sobre el contenido de la educación, presenta un novedoso recorrer integrado por la triada: educación, valores y ciudadanía, en otras palabras educación en valores para la ciudadanía.

Sobre educación hemos hablado en esta presentación como el proceso a través del cual los seres humanos alcanzan su pleno desarrollo como personas, aprendiendo los saberes y los valores fundamentales para la vida en sociedad.

El eje central de esta triada es lo que Juan Bautista propone como la finalidad central de la educación, como lo es la formación de la ciudadanía, en suma la formación y consolidación de “una ciudadanía sólida, equitativa, participativa, progresista y democrática”; y esto porque “la educación de las personas tiene que ver en último término, con su ser y quehacer en una organización comunitaria compartiendo derechos y responsabilidades comunes.”

“La ciudadanía, dice Arríen, es el ejercicio compartido de la dignidad, de la libertad, de la igualdad de la persona, cualidades que sólo se hacen posibles en las relaciones interpersonales, en una comunidad”, que es el espacio privilegiado de la educación en todas sus formas y maneras.

A la educación y a la ciudadanía, se suman los valores, en especial aquellos valores relacionados con la formación de ciudadanía. Una síntesis de esta triada podría ser la siguiente: una educación que promueve una ciudadanía crítica, responsable y comprometida, y el desarrollo de personas libres, de elevada autoestima, dignidad personal, libertad y responsabilidad.