viernes, 25 de noviembre de 2016

Se nos adelantó el debate

Año con año desde que existen los exámenes de admisión para nuevo ingreso en las universidades públicas del país, en los meses de enero-febrero cuando se dan a conocer los resultados de las mismas, se produce un amplio debate acerca de las causas de las altas tasas de aplazados en matemáticas y español. En esas circunstancias, recurrentemente, siempre los índices acusadores señalan a las carencias de la educación nacional y a las instituciones responsables de tan lamentables hechos. Al final, cuando las voces del debate reducen sus decibeles,  todo vuelve a la normalidad, para iniciar en marzo un nuevo ciclo que solo habrá de finalizar en diciembre con la realización de los nuevos exámenes de admisión para el siguiente año, y en enero-febrero, al darse a conocer los resultados, de nuevo se iniciará el debate de ese año.
Este año las noticias y el debate de enero y febrero de 2017, se han adelantado a noviembre de 2016. El motivo ha sido la decisión del Consejo Universitario de la UNAN-Managua, sobre la no realización del examen de admisión para primer ingreso en el año 2017, para cursar un conjunto de 24 carreras de esta casa de estudios, la mayoría de ellas relacionadas con la profesión docente y con las Ciencias Naturales (física, química) y las Matemáticas.
La noticia que bien pudo haber sido un simple anuncio de servicio público para uso de los egresados del año en curso de los centros de educación secundaria y de las escuelas normales, pronto se convirtió en la chispa que incendió la pradera, dando oportunidad a la explosión de todas las hipótesis acerca del porqué de la medida del Consejo Universitario de la UNAN-Managua sobre las 24 carreras mencionadas, y de nuevo, como todos los eneros y febreros de cada año, sobre las causas de por qué los estudiantes tienen problemas con el aprendizaje de las matemáticas.
La problemática que busca solucionar la medida tomada por el Consejo Universitario de la UNAN-Managua, es del mismo tipo de la que se plantea en la relación entre las empresas industriales o agrícolas y las universidades que sirven carreras relaciones con estos sectores. En estos casos la relación es al revés de la planteada por la falta de demanda para las carreras de la UNAN-Managua, en ellos son los sectores económicos los que reclaman la fuerza de trabajo calificada en determinadas competencias y habilidades y las universidades no se la ofrecen como ellas la demandan.
Por ello es que para los dos casos, la solución requiere de la participación conjunta, tanto de quienes demandan como de quienes ofrecen la fuerza de trabajo calificada.
No obstante para el caso que nos ocupa, relacionado con las carreras de la UNAN-Managua, ante la ausencia de decisiones que estimularan la demanda de las mismas desde el exterior, por elemental responsabilidad administrativa, el Consejo Universitario tomó la decisión que desató el debate. Sobre la acidez y calor que ha logrado alcanzar este, mi percepción es que esto se ha debido tanto por el contenido de la decisión, la que se presentó sin la compañía de ninguna otra medida, como por la manera acerca de cómo se anunció públicamente esta, sin ninguna justificación, ni explicación histórica, administrativa y económica del problema que se busca solucionar, que permitiera asimilar y comprender de mejor manera la complejidad de la misma.
Respecto a este tema, nuestro criterio es que la medida debe ir acompañada de un conjunto de acciones tanto en el interior de la universidad, extremando la supervisión y acompañamiento al proceso enseñanza-aprendizaje de las carreras objeto de la medida; como en el exterior de la misma, elevando las acciones de orientación vocacional y profesional en los centros de educación secundaria y las escuelas normales sobre las carreras en debate, y propagandizar estas y sus atributos en estos mismos centros de parte de docentes y estudiantes que estudian las mismas en las facultades concernidas en la medida y a través de los medios de comunicación como el Canal 6, etc. En suma, una estrategia holística que contribuya a modificar el perfil de la demanda educativa universitaria y a mantener y fortalecer el prestigio de la universidad.

jueves, 17 de noviembre de 2016

La educación de las mujeres

La pobreza es un sistema en movimiento integrado por diferentes eslabones que se mueven en círculos y se retroalimentan entre sí permanentemente, y en los cuales la educación (o no educación) es un factor decisivo para frenar o cortar su proceso de crecimiento y desarrollo, o caso contrario, para profundizarlo y dinamizarlo. Un eslabón fundamental en este proceso es la educación (o no educación) de las mujeres, y en un sentido más amplio, la educación (o no educación) de mujeres y hombres como un todo.
El tema mujer es central cuando se trata de debatir sobre desarrollo económico y social y más aún, cuando lo que está en discusión son las políticas públicas de un país determinado. La centralidad del mismo se debe fundamentalmente al papel que esta juega en el proceso de reproducción social, particularmente en el de la familia, tal  como conocemos a esta en la mayoría de los países y culturas en la actualidad.  No obstante, esta importancia no se ha visto reflejada en el lugar y cuido que las mujeres han recibido históricamente y reciben en el interior de la estructura familiar y de las organizaciones jurídicas y civiles de las sociedades en general.
Numerosos estudios demuestran que en los países del subdesarrollo en África, Asia y América Latina, un alto porcentaje de mujeres no solo realizan los trabajos más pesados, obteniendo menores salarios que los hombres por un mismo tipo de labor, pero contradictoriamente contribuyendo más a los ingresos que los hombres en el seno familiar. Esta situación de desigualdad entre mujeres y hombres es una de las causas de la pobreza, debido a que la misma es un obstáculo para que millones de mujeres en todo el mundo, puedan acceder a la educación, lo que les abriría las puertas a puestos de trabajo dignos y decentemente remunerados.
La pobreza de la mujer tiene consecuencias devastadoras no solo para ellas en su realidad actual, sino que para su descendencia en su realidad futura.  En este sentido, la Comisión Delors de Unesco, en la obra La educación encierra un tesoro, se refiere a este aspecto citando a Jacobson J. L. y Gender Bias, así: “Cuando ya no le es posible aumentar aún más  su carga de trabajo, la mujer apela en gran parte a sus hijos, sobre todo a sus hijas, para que la liberen de una parte de sus tareas.  La creciente tendencia en numerosas regiones y países a no escolarizar a las hijas a fin de que puedan ayudar a la madre en su trabajo, tendrá como consecuencia casi segura de limitar las perspectivas de futuro de una nueva generación de niñas, que se encontrarán en desventaja en relación con sus hermanos”.
No obstante, este panorama sombrío, de desigualdad entre los sexos en el terreno educativo, poco a poco, principalmente en América Latina y el Caribe, ha venido evolucionando positivamente, especialmente en la educación primaria.  “La disparidad entre los sexos en la escolarización de la enseñanza primaria, dice el Informe de seguimiento de la educación para todos 2015, se ha reducido considerablemente desde 1999, pero no se ha eliminado.  Entre los 161 países sobre los que se disponía datos relativos entre 1999 y 2012, el número de países en los que había logrado la paridad avanzó de 83 a 104”.   Teniendo a la pobreza como antecedente y dirigiendo la mirada hacia el futuro, el informe mencionado expresa que según proyecciones, “alrededor de un 43 por ciento de los niños no escolarizados del mundo nunca asistirá a la escuela: es probable que no se escolarice un 48 por ciento de las niñas, en comparación con un 37 por ciento de los niños”.
En Nicaragua, la lucha frontal en contra de la pobreza incluye no solamente la decisión de política pública de la paridad de género en los principales órganos del gobierno y el Estado nicaragüense, sino que también la decisión acerca de que los principales protagonistas, participantes y beneficiarios de los programas sociales del Gobierno en los campos de la salud, la educación, el trabajo, la propiedad de la tierra y en contra de la usura, el hambre, la desnutrición y el analfabetismo sean las mujeres.

jueves, 10 de noviembre de 2016

El enfoque escolarizado del análisis educativo

Ni la educación es sinónimo de escuela, ni el sistema educativo es sinónimo de sistema escolar, ni los problemas de la educación son sinónimos de los problemas de las escuelas.
Este deslinde es necesario realizarlo cuando de lo que se trata es de analizar la educación en un centro escolar, en un núcleo educativo,  en un municipio, un departamento o a nivel nacional, en tanto, por lo general, cuando se realizan estos ejercicios, se hacen ignorando el carácter y ubicación de la educación escolar en la vida social, dedicando su atención a variables y aspectos meramente escolares, desconectándolos parcial o absolutamente de la vida económica y social, especialmente del origen social  de los estudiantes y de la situación económica de las familias de donde provienen los mismos.  La conclusión de este tipo de análisis es obvia, la culpa de los desajustes de la educación anidan en la educación misma y es ahí donde hay que buscar las soluciones.
Analizar variables como la formación del magisterio, los planes y programas de estudio, la administración  financiera municipal de la educación, la evaluación de los aprendizajes, la infraestructura escolar, etc. Excluyendo del análisis la relación de cada uno de estos factores con la variable estudiante y su relación con el medio en que este  reproduce su existencia, es un enfoque parcial, insuficiente, escolarizado y sesgado de la educación escolar, el cual excluye a la variable más importante del proceso educativo, como es el estudiante  que es en quien se realiza la educación y su calidad.
No es que el currículo, el magisterio, la evaluación educativa y los edificios escolares no sean importantes, lo que pasa es que ninguno de esos elementos funcionan en el aire, todos tienen sentido según sean las personas que aprenden,  que no llegan al aula de clases como si fuesen una página en blanco, sino que llegan con una carga muy grande de experiencias y aprendizajes  producto de la acción educativa y de socialización  de su familia,  de sus pares etarios en su entorno social  y de los llamados medios de comunicación social que se imponen avasallantes sobre niños, niñas y jóvenes, que por su edad mental y cronológica no están en capacidad de criticar, oponerse y rechazar sus mensajes.
Hacen  falta  él y la estudiante en esos diagnósticos y esas propuestas, no como una entidad exógena separada y extraña, sino como parte fundamental del proceso educativo, sin la cual no existe el mismo, no existe la educación porque no habría nadie a quien educar.  El o la estudiante es el referente con el cual hay que contrastar, chocar o cruzar las variables meramente escolares a fin de medir y valorar sus atributos y cualidades y con base en esos resultados hacer las recomendaciones que corresponda. Es el caso del currículo, por ejemplo, una cosa es el currículo de los estudiantes de la zona rural y otro es el de los estudiantes de la zona urbana, o también el caso del magisterio, su formación y capacitación, una cosa son los docentes de la educación para la primera infancia y otra cosa son los profesores de la educación secundaria o universitaria, sus características son diferentes, en tanto, son diferentes las características de los estudiantes a quienes ofrecen sus servicios docentes.
Respecto a la importancia del estudio del factor  estudiante y su relación con las variables de la ingeniería escolar, es de importancia  hacer referencia a las diferencias respecto a la situación de clase de los niños y jóvenes que se educan,  en tanto no son iguales las posibilidades de un niño, niña o joven de las clases acomodas, comparadas con las posibilidades de otros y otras de las clases medias, y las posibilidades de otros y otras de los sectores empobrecidos.  Las posibilidades económicas de las familias de donde proceden unos y otras son diferentes. No son iguales, desiguales, y por lo tanto serán desiguales las oportunidades de aprender de los niños y niñas de una y otra clase o sector social.  Ignorar esto a la hora de realizar diagnósticos educativos es hacer metafísica y convertir la búsqueda de solución en parte del problema.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Una universidad para la investigación, la innovación y el emprendimiento

En diferentes escritos, en conferencias y hasta en dos libros, La Universidad contra la Universidad (1998) y La Reforma Universitaria, Troya y mi Idea de Universidad (2008), hemos  pregonado la hipótesis acerca de que en las actuales circunstancias, y más aún en las del cercano y lejano futuro, es materialmente imposible que la universidad y demás centros de educación superior, puedan enseñar a los estudiantes todos los conocimientos que estos necesitan aprender para su desempeño durante su vida profesional.
Por este motivo, fácil de comprobar con los graduados de todas las profesiones en cualquier país del mundo, hemos propuesto que la universidad, simultáneamente, a la vez que introduzcan y sumerjan a los estudiantes en las complejidades de la teoría y el método de la especialidad de sus carreras, les aconsejen sobre la práctica de los valores propios de una sociedad éticamente sana, también les enseñen a continuar aprendiendo durante toda la vida, (autónoma, independientemente) camino a seguir actualizando, ampliando y profundizando esos conocimientos, una vez que hayan egresado de la misma.  El método a través del cual los estudiantes universitarios continuarán aprendiendo por su propia cuenta, después que hayan egresado de las aulas universitarias es la investigación.
De esta manera, tarea fundamental de la universidad debe ser enseñar a investigar.  La universidad que no enseña a investigar a los estudiantes para continuar aprendiendo durante toda la vida, cumple solamente una parte de su misión y encargo social ante la velocidad y crecimiento exponencial de los conocimientos producto de la revolución científica y técnica, más temprano que tarde caducará y se tornará obsoleta.
Pero la investigación universitaria no sirve solamente para aprender a aprender, ella también  sirve para producir nuevos conocimientos, los que cuando van asociados a la producción de nuevos bienes y servicios o al mejoramiento de los existentes para ser presentados en la disputa del mercado, se transforman en innovaciones, las que son fundamentales para la modernización y el desarrollo económico y social, en especial de los países empobrecidos de la periferia capitalista.
En años recientes, ante los problemas del desempleo juvenil, en especial de los recién graduados de la educación superior, ha surgido toda una ideología alrededor del emprendedurismo, la que ha encontrado terreno fértil y fácil asocio y acomodo con el discurso de la innovación.  La relación que se construye entre innovación y emprendedurismo se produce cuando una innovación es convertida en pequeña o mediana empresa.  En este contexto, desde hace algunos años, parte importante de los lenguajes de la academia latinoamericana y aún más de los del sector empresarial, reclaman la articulación entre las instancias gubernamentales de ciencia y tecnología, los gremios privados y las instituciones de educación superior.
No obstante, la investigación, la innovación y el emprendedurismo y sus mutuas interrelaciones, más que un problema burocrático e institucional, es una cuestión de carácter cultural, en cuya base se construyen todos los procesos a través de los cuales se reproducen las regularidades sociales, especialmente las de tipo educativo.  Para cumplir con este propósito, la acción de las universidades y de todo el sistema de educación formal es fundamental, pues ya no se trata, como lo expresamos al inicio de este artículo, de enseñar y aprender solamente la teoría y el método de las especialidades, sino que también de lo que se trata es de aprender también nuevas competencias, que como ejes transversales deben atravesar todas las obligaciones curriculares de las carreras.
En este orden, las nuevas competencias que en las actuales circunstancias deben ser atendidas por la educación superior serán: Investigación (las universidades deben enseñar a aprender a investigar); innovación (las universidades deben enseñar a aprender a innovar); emprendimiento (las universidades deben enseñar a aprender a emprender), las tres sensibilidades como un solo contenido curricular articulado en movimiento ascendente hacia adelante.  En suma: el nuevo graduado universitario, según esta apuesta, será aquel que a la vez que conoce y maneja las ciencias y las artes de su especialidad, manifiesta también una actitud favorable y demuestra aptitudes y capacidades para desempeñarse eficientemente en los campos de la investigación, la innovación y el emprendimiento.