jueves, 26 de julio de 2012

Las dos tareas pendientes de la Universidad

La Universidad Nicaragüense, al cumplir sus primeros 200 años de fundada, puede darse por muy bien pagada, no sólo por los homenajes en las fechas bicentenarias, sino que también por la gran cantidad y calidad de artículos publicados en estas páginas de El Nuevo Diario sobre sus problemas, circunstancias, apuestas y perspectivas de cara al futuro.

En uno de esos artículos, el ingeniero Alberto Sediles Jaen, investigador y docente de la Universidad Nacional Agraria, UNA, el 13 de junio pasado, levanta un tema al que nosotros hemos prestado atención en la mayoría de los nuestros; tal es el caso de la desarticulación a lo interno de las universidades de sus funciones y misiones, en los campos de la investigación, la enseñanza y la extensión universitaria, y de las consecuencias negativas que esta situación provoca, tanto para cada función en particular, como para todo el sistema funcional universitario.

Respecto a este tema, el Ingeniero Sediles expresa:
“Las universidades públicas fundamentan su labor en tres funciones centrales: enseñanza, investigación y extensión (proyección social). El asunto de fondo es asegurar un funcionamiento en el trabajo académico que asegure plena integración e interdependencia entre las tres funciones centrales, teniendo como referencia de trabajo las políticas nacionales de educación (incluye educación técnica), los planes de desarrollo productivo, la formación de sus estudiantes, las demandas de ciencia, tecnología e innovación del sector productivo y las necesidades de la cultura, todo en un contexto nacional y global. La interdependencia entre las tres funciones universitarias debe ser sistémica y de doble vía”.

Para adelante asegurar que:
“Ni la reducción presupuestaria, ni la educación de estudiantes, ni la fusión de universidades, ni los diagnósticos, ni los decretos, ni el profesar sentimientos apolíticos, cambiarían la realidad de las universidades públicas de hoy. Hay dos necesidades centrales para la transformación: a lo interno, asegurar la interdependencia de la enseñanza, la investigación y extensión, y a lo externo asegurar un verdadero alineamiento de trabajo y colaboración entre los diferentes actores nacionales (Gobierno, cooperación y sectores)”.

Esto expresa que así como, día a día, todo mundo reconoce la necesidad de la articulación entre los subsistemas del Sistema Educativo Nacional, especialmente entre la educación Secundaria y la educación Terciaria o Superior, igual, también, poco a poco, gana espacio la necesidad de la articulación al interior de cada uno de estos subsistemas y de las instituciones que integran los mismos. Este último caso es el de las universidades y sus funciones, las que articuladas sistémicamente están en disposición de cumplir la misión universitaria con mayores posibilidades que si se presentan disgregadas y en situación de ruptura.

El ingeniero Sediles, con excelente puntería, no se queda solamente en la articulación a lo interno de la Universidad y avanza hacia el alineamiento de esta articulación con las políticas de desarrollo de la educación y del país. Es obvio, pues ¿para qué serviría la organización sistémica de las funciones universitarias, si no fuese para ponerse al servicio del desarrollo nacional?

Las necesidades de investigación científica reclamadas por los planes de desarrollo económico y social; las necesidades de médicos, profesores y profesionales, técnicos e ingenieros reclamados por las empresas, y las necesidades de consejería, asesoría, consultoría y apoyo pedidas por las cooperativas y pequeños productores; en suma, las necesidades de la Universidad de parte de la sociedad nicaragüense. La Universidad como una necesidad de la sociedad, para su desarrollo de cara al futuro.

No hay duda, son dos las tareas pendientes para nuestras altas casas de estudio: por un lado, solucionar su problemática de desarticulación y disgregación interna, y una vez dado este histórico paso, luchar por su articulación con las instituciones, empresas y entidades de su entorno, gubernamentales y privadas, a través de su función de extensión, proyección o vinculación social. Para la Universidad Nicaragüense, no habrá mejor forma de conmemorar su bicentenario, que teniendo la certeza de su puerto de destino.

* Profesor de Sociología de la Educación
migueldecastilla68@hotmail.com

lunes, 23 de julio de 2012

Sobre la investigación universitaria

Entre los numerosos artículos dedicados a la universidad nicaragüense en los últimos meses en El Nuevo Diario, para mi gusto como investigador de la universidad como objeto de estudio, sobresalen dos dedicados al tema de la Investigación Universitaria, estos son: Universidad e Investigación del académico y filósofo de la Upoli, doctor Erwin Silva publicado el 4 de junio pasado, e Investigación y su relación con el Currículo, del doctor Manuel Rojas Aráuz, Vicerrector de Investigación de la UCC, publicado el 15 de junio.

En su artículo el maestro Silva, parte de una consideración que no permite dobleces, ni extrañas interpretaciones. Él afirma que “la razón fundamental de la universidad nicaragüense es la investigación científica”. Contrario a esto, supongo yo, es lo que dirían los rectores de nuestras universidades públicas, respecto a la función de la enseñanza, si es que del análisis de los modelos académicos de estas instituciones, pudiésemos derivar sus posiciones y autoconceptos acerca de las identidades institucionales de nuestras casas de estudio.

Pero Silva además nos entrega un amplio menú sobre los temas que debieran investigar nuestras universidades. Escribe: “Problemas tales como la pobreza extrema, la dependencia económica y tecnológica, el narcotráfico, el crimen organizado, la trata de personas, la corrupción, las pandillas, la violencia intrafamiliar, el trabajo infantil, la desnutrición, la degradación ambiental, (…) la comprensión intercultural, la cooperación externa, el comercio interregional y extra-regional, las alternativas energéticas ecológicas, la seguridad ciudadana, la seguridad alimentaria y la calidad de la educación, son algunos de los retos de los estudios científicos que deben emprenderse en breve, so pena de que las universidades se retrasen tanto que las alcance el pasado”.

Resulta gratificante que un Vicerrector de Investigación de una universidad privada escriba sobre curriculum, y más aún, que lo haga indagando sobre la conexión entre investigación y currículo. Lo normal es que cada Vicerrector, desde su zona de responsabilidad, se atrinchere dedicándose a lo suyo, sin importar lo que pase en los territorios funcionales contiguos, fracturando, desarticulando y afectando, como es obvio, el equilibrio y sistematicidad del complejo funcional universitario.

Precisamente el profesor Rojas Aráuz parte de evidenciar la separación existente entre Docencia, Investigación y Proyección Social, “las cuales –dice– son desarrolladas como entes muy distanciados y cada uno ha generado sus propios procesos, provocando la desintegración del trabajo formativo”. ¡Qué bien!, Bienvenido doctor Rojas a la lucha por la articulación de la universidad y del Sistema Educativo nicaragüense.

Respecto al tema específico de la relación entre investigación y currículo, el doctor Rojas propone “la necesidad de entender la investigación como un proceso integrado al currículo, el cual debe desarrollarse en la medida en que la formación es una acción formativa investigada e investigativa” (…) “Si la docencia –agrega- se sigue ejerciendo en la universidad divorciada de la investigación, y esta distanciada de la proyección social, se seguirá desarrollando una investigación escuálida y alejada de la solución a los problemas estructurales del país”.

La investigación universitaria, tanto sus procesos como sus resultados, por darse en la institución que se da, es mucho más compleja que la simple relación, cara a cara, entre problema de investigación versus proceso investigativo, que es el ámbito de actuación de los centros de investigación privados o gubernamentales cuya orientación es la investigación aplicada.

La investigación universitaria, conjuntamente con ofrecer al Gobierno, empresas, comunidades y sociedad en general, los conocimientos y la información necesaria para la reconstrucción y el desarrollo nacional, participa sustantiva y decisivamente de la función educativa, que es la función fundamental de toda institución de educación superior, creando en el interior de las mismas, las condiciones para el surgimiento, y desarrollo del espíritu científico-investigativo en las comunidades universitarias y la forja de nuevas generaciones de científicos, investigadores e ingenieros, sin los cuales, ningún desarrollo es posible.

* Profesor
migueldecastilla68@hotmail.com

jueves, 5 de julio de 2012

50 años del movimiento operación justicia

La Calidad de la Educación escolar es una construcción histórica, resultado de la articulación de múltiples factores internos y externos al hecho educativo concreto en que se desempeña el o la estudiante. Uno de esos factores, y seguramente el más importante, después del factor estudiante, es la maestra y el maestro.

Se puede tener en las manos el mejor y más pertinente currículo del planeta tierra, y las aulas de clases tener piso de algodones, pero si no se tiene a una maestra o maestro estimulado, que sienta que su oficio es un regalo de Dios, de poco o nada sirven esos factores favorables.

Caso contrario, una maestra o un maestro estimulado, hacen del salón de clases, aunque este sea debajo de un palo de mangos, una fiesta con sus estudiantes. A cincuenta años de vida magisterial, puedo dar testimonio de eso y con absoluta certeza afirmar que eso es cierto.

Un componente fundamental del estado de ánimo de la maestra y el maestro es su sueldo. Este factor tiene que ver con todo. Con su familia, la casa, el transporte, la alimentación, la salud, las diversiones, los vestidos, los rostros, toda la vida de maestras y maestros.

Cuando el Presidente Daniel Ortega Saavedra me diera la oportunidad de acompañarle durante tres años como Ministro de Educación, el primer Maestro Normalista que llegaba a ejercer ese cargo en la historia de la Educación Nacional, cada vez que tenía frente a mí a uno, diez o mil maestras y maestros, y les hablaba pidiéndoles más empeño en la labor magisterial, siempre, en lo más intimo de mi ser, estaba el recuerdo, de que a quienes les pedía más de sí, tenían muchos problemas en sus vidas producto de los bajos sueldos.

Y no es que al Presidente Daniel Ortega no le interesara el sueldo de los maestros, me consta su preocupación. Más de una vez lo sentí “ponerse en los zapatos” de mis hermanas y hermanos de oficio, pero a la hora de hacer cálculos y multiplicar cada córdoba por los 50.000 maestros y maestras de todo el país, las cuentas, impuestas por tanta pobreza y tantas necesidades, nunca cuadraban.

Por ello, cuando se me ha preguntado de qué cosa que hice o no hice durante esos tres años me arrepiento, siempre he respondido que de lo único que me arrepiento es haber estado en ese cargo y no haber podido hacer más por el sueldo de las maestras y maestros de mi país.

La causa de este malestar tiene raíces históricas profundas. Hace cincuenta años, en 1962, el Año Escolar comenzó en los primeros días de mayo y era mi primer mes como maestro de educación primaria. La Federación Sindical de Maestros de Nicaragua (FSMN), integrada por 27 Sindicatos de Maestros en todo el país, desde los años 1959, 1960 y 1961, venían exigiéndole al gobierno de Luis Somoza aumento a los 400 córdobas mensuales que devengábamos las maestras y maestros de educación primaria.

Múltiples asambleas municipales y departamentales vinieron poco a poco gestando lo que desde finales de mayo de ese año habría de ser la más masiva, intensa y larga huelga nacional del magisterio nicaragüense por su sueldo.

Encabezada por Ofelia Morales Gutiérrez y José María Zelaya Ubeda, la huelga se llamó Movimiento Operación Justicia. A inicios de la misma, en mayo, las maestras y maestros ganábamos 400 córdobas, después de múltiples negociaciones y tres meses de huelga, en agosto, nuestro sueldo fue de 700 córdobas al mes, 300 córdobas más, igual a 100 dólares de 1962.

Entre 1962 y 1979, las luchas del magisterio nicaragüense continuaron articulándose a las luchas de todo el pueblo contra la dictadura y creando las condiciones objetivas y subjetivas, para que el 4 de febrero del año 1979, fundáramos, en el Auditorio 12 de la UNAN-Managua, la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua ANDEN.

*Maestro. Militante del Movimiento Operación Justicia y cofundador de Anden