jueves, 25 de octubre de 2012

Octubre en la universidad: las JUDC

Para la idea de Universidad que tenemos por oficio, que promovemos y defendemos, todos los meses deberían ser como octubre. La señal es inequívoca: grandes mantas multicolores a la entrada de los edificios universitarios, que saludan a los estudiantes que presentarán los resultados de sus investigaciones en cada Facultad, en el contexto de las XXXI Jornadas Universitarias de Desarrollo Científico (JUDC).

Esta actividad creada para promover la investigación estudiantil universitaria, está cumpliendo XXXI años, teniendo como hogar a las cuatro universidades públicas y demás universidades miembros del CNU. Es parte del legado cultural de la Revolución Popular Sandinista, en el contexto de la implantación y siembra de la Investigación Científica en el complejo funcional universitario, a la par de las funciones relacionadas con la Docencia y la Extensión Universitaria, y como producto de la asesoría cubana en este sector de la Educación nicaragüense de los años ochenta.

Es la Universidad creadora, que con sus estudiantes genera conocimientos y en ese proceso también genera aprendizajes. Aprender a investigar en la Universidad, para investigar más allá de las aulas universitarias después de graduados, en el transcurso de su educación permanente durante toda la vida, ese debería ser uno de los propósitos de la nueva Universidad nicaragüense.

Donde se ha mantenido con mayor fidelidad esta tradición cultural es en la UNAN-Managua. En sus siete sedes y nueve facultades, octubre es el mes de la Investigación, la Ciencia y las Humanidades. Con estos antecedentes y la riqueza conceptual y metodológica que deja el proceso de Transformación Curricular de sus setenta carreras (no las cuatro que pide la Ley del CNEA), esta Universidad tiene en sus manos la extraordinaria oportunidad de generar un currículo diferente, cuyos graduados tengan como cualidad que les distinga frente a todos los demás graduados de la educación superior nicaragüense, las competencias (actitudes y aptitudes) investigativas.

Que el nuevo profesional de la UNAN-Managua, producto de su nuevo currículo, como parte de su formación, no solo demuestre en las prácticas laborales sus saberes, destrezas, competencias y altos valores de ciudadanía, en especial los relacionados con la defensa de los derechos de las poblaciones empobrecidas, sino que también, como parte de esa formación y articulados a las mismas, tengan la investigación como competencia de retaguardia para el desempeño de sus actividades laborales, y como mecanismo fundamental para seguir aprendiendo fuera del aula de clases a lo largo de su vida.

Al cumplir 31 años las JUDC, bien merecen no solo el saludo y homenaje de los universitarios y hombres y mujeres de ciencia de Nicaragua, en especial del CONYCIT y la Academia Nicaragüense de las Ciencias, sino que también un estudio y un gran evento nacional universitario organizado por el CNU (éste debió haber sido el año pasado) de cara a evaluar esta experiencia magnífica de nuestra academia, camino a evidenciar lecciones y buenas prácticas, que puedan universalizarse en todo el subsistema de la educación superior e ir desterrando aquellas prácticas que entorpecen el logro de sus propósitos.

Hasta hoy, en las JUDC, estudiantes destacados de los últimos años de cada carrera presentan los resultados de sus investigaciones, que en fase posterior serán presentadas como trabajos de graduación.
Urge articular las JUDC al currículo universitario permanentemente, como un eslabón más del Eje de Investigación en los nuevos currículos. Urge hacer de las JUDC una actividad para todos los estudiantes y no sólo para los más destacados y para los trabajos finales de grado. Urge hacer de las JUDC la manera de ser de las universidades. Urge hacer de las JUDC y de la investigación estudiantil, un octubre permanente en la universidad Nicaragüense.

* Profesor UNAN-Managua.
migueldecastilla68@hotmail.com

jueves, 11 de octubre de 2012

Esperar otros treinta años

La formación y capacitación del personal investigativo-docente de las Universidades Públicas, que recientemente se graduaran en las mismas y están llenando los espacios vacíos que dejan sus antiguos profesores en proceso de jubilación, es de urgencia, no sólo porque las Universidades están renovando los Currículos de sus carreras, ni siquiera para que los docentes de ingreso reciente conozcan sobre las nuevas prácticas en los terrenos constructivistas y de la mediación pedagógica, sino que fundamentalmente porque nuestro empobrecido país no se puede dar el lujo de esperar treinta años más, que serían los necesarios para una nueva oportunidad de cambio generacional universitario, para renovar y transformar la Idea de Universidad y el Modelo Académico profesionista, con los cuales hemos convivido las pasadas y actual generación de universitarios nicaragüenses.

La primera oportunidad que tuvo la Universidad para cambiar su modelo académico profesionalizante fue durante la Revolución Sandinista. No obstante no cambió. Cierto que se introdujo la investigación y se creó el Movimiento de Alumnos Ayudantes, pero el modelo siguió siendo el mismo. La enseñanza continuó siendo la función reina. Las pocas fortalezas de las comunidades universitarias en aquellos días y la implantación del modelo cubano fueron un obstáculo para el cambio. Hoy se presenta una nueva oportunidad para formar las nuevas generaciones de académicos universitarios, en otras formas de pensar y hacer la Universidad camino a la integración sistémica de sus funciones.

Este hecho propiamente nicaragüense coincide en el tiempo con otro hecho de carácter planetario, como es el caso de la explosión de los conocimientos en el contexto de la Revolución Científica y Técnica, que está sometiendo a múltiples crisis a la institución universitaria, que se manifiesta por el agotamiento de la estructura académica facultativa y departamental que le da sustento, y por la insuficiencia, rigidez e ineficiencia de su modelo académico, fincado principalmente en la función de la enseñanza de las profesiones.

En muchas Universidades, incluso en instituciones de educación terciaria privadas, desde hace algunos años se vienen ofreciendo cursos con asesoría extranjera en niveles de Maestría, Diplomados, etc. sobre lo que llaman Docencia Universitaria. Son cursos cuya búsqueda es propiciar un cambio en las maneras de enseñar, para perfeccionar el proceso enseñanza-aprendizaje. Todo eso está bien, no obstante son actividades en las que, a pesar de las buenas intenciones, está presente la misma idea con que la Universidad nicaragüense fue fundada hace doscientos años. Es la Universidad que en 1816 enseñaba Derecho Canónigo y Latín, y hoy enseña Derecho Internacional e Inglés.

Es la Universidad Escuela, que más que pensarse y repensarse a sí misma para avanzar hacia la formación de la nueva generación de hombres y mujeres de Ciencia a través de la investigación, insiste en hundir sus raíces en el pasado, y más que cambiar y transformarse, lo que hace es reafirmarse, autorrepetirse y autorreproducirse.

Para que no pase lo mismo que con los llamados cursos sobre “docencia universitaria”, la tarea de formar y capacitar al personal universitario joven, debería implicar someter a crítica los actuales formatos curriculares de estos cursos, a fin de cambiar desde sus nombres, que porfiadamente insisten en ratificar la función de la enseñanza que caracteriza al modelo académico tradicional, virando hacia la investigación, no solo para que los participantes en estos cursos aprendan metodología de la investigación, para que elaboren sus monografías y tesis (que esa es su principal debilidad y defecto), sino para que conviertan la investigación en procedimiento didáctico para enseñar y aprender, para que ellos como profesores enseñen a sus estudiantes a investigar para aprender y ellos mismos continúen aprendiendo durante toda su vida a través de la investigación.

* Sociólogo. Profesor de la UNAN-Managua

migueldecastilla68@hotmail.com

viernes, 5 de octubre de 2012

Ciencia, investigación y crisis de la universidad contemporánea

La investigación como función universitaria cumple cuatro importantes misiones: es factor de enriquecimiento constante del desarrollo científico y técnico; es un medio de vinculación de la universidad con el desarrollo económico y social de los países; es factor de renovación y desarrollo de las otras funciones universitarias y por lo tanto de los Modelos Académicos, y es medio para enseñar y aprender en la Universidad, con el propósito de que los estudiantes aprendan a aprender de cara a su educación permanente.

Respecto al desarrollo científico y técnico, la relación entre Ciencia y Universidad es profundamente dialéctica. La Universidad es una de las instituciones por excelencia de la Ciencia y al menos en los países de menor desarrollo la Ciencia depende principal y fundamentalmente de las Universidades, dado que en ellas se concentra la inmensa mayoría de los hombres dedicados al desarrollo científico. Por su lado, la Ciencia, que obviamente trasciende los propios muros universitarios, proporciona a la Universidad sus modos y formas de organización disciplinaria y su contenido fundamental: teorías, hipótesis y conclusiones.

La investigación científica y sus resultados son los vasos comunicantes entre la Universidad como institución y la Ciencia como conjunto sistematizado del conocimiento. La explicación acerca de esta relación, está localizada en la génesis misma de la misión, fines y principios de la institución académica, ya que una de las tres funciones Universitarias del tríptico orteguiano es la generación de conocimientos mediante la investigación científica; y ésta es a su vez el medio a través del cual la Ciencia se enriquece, se perfecciona y se desarrolla.

Las formas, modos y maneras como han venido organizándose las Ciencias a través de sus historias particulares, han tenido fuerte impacto no sólo en la organización global de la Estructura Académica de las Universidades, sino también en los contenidos curriculares de las carreras, presentes hoy en los múltiples procesos de transformación curricular en nuestras Universidades públicas. Estos dos hechos son de suma importancia, pues la organización interna de las Universidades divididas en facultades y departamentos (las primeras venidas del Siglo XIX de la tradición napoleónica, y los segundos venidos a Nicaragua en los años sesenta del Siglo XX de la tradición estadounidense), poco a poco se están convirtiendo en un obstáculo para el desarrollo de la academia camino a la multidisciplinariedad, la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, que frente al exponencial desarrollo de la Ciencia y los conocimientos en el contexto de la Revolución Científica y Técnica, son el futuro de la Ciencia y el futuro de la institución Universitaria.

Eso obliga a someter a juicio y romper con el rígido esquema de las Facultades venido a Hispanoamérica con la Universidad colonial. La reforma de las estructuras académicas es tarea pendiente en los países subdesarrollados, que como lo menciona Michael Gibbons, en su documento preparado para la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, realizada en París, en octubre de 1998, es parte del tránsito del Modo 1 (Unidisciplinario) al Modo 2 (Transdisciplinario) de producción del conocimiento científico en los países altamente desarrollados.

Por otro lado, una característica de la época actual, es la inconmensurable cantidad de conocimientos que se producen a cada instante en laboratorios y centros de investigación en todos los campos de la Ciencia, y la rapidez con que estos circulan a nivel planetario, casi inmediatamente después que estos se producen y validan; este hecho está sometiendo a crisis también del formato tradicional, rígido e inflexible de las universidades, lo que las obliga a mudar o convertirse en obstáculos del desarrollo social. ¿Qué están haciendo nuestras Casas de Estudio frente a estos signos de los tiempos que corren?