En su obra autobiográfica La Vida Más Allá de Uno, Juan Bautista Arríen afirma que “la vida, siendo de uno mismo, al vivirla, está íntimamente relacionada con otras vidas, con otras personas. La vida, dice, es a la vez de uno pero con los otros…” Para mi dicha, entre esas otras vidas, Dios me puso a su lado, para acompañarlo en lo que él escogió como su principal tarea en la vida, tal fue la educación.
Juan Bautista y yo nos conocimos en noviembre de 1975 en las aulas de la UCA, durante un seminario que promoviera el Instituto de Promoción Humana (Impru) y que diera origen al libro colectivo Educación y Dependencia. El caso de Nicaragua (1977).
En los años ochenta la Revolución nos ubicó en la misma trinchera, en el viceministerio de Planificación y Políticas Educativas del Mined. El como director general de Planificación y yo como viceministro. Desde esas posiciones y en ese ámbito, juntos encabezamos la realización de una de las innovaciones educativas más trascendentes de la educación nicaragüense contemporánea, como lo fuera: La Consulta Nacional para definir fines, principios y objetivos de la nueva educación, realizada en 1981.
Entre 1996 y 2006, Nicaragua vivió una especie de poder dual en el campo de la educación nacional. Por un lado el programa gubernamental de privatización de la educación general básica y media, y frente a él, el contrapoder representado por la Cgten-Anden y múltiples organizaciones no gubernamentales, que a la vez que denunciaban al engendro privatizador, formulaban propuestas de relevo al modelo que negaba el derecho a la educación en Nicaragua.
Fue en el contexto de esos diez años que Juan Bautista y yo compartimos múltiples jornadas. Todo comenzó con su decisión de invitarme, junto a los profesores Rafael Lucio y Giovanna Daly, a fundar el Programa de la Reforma Educativa en América Latina (Preal) en la UCA. Juan Bautista recuerda así esas circunstancias: “Invité y contraté a mi amigo Miguel De Castilla y a Rafael Lucio con quienes compartiría diez años, primero en el Preal y después el Ideuca, de trabajo, sueños, innovaciones y propuestas. A Miguel lo contraté como investigador, ya tenía tras sí una excelente formación y una excelente experiencia como planificador e investigador. Había escrito varios libros. La investigación y su correspondiente publicación en forma de libros era algo que le resultaba natural y familiar”.
Algunos de los grandes temas del periodo 1996-2006 en los que a la par de toda una generación de académicos, investigadores y expertos del campo educativo, trabajamos Juan Bautista y yo, fueron: el Plan Nacional de Educación 2001-2015; la elaboración de la Ley General de Educación, la fundación del Foro de Educación y Desarrollo Humano y la realización del Foro Nacional de Educación (2004-2005).
Respecto al Plan Nacional de Educación, Juan Bautista recuerda que el ministro José Antonio Alvarado “invitó al Ideuca, de manera particular a Miguel De Castilla y a mí para participar activamente en la formulación de la Estrategia y el Plan”. Después un señor de apellido Lang fue nombrado como ministro, sobre este Juan Bautista dice que: “existía la duda sobre algunas personas como Miguel De Castilla y mi persona, porque estábamos supuestamente contaminados con ideas un poquito extrañas, no coincidentes, desde luego, con las políticas del Banco Mundial “.
Al referirse a la Ley General de Educación, (Ley 582), Juan Bautista recuerda a la Comisión de Legislación del Foro Nacional de Educación a la que pertenecíamos él y yo. Al respecto dice: “Miguel De Castilla y yo, a título personal trabajamos con la Comisión de Educación de la Asamblea y con su presidente, el diputado Orlando Mayorga”.
A la par de tanta actividad creadora, científica e intelectual, Juan Bautista y yo no solo participamos en la fundación del Ideuca, sino que también en la del Foro de Educación y Desarrollo Humano de la Iniciativa por Nicaragua, el que según recuerda Juan Bautista: “fincó su actividad, sus oficinas, pequeña infraestructura y su apoyo decidido en el Ideuca, cuyo responsable de investigación, Miguel De Castilla, fue su promotor, su coordinador y prácticamente su aglutinador y aliento activo”.
Este pequeño recuento de nuestras vidas en el tercer aniversario de su partida, sería incompleto, si no recordara la docena de libros sobre la educación nacional y centroamericana, en cuyas portadas aparecen los nombres de Juan Bautista Arríen y Miguel De Castilla, abrazados para siempre en el horizonte de la educación nicaragüense.