lunes, 16 de octubre de 2017

Memoria y Elogio de Mariano Fiallos Gil


Miguel De Castilla Urbina


Palabras pronunciadas en homenaje al Cincuenta y tres aniversario del fallecimiento del Rector Mariano Fiallos Gil, en el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua-León, el 09 de octubre del 2017.

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Yo no  conocí personalmente a Mariano Fiallos Gil. La imagen que tengo de él, es la de su fotografía como Rector frente a la Cátedra. Un hombre alto, flaco, semicalvo, de saco negro y corbatín, frente a un micrófono, seguramente dictando una conferencia o pronunciando un discurso. Mi imagen del santo Laico de la universidad y los universitarios nicaragüenses.

Yo no pertenecí  a la Generación de la Autonomía que liderara Mariano Fiallos Gil, conjuntamente con un puñado de estudiantes y profesores a fines de los años 50 del pasado siglo en la ciudad de León, en Nicaragua.

Yo tampoco pertenecí a la Generación de estudiantes de la UNAN aquel 23 de julio de 1958. La de aquel puñado de aguerridos estudiantes que se oponían a la dictadura dinástica de los Somoza. Yo me enteré de la masacre estudiantil, estando en Jinotepe cuando seguía mis estudios de Magisterio en la Escuela Normal Franklin Delano Roosvelt.

A Mariano Fiallos Gil, lo conocí a través de su hijo Mariano Fiallos Oyanguren, cuando éste, como Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en 1975, a mi retorno de Panamá, me contrató para escribir el libro Universidad y Sociedad en Nicaragua, obra en la que me propuse escribir la historia de las universidades nicaragüenses desde su fundación en 1812 hasta inicios de los años 70 del siglo XX.

En ese libro busqué interpretar el recorrido de la Universidad Nicaragüense a través de sus reformas. Fue así, en ese recuento de días e historias, en que necesariamente me encontré con Mariano Fiallos Gil y su lucha por fundar la Universidad tal como la conocemos hoy.

Hasta antes de Mariano Fiallos Gil, la Universidad en Nicaragua había cumplido dos etapas perfectamente identificables a través de sus hechos y significados. La primera etapa que inicia el 10 de enero de 1812, con la fundación de la Universidad de León. Una Universidad que como todas las del nuevo mundo, fue fundada como una institución de enseñanza cuyo modelo académico tenía como base a las cátedras de latín, moral, gramática, teología dogmática, derecho canónico y filosofía. ‘’Una institución que, como dijera Jose Coronel Urtecho, era conservadora, tradicionalista, enteramente arraigada a la mentalidad colonial y florecida a la sombra de la iglesia’’.

Con las luchas por la  independencia la universidad colonial, escolástica y pontificia en América, perdió su base de sustentación y  una nueva calidad debía sucederle. De esta manera la llamada Universidad Napoleónica vino a América como cualquier artefacto cultural para satisfacer las necesidades de modernización de las clases dominantes, dependientes, económica y culturalmente de la metrópoli europea.

La clausura según países de algunas de las universidades coloniales y su conversión a Napoleónica fue así: en 1833 la Universidad de México, en 1839 la Universidad de Chile, en 1854 Argentina, en 1856 Perú, en 1867 Colombia y en 1879 la Universidad de León, de Nicaragua. En Nicaragua el 3 de abril de 1879, el gobierno del General Joaquín Zavala, emitió un decreto en el que ponía fin a  la universidad colonial basado en cátedras.

A partir de entonces la universidad se organizaría en facultades y decanatos. Las facultades serían las siguientes: ciencias y letras, derecho, medicina, farmacia y ciencias naturales, que sustituía a la teología. El decreto del presidente Zavala de  1879, inaugura así en Nicaragua el modelo académico de Universidad Napoleónica cuyas características, todavía presentes en la Universidad Nicaragüense, fueron el profesionalismo y la descentralización de la enseñanza. Cada facultad es una isla que atiende sus propios asuntos.  La universidad es un archipiélago de unidades administrativas y académicas en lugares diferentes y problemáticas diferentes.

La investigación y la extensión universitaria no se mencionan, la administración de la universidad depende del gobierno de la República quien nombra a una junta de cinco miembros con el nombre de Consejo de Instrucción Pública. Entre 1879 y 1958, año que la Universidad Nacional de Nicaragua alcanza su autonomía, suceden muchas y variadas circunstancias e historias en el contexto latinoamericano y de sus universidades.

En Córdoba, Argentina, en 1918 los estudiantes se revelan, iniciando los procesos de reforma universitaria en América Latina, lo que necesariamente implicaba las luchas por la autonomía universitaria. En este contexto es cuando aparece Mariano Fiallos Gil en Nicaragua, como una personalidad descollante en el contexto casi rural y  provinciano de la universidad nicaragüense de aquellos días. Lo que piensa y propone Mariano es otra idea de universidad, y para él, necesariamente la materialización de esa idea tenía como requisito previo, la autonomía de la universidad respecto al gobierno somocista.

En los años cincuenta previos a 1957, la Universidad era como un instituto de secundaria más en manos del Ministerio de Educación. Construir la Universidad para ponerla al servicio de las ciencias, las humanidades, la libertad y la nación nicaragüense, necesitaba dar un salto de calidad hacia adelante y para ello había que alcanzar su independencia y autonomía. La autonomía de la Universidad como una necesidad histórica. Como un requisito histórico.

Para Mariano Fiallos Gil, la autonomía de la universidad no era un fin en sí mismo, sino que era el requisito para pensar y hacer otro tipo de Universidad, basado en otro tipo de principios y valores, con otros objetivos y otros fines. Con otra visión del futuro. En este orden, identificar a Mariano Fiallos Gil, solamente como el fundador de la autonomía universitaria sin reflexionar sobre las consecuencias que trajo consigo ese hecho para la universidad y la sociedad nicaragüense, es reducir su presencia, importancia y trascendencia histórica para la universidad nicaragüense y nuestro país. La autonomía era el requisito, el medio, el mecanismo. La finalidad, era la Universidad y con ella la Nación Nicaragüense.
La Universidad nicaragüense por vez primera en su larga historia de más de un siglo, va a salirse de las aulas de clase a las calles y va a hacer teatro, conferencias y cursos de verano para obreros y va a publicar revistas literarias y comenzará a hablar de investigación, completando por primera vez, hace casi sesenta años, el tríptico orteguiano de investigación, docencia y extensión cultural universitaria. Si los estudiosos de la Universidad nicaragüense de estos días, desean conocer los orígenes de todos los festivales de música, danzas y arte en nuestras universidades públicas, de las jornadas universitarias de desarrollo científico, de los universitarios nicaragüenses volcados a todas las misiones donde necesita nuestro pueblo a su juventud, que vayan a los escritos, discursos y mensajes de Mariano Fiallos Gil  y a las Memorias anuales  de actividades de la Universidad Nacional Autónoma de Mariano Fiallos Gil de inicios de los años sesenta del siglo XX, que busquen las revistas Ventana y Cuadernos Universitarios.

Si todas estas actividades dan testimonio de un proceso de ruptura y cambio de lo viejo hacia lo nuevo, lo importante no fueron sus procesos y resultados administrativos y académicos, lo importante fue y es el sentido de aquellos hechos cargados de una ideología extraña y novedosa en el discurso intelectual de la época, alrededor del concepto de hombre y de humanidad, en virtud del cual Mariano Fiallos Gil pide un nuevo humanismo para el destino de nuestro país y para la salvación del género humano.

‘’Nunca, afirmó hace más de 60 años, tal vez se haya pasado por una época tan tremenda como esta, en donde, con toda urgencia, el hombre requiere un poco de ‘’humanidad’’ para salvarse a sí mismo de la ciencia o de la democracia; para apuntalar ese enorme edificio que se nos está viniendo encima desde sus cimientos’’. ‘’ Reeducar al hombre y liberarlo de la esclavitud en la cual ha caído. Sacarlo de la cárcel que construye con sus propias manos y convertir a su ciencia desnuda, de injusticia, en ciencia de amor y sabiduría’’. ‘’ Y esto no podrá ser nunca posible, si en los laboratorios y gabinetes de las universidades, no se forma el sentido humano de la ciencia en toda su integridad, para salvarnos de la servidumbre’’.

Un nuevo humanismo, es el que pregona Mariano Fiallos Gil, un humanismo para el hombre y la mujer de hoy, comprometido, militante, beligerante.
Un humanismo Beligerante, inacabado inconcluso, y todavía pendiente para nuestras universidades y nuestra sociedad.

Octubre 2017