lunes, 20 de febrero de 2012

El CNES, el CNU y la investigación científica 1979 – 1990: La Universidad Popular en Nicaragua

El pueblo y Gobierno de Cuba no solo apoyaron a la Revolución Sandinista en los campos de la alfabetización, la lucha contra la malaria y la organización del ejército y la policía, sino también en la organización y fundación del subsistema de Educación Superior en nuestro país, teniendo como órgano rector al Consejo Nacional de la Educación Superior, CNES, una especie de Ministerio de Educación Superior, similar y con igual status a los ministerios de este tipo en Cuba y los países socialistas, que agruparían a las universidades públicas creadas durante el decenio de los 80, y dos universidades privadas: la UCA, (1960) y la Upoli, (1967).

Como parte de este proceso de fundación integral del subsistema de la Educación Superior Pública, el Gobierno Revolucionario a través del CNES, creó la UNAN-Managua y la UNAN-León en 1982, la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI, en 1983 y la Universidad Nacional Agraria, (UNA) en marzo de 1990. Así, las cuatro universidades públicas miembros del actual Consejo Nacional de Universidades, CNU, fueron creadas por el Gobierno Revolucionario Sandinista.

Respecto a los modelos académicos de las etapas Napoleónica y Desarrollista, la nueva Universidad Popular mantuvo las viejas estructuras venidas de la Universidad Napoleónica, divididas en facultades y decanatos, se eliminaron los Estudios Generales y se mantuvieron los Departamentos Académicos de origen norteamericano, y como en Francia en tiempos de Napoleón, se crearon, por primera vez en las universidades nicaragüenses, centros de investigación separados del quehacer profesionalizante de las facultades y las carreras universitarias, y tanto a nivel central como en todas las universidades, se crearon las direcciones de Investigación y Posgrado, las que promovieron múltiples actividades de promoción de la investigación estudiantil y docente y de superación del personal académico.

En este orden, la acción fundadora de la revolución en el campo de la Educación Superior, no lo fue solo en el terreno organizativo, sino que, con la asesoría y cooperación cubana, el modelo académico universitario tradicional dio un salto de calidad hacia adelante, con la introducción en el complejo sistémico funcional universitario, de la función de investigación científica, y de la creación, por primera vez en la historia de la educación nacional, del nivel posuniversitario con la creación de los Estudios de Posgrado.   

Hasta inicios de los años 80 del Siglo XX, solo se habían logrado instalar dos de las tres funciones que Ortega y Gasset había propuesto en los años 30 para este tipo de instituciones educativas, en su ensayo La Misión de la Universidad. Estas funciones eran: la Función Docente o enseñanza de las profesiones, y la Función de Extensión o de conservación y transmisión cultural.

Para completar el tríptico orteguiano, faltaba crear la Función de Investigación o de ampliación y desarrollo de los conocimientos, y la Revolución la creó.

Por tales motivos, es acertado afirmar que el subsistema público de la Educación Superior y la Universidad Pública nicaragüense, tal como la conocemos hoy, entre tantas, es una creación de esa extraordinaria matriz cultural que fue la Revolución Popular Sandinista.  Fue con la Revolución, con el Frente Sandinista a la cabeza, y esto hay que decirlo en alta voz, independientemente que duelan muchos oídos, que la Universidad Nicaragüense, 180 años después de fundada, por fin alcanza el verdadero status de universidad en el sentido pleno del concepto y la palabra, al lograr por fin completar su sistema funcional, integrado por los subsistemas de investigación, docencia y extensión universitaria.

Esto es así, porque la Investigación, la docencia y la extensión (o vinculación con el entorno), integran un conjunto sistémico en el que sus partes interactúan entre sí, complementándose, dando y recibiendo, articulándose.

La Investigación ofrece sus resultados tanto al currículo universitario y a la docencia para convertirse en aprendizajes en el salón de clases, como a la Extensión para su aplicación en la vida social y productiva, y a su vez, la Docencia y la Extensión ofrecen a la Investigación sus escenarios, sus preguntas e hipótesis. Esa es, en síntesis, la institución que conocemos como universidad

* El autor es profesor titular de la UNAN-Managua.
migueldecastilla68@hotmail.com