(1990-a.n.d: La universidad neoliberal en Nicaragua)
Quizá uno
de los casos más dramáticos del cambio de régimen económico, político y
social en América Latina y el Caribe ha sido el de Nicaragua, en tanto
en pocos años se pasó de una sociedad en proceso de cambio social y
tránsito del capitalismo desarrollista al socialismo, a una sociedad
descarnadamente capitalista neoliberal.
El proceso privatizador en
Nicaragua no sólo se concentró en aquellos ámbitos meramente económicos
sino que avanzó con dureza e irracionalidad hasta sectores claves del
desarrollo humano, como fueron la salud y la educación. Respecto de la
salud, todos los hospitales públicos abrieron sus puertas al mercado
hospitalario creando un modelo público-privado y emergieron múltiples
servicios privados para vender sus servicios de salud al Estado a través
del Instituto de Seguridad Social. Respecto de la educación, con el
pretexto de ofrecer a padres y madres de familia la oportunidad de
participar en la vida de los centros escolares, poco a poco se fue
trasladando a estos la responsabilidad del Estado respecto al
financiamiento educativo.
Sobre la Educación Superior, quizá la
mejor y más acabada expresión de la Universidad Neoliberal en Nicaragua
ha sido la proliferación inusitada y exponencial de universidades
privadas, todas por esencia consustancial, dependientes del mercado.
Ellas, espejo de los espacios públicos donde se vende y compra todo, y a
su vez, ellas una mercancía más que se vende y ofrece en el mercado, y
que son compradas por unos estudiantes consumidores de la propaganda del
nuevo mercado educativo nacional.
Todas las universidades
nicaragüenses, (las que son y las que no son), igual que la sociedad de
que son parte, llegan a la situación del capitalismo neoliberal,
desguarnecidas, empobrecidas, sin reservas, ni defensas acumuladas, sin
capacidad para resistir y procesar autónomamente influencias extrañas, y
lo que es peor, desarticuladas y sin planes ni proyectos comunes.
Ante
esta situación, el crecimiento geométrico de universidades privadas de
todo tipo (en veinte años se pasó de dos a cuarenta centros de esta
índole); el inicio de procesos de evaluación y acreditación
universitaria patrocinados e inducidos desde el exterior; la tendencia
hacia la diversificación del financiamiento de las actividades
universitarias camino a su mercantilización y privatización; la
explosión de los cursos de postgrado y de educación continua como un
lucrativo negocio, el sostenido énfasis para ampliar y elevar la calidad
de las actividades de investigación científica y vincular sus
resultados con los sectores productivos y de servicios, son algunas de
las características de la Universidad Neoliberal en Nicaragua en la
actualidad.
Hoy, cuando la Universidad Nicaragüense cumple 200 años,
como fiel reflejo de la sociedad de que es parte, se divide, según
capacidad de compra de su “clientela” en: universidades públicas y
universidades privadas.
La universidad privada se debate entre
Universidades que realizan investigaciones, docencia y extensión -y que
por ende sí son Universidades, como la UCA y la UPOLI-, y un amplio
universo heterogéneo de centros de enseñanza compitiendo entre sí por un
reducido mercado de posibles compradores de servicios escolares, de
cara a las demandas de fuerza de trabajo del reducido mercado de trabajo
nacional, en los campos del comercio y los servicios.
Un estudio a
profundidad de esta construcción histórica, realizado por algún
organismo independiente, debería ofrecer a las Asociaciones de Defensa
de los Consumidores un Informe y una Tipología sobre el mapa y jerarquía
de este tipo de servicios en el país.
La Universidad Nicaragüense
Pública, Autónoma y Popular se debate en la actualidad entre las
demandas del mercado en competencia con las llamadas universidades
privadas, y las necesidades más sentidas de la población empobrecida,
especialmente en los campos de la producción, educación, salud,
agricultura, vivienda, energía, etc.
Igual que el resto del sistema
escolar público, estas universidades son gratuitas y sus estudiantes, en
su gran mayoría, son de los sectores populares. La lucha aquí es por la
calidad, el rigor y las exigencias académicas; la transformación
curricular y la profesionalización de sus modelos académicos.
Con el
horizonte claro y un gobierno amigo, para estas universidades hace falta
un plan para el largo plazo que les dé coherencia y armonía de cara al
futuro. En ese contexto merece especial atención la magnífica propuesta
de refundación de la UNAN-León, presentada durante las fiestas del
Bicentenario.
* El autor es maestro normalista y sociólogo.