jueves, 1 de marzo de 2012

El boom de la Universidad Privada

(1990-a.n.d: La universidad neoliberal en Nicaragua)

Quizá uno de los casos más dramáticos del cambio de régimen económico, político y social en América Latina y el Caribe ha sido el de Nicaragua, en tanto en pocos años se pasó de una sociedad en proceso de cambio social y tránsito del capitalismo desarrollista al socialismo,  a una sociedad descarnadamente capitalista neoliberal.
El proceso privatizador en Nicaragua no sólo se concentró en aquellos ámbitos meramente económicos sino que avanzó con dureza e irracionalidad hasta sectores claves del desarrollo humano, como fueron la salud y la educación. Respecto de la salud, todos los hospitales públicos abrieron sus puertas al mercado hospitalario creando un modelo público-privado y emergieron múltiples servicios privados para vender sus servicios de salud al Estado a través del Instituto de Seguridad Social. Respecto de la educación, con el pretexto de ofrecer a padres y madres de familia la oportunidad de participar en la vida de los centros escolares, poco a poco se fue trasladando a estos la responsabilidad del Estado respecto al financiamiento educativo.
Sobre la Educación Superior, quizá la mejor y más acabada expresión de la Universidad Neoliberal en Nicaragua ha sido la proliferación inusitada y exponencial de universidades privadas, todas por esencia consustancial, dependientes del mercado. Ellas, espejo de los espacios públicos donde se vende y compra todo, y a su vez, ellas una mercancía más que se vende y ofrece en el mercado, y que son compradas por unos estudiantes consumidores de la propaganda del nuevo mercado educativo nacional.
Todas las universidades nicaragüenses, (las que son y las que no son), igual que la sociedad de que son parte, llegan a la situación del capitalismo neoliberal, desguarnecidas, empobrecidas, sin reservas, ni defensas acumuladas, sin capacidad para resistir y procesar autónomamente influencias extrañas, y lo que es peor, desarticuladas y sin planes ni proyectos comunes.
Ante esta situación, el crecimiento geométrico de universidades privadas de todo tipo (en veinte años se pasó de dos a cuarenta centros de esta índole); el inicio de procesos de evaluación y acreditación universitaria patrocinados e inducidos desde el exterior; la tendencia hacia la diversificación del financiamiento de las actividades universitarias camino a su mercantilización y privatización; la explosión de los cursos de postgrado y de educación continua como un lucrativo negocio, el sostenido énfasis para ampliar y elevar la calidad de las actividades de investigación científica y vincular sus resultados con los sectores productivos y de servicios, son algunas de las características de la Universidad Neoliberal en Nicaragua en la actualidad.
Hoy, cuando la Universidad Nicaragüense cumple 200 años, como fiel reflejo de la sociedad de que es parte, se divide, según capacidad de compra de su “clientela” en: universidades públicas y universidades privadas.
La universidad privada se debate entre Universidades que realizan investigaciones, docencia y extensión -y que por ende sí son Universidades, como la UCA y la UPOLI-, y un amplio universo heterogéneo de centros de enseñanza compitiendo entre sí por un reducido mercado de posibles compradores de servicios escolares, de cara a las demandas de fuerza de trabajo del reducido mercado de trabajo nacional, en los campos del comercio y los servicios.
Un estudio a profundidad de esta construcción histórica, realizado por algún organismo independiente, debería ofrecer a las Asociaciones de Defensa de los Consumidores un Informe y una Tipología sobre el mapa y jerarquía de este tipo de servicios en el país.
La Universidad Nicaragüense Pública, Autónoma y Popular se debate en la actualidad entre las demandas del mercado en competencia con las llamadas universidades privadas, y las necesidades más sentidas de la población empobrecida, especialmente en los campos de la producción, educación, salud, agricultura, vivienda, energía, etc.
Igual que el resto del sistema escolar público, estas universidades son gratuitas y sus estudiantes, en su gran mayoría, son de los sectores populares. La lucha aquí es por la calidad, el rigor y las exigencias académicas; la transformación curricular y la profesionalización de sus modelos académicos.
Con el horizonte claro y un gobierno amigo, para estas universidades hace falta un plan para el largo plazo que les dé coherencia y armonía de cara al futuro. En ese contexto merece especial atención la magnífica propuesta de refundación de la UNAN-León, presentada durante las fiestas del Bicentenario.

* El autor es maestro normalista y sociólogo.