Para mi hijo, Ing. Carlos Antonio De Castilla Vargas.
Las
disputas entre universidades públicas y universidades privadas en el
país no se dan solamente en las pugnas por el mercado de posibles
estudiantes para determinadas carreras, sino que avanza en la búsqueda
de las cámaras del sector privado de este tipo de
comercio-universidades, por restarle prestigio a las universidades
públicas y crear alrededor de ellas una matriz de opinión desfavorable
entre la población empobrecida del país. Este es el caso del permanente
acoso de este sector en contra del financiamiento que por precepto
constitucional reciben las instituciones del Consejo Nacional de
Universidades.
Como se conoce, este frente de lucha del pensamiento neoliberal en
contra de las universidades públicas, no es nuevo en nuestro país, ni es
original de sus promotores.
En efecto, Milton y Roce Friedman en su obra Libertad de elegir, le
dedican varios capítulos al tema, refiriéndose a las universidades
estatales USA, y fue durante el gobierno de la señora Violeta Barrios de
Chamorro que un grupo de funcionarios de aquellos años, un diputado, un
viceministro de la presidencia, un asesor de políticas públicas y un
ministro de Educación, emprendieron la lucha con el propósito de que el
Ejecutivo y la Asamblea Nacional trasladarán el monto que se les asigna
anualmente a las universidades miembros del CNU, a los bancos privados, a
fin de que estos creasen programas de crédito educativo (educrédito)
para que todos los bachilleres egresados de los institutos nacionales y
colegios privados del país pudiesen acceder a montos públicos mediante
esa estrategia comercial financiera y eligieran una de las cuarenta
universidades privadas que en esos momentos se estaban creando, y/o una
de las cuatro universidades públicas fundadas por la Revolución
Sandinista en los años ochenta. La idea era (y continúa siendo) poner a la orden de las universidades
privadas el financiamiento gubernamental otorgado por mandato
constitucional a las universidades públicas y obligar a éstas a competir
con las primeras, y en su terreno, por el financiamiento estatal.
Corrían
los años del primer lustro de los años noventa y ya el proceso de
privatización de la Educación Básica había comenzado. De esta manera, la
estrategia encaminada en contra del presupuesto universitario, lo que
hacía era cerrar el círculo. Así, con base en la misma, todo el sistema
educativo, en consonancia con el contexto neoliberal en marcha, se
convertiría al mercado. En otros países la estrategia privatizadora
había triunfado. Chile y su modelo de financiamiento educativo,
orientaba el financiamiento con dinero público de los centros privados
de Educación Básica y universidades, propiedad de empresarios,
funcionarios, ministros y diputados, y estaba en pleno apogeo. ¿Por qué
no intentarlo en Nicaragua, si para eso los sandinistas habían perdido
el poder, y ahora este estaba en manos democráticas?
El problema para el gobierno de la señora Chamorro y sus
intelectuales fue que, quizá por su origen y carácter de clase, estos
desconocían la historia y el espíritu de lucha de los universitarios
nicaragüenses: estudiantes, profesores y trabajadores administrativos de
las universidades públicas, por lo que su estrategia fue durante 16
años enfrentada en las calles del país, las mismas calles donde
murieron, por esta causa, Roberto González, Jerónimo Urbina y Porfirio
Ramos. De esta manera, en Nicaragua, con una revolución social como
antecedente, la privatización de la Eeducación Superior fracasó.Hoy, cinco años después del traspié neoliberal, de nuevo, con otros
ropajes y excusas, desde las mismas fuentes, retornan los ataques contra
el 6%, ahora proponiendo que se trasladen los fondos de las
universidades públicas a la Educación Primaria.
Simultáneamente, el
modelo chileno, el año pasado comenzó a hacer aguas, y a imagen y
semejanza de los universitarios nicaragüenses, los chilenos se tomaron
las calles de Santiago y de todo Chile. Hoy Camila Vallejos, estudiante
de Geografía de la Universidad de Chile es, varios kilómetros adelante,
más popular que Piñera y todo su séquito neoliberal. Allá también otra
revolución antecede a la lucha; Allende, Neruda, Víctor Jara,
Recabarren, están presentes en las jornadas de hoy para eliminar la Ley
Orgánica Constitucional de Educación, LOCE, que había instaurado
Pinochet, y encontrar respuestas al problema de miles de familias
chilenas que tuvieron que entregar sus casas de habitación a los bancos,
al no poder pagar las cuotas mensuales para amortizar las deudas
educativas de sus hijos.
*El autor es sociólogo y profesor de la UNAN-Managua