La investigación como función universitaria cumple cuatro importantes
misiones: es factor de enriquecimiento constante del desarrollo
científico y técnico; es un medio de vinculación de la universidad con
el desarrollo económico y social de los países; es factor de renovación y
desarrollo de las otras funciones universitarias y por lo tanto de los
Modelos Académicos, y es medio para enseñar y aprender en la
Universidad, con el propósito de que los estudiantes aprendan a aprender
de cara a su educación permanente.
Respecto al desarrollo científico y técnico, la relación entre
Ciencia y Universidad es profundamente dialéctica. La Universidad es una
de las instituciones por excelencia de la Ciencia y al menos en los
países de menor desarrollo la Ciencia depende principal y
fundamentalmente de las Universidades, dado que en ellas se concentra la
inmensa mayoría de los hombres dedicados al desarrollo científico. Por
su lado, la Ciencia, que obviamente trasciende los propios muros
universitarios, proporciona a la Universidad sus modos y formas de
organización disciplinaria y su contenido fundamental: teorías,
hipótesis y conclusiones.
La investigación científica y sus resultados son los vasos
comunicantes entre la Universidad como institución y la Ciencia como
conjunto sistematizado del conocimiento. La explicación acerca de esta
relación, está localizada en la génesis misma de la misión, fines y
principios de la institución académica, ya que una de las tres funciones
Universitarias del tríptico orteguiano es la generación de
conocimientos mediante la investigación científica; y ésta es a su vez
el medio a través del cual la Ciencia se enriquece, se perfecciona y se
desarrolla.
Las formas, modos y maneras como han venido organizándose las
Ciencias a través de sus historias particulares, han tenido fuerte
impacto no sólo en la organización global de la Estructura Académica de
las Universidades, sino también en los contenidos curriculares de las
carreras, presentes hoy en los múltiples procesos de transformación
curricular en nuestras Universidades públicas. Estos dos hechos son de
suma importancia, pues la organización interna de las Universidades
divididas en facultades y departamentos (las primeras venidas del Siglo
XIX de la tradición napoleónica, y los segundos venidos a Nicaragua en
los años sesenta del Siglo XX de la tradición estadounidense), poco a
poco se están convirtiendo en un obstáculo para el desarrollo de la
academia camino a la multidisciplinariedad, la interdisciplinariedad y
la transdisciplinariedad, que frente al exponencial desarrollo de la
Ciencia y los conocimientos en el contexto de la Revolución Científica y
Técnica, son el futuro de la Ciencia y el futuro de la institución
Universitaria.
Eso obliga a someter a juicio y romper con el rígido esquema de las
Facultades venido a Hispanoamérica con la Universidad colonial. La
reforma de las estructuras académicas es tarea pendiente en los países
subdesarrollados, que como lo menciona Michael Gibbons, en su documento
preparado para la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior,
realizada en París, en octubre de 1998, es parte del tránsito del Modo 1
(Unidisciplinario) al Modo 2 (Transdisciplinario) de producción del
conocimiento científico en los países altamente desarrollados.
Por otro lado, una característica de la época actual, es la
inconmensurable cantidad de conocimientos que se producen a cada
instante en laboratorios y centros de investigación en todos los campos
de la Ciencia, y la rapidez con que estos circulan a nivel planetario,
casi inmediatamente después que estos se producen y validan; este hecho
está sometiendo a crisis también del formato tradicional, rígido e
inflexible de las universidades, lo que las obliga a mudar o convertirse
en obstáculos del desarrollo social. ¿Qué están haciendo nuestras Casas
de Estudio frente a estos signos de los tiempos que corren?