viernes, 5 de octubre de 2012

Ciencia, investigación y crisis de la universidad contemporánea

La investigación como función universitaria cumple cuatro importantes misiones: es factor de enriquecimiento constante del desarrollo científico y técnico; es un medio de vinculación de la universidad con el desarrollo económico y social de los países; es factor de renovación y desarrollo de las otras funciones universitarias y por lo tanto de los Modelos Académicos, y es medio para enseñar y aprender en la Universidad, con el propósito de que los estudiantes aprendan a aprender de cara a su educación permanente.

Respecto al desarrollo científico y técnico, la relación entre Ciencia y Universidad es profundamente dialéctica. La Universidad es una de las instituciones por excelencia de la Ciencia y al menos en los países de menor desarrollo la Ciencia depende principal y fundamentalmente de las Universidades, dado que en ellas se concentra la inmensa mayoría de los hombres dedicados al desarrollo científico. Por su lado, la Ciencia, que obviamente trasciende los propios muros universitarios, proporciona a la Universidad sus modos y formas de organización disciplinaria y su contenido fundamental: teorías, hipótesis y conclusiones.

La investigación científica y sus resultados son los vasos comunicantes entre la Universidad como institución y la Ciencia como conjunto sistematizado del conocimiento. La explicación acerca de esta relación, está localizada en la génesis misma de la misión, fines y principios de la institución académica, ya que una de las tres funciones Universitarias del tríptico orteguiano es la generación de conocimientos mediante la investigación científica; y ésta es a su vez el medio a través del cual la Ciencia se enriquece, se perfecciona y se desarrolla.

Las formas, modos y maneras como han venido organizándose las Ciencias a través de sus historias particulares, han tenido fuerte impacto no sólo en la organización global de la Estructura Académica de las Universidades, sino también en los contenidos curriculares de las carreras, presentes hoy en los múltiples procesos de transformación curricular en nuestras Universidades públicas. Estos dos hechos son de suma importancia, pues la organización interna de las Universidades divididas en facultades y departamentos (las primeras venidas del Siglo XIX de la tradición napoleónica, y los segundos venidos a Nicaragua en los años sesenta del Siglo XX de la tradición estadounidense), poco a poco se están convirtiendo en un obstáculo para el desarrollo de la academia camino a la multidisciplinariedad, la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, que frente al exponencial desarrollo de la Ciencia y los conocimientos en el contexto de la Revolución Científica y Técnica, son el futuro de la Ciencia y el futuro de la institución Universitaria.

Eso obliga a someter a juicio y romper con el rígido esquema de las Facultades venido a Hispanoamérica con la Universidad colonial. La reforma de las estructuras académicas es tarea pendiente en los países subdesarrollados, que como lo menciona Michael Gibbons, en su documento preparado para la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, realizada en París, en octubre de 1998, es parte del tránsito del Modo 1 (Unidisciplinario) al Modo 2 (Transdisciplinario) de producción del conocimiento científico en los países altamente desarrollados.

Por otro lado, una característica de la época actual, es la inconmensurable cantidad de conocimientos que se producen a cada instante en laboratorios y centros de investigación en todos los campos de la Ciencia, y la rapidez con que estos circulan a nivel planetario, casi inmediatamente después que estos se producen y validan; este hecho está sometiendo a crisis también del formato tradicional, rígido e inflexible de las universidades, lo que las obliga a mudar o convertirse en obstáculos del desarrollo social. ¿Qué están haciendo nuestras Casas de Estudio frente a estos signos de los tiempos que corren?