jueves, 17 de enero de 2013

Defendiendo al programa de reforzamiento escolar

En enero de 2008, en el contexto de las matrículas escolares de ese año, el titular de primera página del periódico decía: “Desorden en Matrículas”. Al leer el texto de la noticia, por ningún lado se mencionaba el famoso “desorden”.

Días después, al encontrarme con la periodista que había redactado la nota, le consulté sobre la insuficiencia, y ella me comentó que lo que había puesto como titular de su artículo era “Desborde en Matrículas”, y que lo que el editor de la página había hecho era borrar la b y ponerle al final la n, para que la palabra desborde se leyera “desorden”. Desorden en Matrículas. Todo con el obvio propósito de desestimular las inscripciones escolares y desprestigiar al Gobierno.

Esa anécdota sobre objetividad periodística e independencia de los periodistas en nuestro país, me vino a la memoria a inicios de diciembre pasado, cuando de nuevo, a todo lo largo de las cinco columnas del mismo periódico, el titular de la información periodística decía: “Ordenan Aprobarlos”. Después leí el texto del artículo y por ningún lado aparecía la “orden” de aprobar a los estudiantes de la educación Básica y Media.

El artículo se refería a la etapa final del 2012 del Programa Permanente de Reforzamiento Escolar que el Ministerio de Educación, desde hace algunos años promueve en beneficio de los estudiantes de menor desarrollo relativo y que presentan bajos rendimientos en sus aprendizajes y calificaciones.
Igual que hace cinco años el propósito es el mismo: desestimular a los participantes en el Programa y desprestigiar al Gobierno Sandinista.

El Programa de Reforzamiento Escolar, como su nombre lo indica, trata sobre un problema común de los sistemas escolares de los países empobrecidos de la periferia capitalista, como son los bajos resultados escolares de un sector de los estudiantes, por lo general, de las escuelas públicas, y con mayor énfasis en las del sector rural, que es donde acuden los niños, niñas y jóvenes de las familias en situación de pobreza.

Esto es así, porque cuando los estudiantes provenientes de familias de las clases medias acomodadas y de alta renta, en ejercicio de su derecho, apenas presentan atisbos de bajas calificaciones en sus colegios privados, inmediatamente sus padres les ponen maestros especiales en sus hogares, según sea la asignatura aplazada.

Uno se pregunta: ¿y qué es lo que se esconde detrás del interés de desprestigiar una actividad preñada de un profundo sentido humanista, al servicio de estudiantes, que muchas veces por su situación de pobreza no logran remontar las dificultades de la escolaridad?. La explicación hay que buscarla en la concepción mercantilista de la derecha criolla respecto a la educación. Es obvio, las actividades de “reforzamiento”, igual que el caso de la alimentación y libros de texto gratis que ofrece el Gobierno, le quitan una tajada al supermercado que se había instalado en nuestro país durante los 16 años neoliberales con el nombre de educación nacional.

En efecto, en esos años, igual que todo el sistema escolar, los aplazados en las escuelas públicas, eran privilegiada fuente de ingresos de algunos de los actores de la pesadilla. Cada estudiante o grupo de estudiantes aplazados eran objetivo financiero de aquel sistema.

En un contexto donde todo se vendía y todo se compraba, el negocio de los aplazados y de los exámenes de reparación era igual al negocio de las librerías, las pulperías escolares, los bares y las comiderías y las rutinas de los cobros mensuales por aquella educación convertida al más prosaico y vulgar de los procesos de compra-venta de mercancías.

En el polo contrario a esta aberración, tan común hoy en muchos países capitalistas, está la educación como un derecho humano fundamental, divisa que hoy da vida a todos los esfuerzos educativos del Gobierno.
A este tipo de educación gratuita, inclusiva y solidaria, es que corresponde un programa como el de Reforzamiento Escolar con la gestión y participación voluntaria, solidaria, y sin cobrar un centavo la Federación de Estudiantes de Secundaria, FES, el Movimiento de Maestros Sandinistas y la Confederación General de Trabajadores de la Educación Cgten-Anden.

* Profesor. / migueldecastilla68@hotmail.com