Durante los años neoliberales en Nicaragua, diez y seis años y tres
gobiernos para ser precisos, el movimiento social nicaragüense del campo
educativo, encabezado por el Foro de Educación y Desarrollo Humano de
la Iniciativa por Nicaragua (FEDN-IPN), como parte del Movimiento
Continental y Mundial por el Derecho a la Educación, hacía la lucha en
contra del proceso de privatización de la Educación Pública
nicaragüense, con el lema, hoy famoso, de una Educación Gratuita y de
Calidad. Este lema que preside hoy las marchas multitudinarias de los
estudiantes y educadores chilenos desde el 2011 en contra del Gobierno
de Sebastián Piñera, quien, igual que los neoliberales nicaragüenses de
aquellos días, asegura que en tanto “no hay nada gratis en este mundo,
la educación deben pagarla todos los que se sirven de ella”.
Los sectores líderes del movimiento privatizador de la educación
nicaragüense, desalojados del poder en enero del 2007, hoy convertidos
en oposición al gobierno del Comandante Daniel Ortega, como en todos los
campos, políticos, económicos y sociales, sin armas para enfrentar
racionalmente su apuesta educativa gratuita, solidaria e incluyente, ha
puesto su atención en la calidad de la educación. Para ellos,
promotores de la educación como una mercancía que se tranza en el
mercado como un bien de consumo, sería contrario a su propia naturaleza
hablar de gratuidad, de ahí que su caballito de batalla heredado de
aquellas luchas sea la calidad.
El concepto de calidad de la educación del que parten estos grupos,
es el mismo de su concepto de educación, la educación como una
metafísica sin antecedentes ni historia, como una fotografía recluída en
los aposentos escolares, escindida de su contexto económico y social.
La Calidad de la educación según sea el tipo de Centros de Estudio
público o privado, como la calidad de las camisetas y los calzoncillos u
otras mercancías según sea el centro de expendios: el Oriental, el
Huembes o Metrocentro.
Para estos sectores la calidad de la educación es un hecho social sin
historia. Por ello cada vez que se refieren a alguna variable o
componente de la calidad, sean éstos, edificios escolares, libros de
texto o el sueldo y la capacitación de los maestros, lo hacen como si la
historia de los mismos comenzó hace seis años ,y no fuesen el producto
no sólo de la baja o ninguna inversión en esos rubros de los tres
gobiernos neoliberales, sino que también de un pernicioso círculo
vicioso y una inercia que se reproduce y repite a si misma desde hace
más de cuarenta años, antes del terremoto, en los tiempos de la
dictadura somocista. Un ejemplo claro de esto, que en el discurso hasta
se convierte en cinismo de la más clara manufactura, es el caso de los
aplazados en matemáticas y español en los exámenes de admisión en las
Universidades, cuyo origen hay que buscarlo, en parte, en decisiones
como la famosa promoción automática, la contracara estadística de la
privatización de la educación en los años neoliberales.
Esta manera de pensar la educación, también reduce la actividad
educativa y por ende su calidad, a lo meramente escolar y a sus
componentes, particularmente a las prácticas docentes de los maestros,
como que si los estudiantes, que es en quienes se realiza la calidad de
la educación, vivieran, durmieran y comieran en la casa de los docentes,
cuando lo cierto es que los estudiantes sólo asisten a la escuela cinco
horas de las veinte y cuatro que tiene cada día.
Pero si todo esto refleja un raro jarabe de ignorancia y mala
intención partidista, lo peor de todo es la prepotencia de sus líderes y
operadores, en tanto en cada oportunidad que expresan sus criterios
sobre estos temas, lo hacen con talante doctoral sentando cátedra ante
el gobierno, para enseñarle como deben hacerse las cosas, cuando ellos
hasta hace unos pocos años, casi llevaron a la educación a las fronteras
de la edad de piedra.
* Profesor.
Migueldecastilla68@hotmail.com