El análisis reduccionista de los procesos educativos y sus
resultados, al excluir al conjunto de factores que en el entorno social
rodean al estudiante, comúnmente fija su atención en los docentes y en
el currículo. Respecto de este último tema, por ignorancia o mala
intención, se habla o escribe sobre currículos desactualizados y poco
pertinentes, y hasta se pide una transformación total de los mismos.
Para aliviar un poco esta situación de desinformación, en este
artículo procuramos puntualizar algunos aspectos que marcan la
diferencia entre el actual currículo de la Educación Básica y Media, y
los anteriores currículos de nuestro país.
Lo primero que habría que expresar es que el currículo en uso
actualmente, es el único que en la historia de la educación
nicaragüense, previo a su elaboración definitiva, fue consultado a un
amplio sector de educadores y padres y madres de familia de todo el
país.
En segundo lugar, habría que señalar el carácter modélico y sistémico
del nuevo currículo, el cual está integrado por un conjunto de
componentes que, articulados, se encaminan al logro de los fines de la
educación nicaragüense. Esta forma de presentarse del nuevo currículo,
es diferente de lo común respecto de esta temática, tanto en Nicaragua
como en otros países de la región, donde el currículo ha sido solo un
conjunto de documentos que contienen los planes y los programas de
estudio según grados y asignaturas, sin ninguna previsión respecto de
cómo se programarán, ejecutarán y evaluarán en los tiempos y en los
territorios del país de que se trate.
Otro aspecto que nos hermana a países que han vivido recientemente
procesos de transformación curricular, pero que para el caso
nicaragüense es nuevo, es el llamado Enfoque Curricular por
Competencias. En efecto, los nuevos planes y programas de estudio se
presentan organizados en Unidades Programáticas, relacionadas con
determinadas Competencias Educativas, de las que se derivan Indicadores
de Logros de aprendizajes, contenidos básicos, actividades de
enseñanza-aprendizaje, y procedimientos de evaluación, que indican la
cantidad y la calidad de los aprendizajes que deberán alcanzar los
estudiantes, respecto de los requisitos de aprobación y egreso, según
sea el grado o nivel educativo de los mismos.
De lo general a lo particular, otra novedad del nuevo currículo es
su carácter flexible que procura el equilibrio entre el 70% de los
contenidos básicos obligatorios para todos los centros educativos del
país, y el 30%, para la contextualización local del currículo. Igual,
una nueva estrategia de evaluación se presenta articulada a las unidades
programáticas de los programas de estudio y los Tepce mensuales, todo,
como un sistema circular autorregulado, cuyo centro es el estudiante y
sus aprendizajes.
De igual manera, se han incorporado la Orientación Técnica y
Vocacional, el Enfoque Politécnico y del Trabajo como eje transversal
del currículo, las TIC; como herramienta de aprendizaje, la
Transversalidad como enfoque pedagógico y el Programa Provalores para su
programación mensual con base en el concepto de Familia de Valores.
Y otra novedad, para compensar el vacío que dejara la eliminación de
los cobros en las escuelas, el nuevo currículo recupera para la
educación secundaria la Sociología, la Economía y la Filosofía,
asignaturas que fueran eliminadas del currículo nacional durante el
paseo neoliberal entre 1993 y 2006.