Francisco Lacayo Parajón, a raíz del fallecimiento de Juan
Bautista Arríen, en una sentida carta de despedida, expresó que Juanito, como
él lo llamaba, había sido un “hombre bueno, recto e intransigente con todo acto
de injusticia”. Si a estos atributos de su personalidad le agregamos, que Juan
Bautista en tanto filósofo y humanista, era docente del tema de los valores en
los cursos que impartía para provecho de los maestros del país, Juan Bautista
fue un auténtico profesor de valores, toda vez que eso es lo que exactamente se
pide a todos los que enseñan Educación en Valores en la Universidad, esto es,
consecuencia entre la teoría y la práctica, entre el decir y el hacer, como una
línea recta sin dobleces, como Carlos Fonseca.
Igual a Antonio Gidens que define a la cultura como la suma de
valores de una sociedad históricamente determinada, Juan Bautista, en uno de
los textos de sus conferencias, expresaba que: “La identidad cultural de un
pueblo se configura desde aquellos valores a los que concedemos prioridad. Cada
uno de nosotros somos a la vez sujetos y objetos de valores…” “No los creamos
partiendo de cero, sino que están en las personas, en las instituciones, en las
cosas, y son cualidades reales aunque no físicas, como pueden ser la longitud o
el color…” “Con frecuencia esa diversidad de valores es sentida en la práctica
cotidiana desde la perspectiva de los valores éticos, de ahí que al hablar de
la crisis de valores tengamos presentes, preferentemente los valores éticos”.
Juan Bautista se refiere al modo o manera como aprendemos
valores, a través de una capacidad especial que él llamaba estimativa. Al
respecto dice: “En cada uno de nosotros existe un sentido innato para captar
los valores, una especie de estimativa que, de la misma manera que tenemos
sentidos para captar el color, el olor o el sabor, tenemos una capacidad
estimativa que nos lleva a estimar los valores…” “Estimar no es lo mismo que
entender o calcular. Es captar valores positivos o negativos y saber priorizarlos
de tal manera que los valores positivos estén en el nivel más alto de nuestra
vida individual y social; saber estimarlos es darles la jerarquía que merecen
los valores positivos…” “Para ello conviene distinguir entre valores reactivos
que en la práctica resultan negativos y valores proactivos constructores de un
verdadero sentido de ciudadanos”.
Como siempre, respecto a los papeles de la familia y la escuela
en todo hecho educativo, Juan Bautista afirmaba: “la familia como célula de la
sociedad y la escuela como interacción social, son los soportes e incentivos
claves de la construcción, protección y promoción de los valores que deben
dominar la vida social”.
Para El Nuevo Diario, un diario que practica un periodismo con
valores, la ausencia de este profesor de valores los días viernes en sus
Páginas de Opinión, es una pérdida irreparable. A este medio de comunicación,
como a toda Nicaragua, hay que expresarle nuestras condolencias. Cuánto nos
duele esta muerte.