jueves, 30 de octubre de 2014

Nicaragua: un mismo país, dos modelos de educación

En cada país, cada gobierno, según la ideología que orienta sus acciones, le asigna a la educación escolar determinadas misiones y tareas. En aquellos países en donde los gobiernos están o fueron presididos por coaliciones empresariales, a saber: Chile de Piñera, Panamá de Martinelli, Nicaragua de Bolaños, obviamente la educación tiene o tenía orientaciones relacionadas con las necesidades y desarrollo de los negocios y el mercado. En Nicaragua, en la actualidad, aunque este sector dejó de ser gobierno en el año 2007, desde sus ONG, universidades y centros de investigación, sus representantes pugnan denodadamente por desprestigiar los esfuerzos gubernamentales por superar las grandes insuficiencias en el terreno educativo, e incidir en las decisiones de políticas educativas a fin de que estas respondan a sus intereses.
En esta dirección, aconsejan no solo sobre el tipo de carreras que deben ofrecerse en los centros de educación técnica y los centros de educación superior, sino que también respecto a contenidos curriculares y hasta del tipo de valores que deben promoverse en escuelas y aulas universitarias.
Caso contrario en países como Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia o Nicaragua, la política educativa tiene otra orientación relacionada principal y fundamentalmente con las necesidades de bienestar y plenitud humana de las poblaciones empobrecidas.
Para los gobiernos de estos últimos países, la educación no solo es un componente del sector social, igual a la salud, la vivienda y el empleo, sino que la educación es concebida como estrategia fundamental en la lucha contra las causas en donde se incuba y reproduce la pobreza. Ese es el sentido, por ejemplo, de las Campañas de Alfabetización para la población adulta analfabeta y de programas educativos orientados sectorialmente a las poblaciones con mayores limitaciones económicas y sociales, tales como la Merienda Escolar y su rol en la lucha contra el hambre y la desnutrición infantil; los programas de becas para estudiantes en situación de pobreza y con alto rendimiento académico, y lo fundamental, el establecimiento de la gratuidad de todos los servicios educativos de los países.
La educación nicaragüense es un libro abierto para observar esta dicotomía, ya que si se comparan las políticas educativas y perfiles curriculares y administrativos de las escuelas de las cuatro educaciones nicaragüenses de los últimos cincuenta años, es posible diferenciar los componentes estructurales característicos que identifican a cada una de ellas.
La Educación Desarrollista del último período de la dictadura militar somocista de los años sesenta y setenta, orientada por la Alianza para el Progreso y caracterizada por la exclusión y el cincuenta y tres por ciento de la población mayor de catorce años analfabeta; la Educación Popular de la Revolución Sandinista, caracterizada por la masividad, la gratuidad de la educación en todos los niveles, ciclos y modalidades y el discurso nacionalista y antiimperialista; la Educación de los dieciséis años neoliberales a partir de 1990, determinada por los mandatos globales del mercado, propios de este régimen social y caracterizada por la exclusión y la centralidad del dinero y de las relaciones mercantiles en las relaciones sociales escolares, y la Educación en el actual período revolucionario, que recupera la gratuidad de la educación y los principios y valores de la educación popular de los años ochenta.

Un mismo país, dos tipos de educación para dos tipos de modelos de desarrollo. Por un lado, una educación orientada a la privatización, el mercado y los negocios, y por el otro, una educación gratuita orientada a los derechos humanos y al desarrollo humano.