jueves, 16 de agosto de 2012

La formación de los profesores universitarios

Uno de los temas de mayor recurrencia en el debate internacional de la educación superior es el de su calidad y pertinencia, entendidas estas, como los diferentes grados de aproximación de la relación entre lo que los y las estudiantes aprenden en los centros educativos, y los intereses y necesidades presentes y futuras de estos y estas, y los de la comunidad o sociedad a que pertenecen.

Por eso es que el “lugar” en que es posible observar y medir la calidad de la educación escolarizada o formal, es en los aprendizajes que los estudiantes adquieren en los centros educativos bajo la conducción de sus maestros, y la puesta en práctica de estos en su vida y la vida social.

En el proceso de construcción de la calidad de la educación intervienen simultanea, articulada y permanentemente, un conjunto de factores, entre los que sobresalen los propios estudiantes, como participantes directos de su propia educación; los valores y contenidos culturales que se enseñan y aprenden en la sala de clases (el currículo); el medio social del que provienen y en el que realizan su existencia los estudiantes; los ambientes de aprendizaje (las aulas de clase), y el (o la) gran articulador(ra) de todos esos factores y del proceso enseñanza-aprendizaje, como son los y las docentes.

Las prácticas de los docentes en la Educación Superior implican como mínimo dos tipos de saberes, estos son: los propios de las carreras y las asignaturas de la ciencia y el arte que se procura enseñar, y los modos, formas y maneras, acerca de cómo estos conocimientos serán convertidos en valores y aprendizajes de calidad, es decir, que sean útiles y relevantes para el presente y la educación permanente de los estudiantes cara a su futuro.

La relación entre los saberes que se enseñan y los métodos y procedimientos acerca de cómo se enseñan, es de la mayor importancia en el caso de los docentes de la Educación Superior, lo que obliga a preguntarse cómo estos se forman y capacitan en un país como el nuestro.

Respecto a los conocimientos y saberes científicos que los profesores transmiten a los estudiantes en el acto docente, la propia universidad se encarga de formar a los futuros profesores, así es, con las ingenierías, los matemáticos, los médicos y los profesores de Español y Literatura, las universidades ofrecen las carreras de donde saldrán los futuros docentes.

El problema se da con los valores, actitud y conocimientos acerca de los métodos, formas y maneras de cómo se transmiten y enseñan a la joven generación estudiantil que asiste a las aulas universitarias, esos saberes especializados que los profesores obtuvieron en la carrera correspondiente.

Para este propósito, al menos en Nicaragua, no existe, ni nunca ha existido, una institución que ofrezca la carrera de profesorado de la Educación Superior y, por ende, se encargase de la formación y la capacitación sistemática, ordenada y sujeta a normas de los profesores de la Educación Superior nicaragüense.

Han existido cursos aislados, y sin ningún seguimiento sistemático, día a día, en algunos casos ofrecidos por universidades extranjeras en centros de Educación Superior públicos y privados. La experiencia de mayor relevancia en este ámbito, ha sido la del Departamento de Pedagogía de la Facultad de Educación e Idiomas de la UNAN-Managua, que en los últimos años ha organizado e impartido una Maestría en Docencia Universitaria, en Managua, Matagalpa, Bluefields, Bilwi y Juigalpa.

Como se comprenderá, la ausencia de un órgano académico que forme a los profesores de la educación superior en Nicaragua, compromete de manera directa y decisiva a la calidad de la educación que se imparte en nuestras universidades y centros de educación terciaria, y si esta problemática hasta hoy no se ha hecho evidente, es porque rara vez, como producto del mismo atraso cultural nicaragüense, la metodología didáctica en uso de parte del profesorado en este nivel educativo, ha sido sometida a investigación, reflexión, análisis y crítica. Por ello es que, al no tenerse como problema, obviamente no se buscan soluciones.

* Profesor universitario.